Esta semana se cumplen 100 días desde que Pedro Castillo asumió la Presidencia de la República. Destaca de forma positiva la ratificación de Julio Velarde al frente del Banco Central de Reserva (BCR) y la aceleración del proceso de vacunación contra el COVID-19.
Sin embargo, también se han producido una serie de desafortunados anuncios y nombramientos que han debilitado la credibilidad del Gobierno y han deteriorado las perspectivas de crecimiento del Perú para los próximos años.
Promesas incompletas
Como parte del plan Perú al Bicentenario, Castillo presentó una serie de medidas que serían implementadas en sus primeros 100 días de administración. En materia económica, planteó la reactivación del empleo y la economía popular, el lanzamiento de una segunda reforma agraria y la implementación de un nuevo impuesto a las sobreganancias mineras.
Pero el cumplimiento de estas promesas ha sido limitado. Si bien se implementaron algunas medidas paliativas como el bono Yanapay y los subsidios a los combustibles, la reactivación de la economía de los hogares es aún esquiva, debido, en parte, a la baja atención que ha recibido la promoción de empleos de calidad.
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Prueba de ello es que el principal lineamiento sobre reforma laboral consiste en la Agenda-19, que incluye diversas medidas que hacen aún menos flexible el marco de contratación y que desincentivarían la creación de empleo formal.
Con relación a la segunda reforma agraria –cuyo contenido está más relacionado con la agenda tradicional y conocida del sector que a asuntos de propiedad de tierra–, aún no se materializan aspectos mínimos para su ejecución como la conformación del Gabinete de Desarrollo Agrario y Rural.
En el área tributaria, recientemente se han solicitado facultades legislativas para, entre otras medidas, aumentar tasas a las personas y modificar el régimen fiscal de la minería. Sin embargo, esto último podría derivar en una menor competitividad del sector que ya posee una carga impositiva del 47% de sus utilidades, mayor a la de otros países mineros como Australia (44%), Chile (41%) y Canadá (36%).
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Cuestión de confianza
Una de las secuelas que deja el comienzo del nuevo Gobierno es la normalización de un clima de constante incertidumbre sobre el rumbo de la política económica del país.
Para Diego Pereira, economista jefe para el Perú y el Cono Sur de J. P. Morgan, los cruces en las declaraciones de las autoridades del Ejecutivo han generado desconcierto en los inversionistas. Debido a ello, muchas decisiones de inversión han quedado en pausa, hasta tener una idea más clara de las reglas de juego.
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En efecto, mientras que en otros años electorales la confianza del sector empresarial –indicador altamente relacionado con la inversión privada– comienza a recuperarse a partir de la primera vuelta, lo contrario ha ocurrido en el caso de Castillo. A setiembre de este año, las expectativas sobre la economía no solo acumulan seis meses en terreno pesimista, sino que se sitúan en los niveles más bajos, registrados al inicio de los últimos cuatro mandatos presidenciales. En este contexto, el BCR proyectó que el crecimiento de la inversión privada en el 2022 será nulo.
Dólar al alza
La evolución del tipo de cambio es otra muestra del rumbo incierto de Castillo. Durante los primeros días del nuevo gobierno, y tras la demora en nombrar al titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), la cotización del dólar registró su mayor alza diaria histórica (3,3%), al pasar de S/3,92 a S/4,05. Posteriormente, con el anuncio de una posible expropiación de Camisea, el tipo de cambio subió hasta S/4,14, el máximo nivel del cual se tenga registro.
Esta tendencia contrasta con el patrón registrado al inicio de otras administraciones, cuando el tipo de cambio exhibió una mayor estabilidad. Pese a que el cambio de Gabinete a inicios de octubre alivió significativamente las presiones al alza, estas han sido parcialmente revertidas en los últimos días con la incertidumbre acerca de la “nacionalización” del gas.
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Futuro incierto
Para Jaime Reusche, vicepresidente senior de Moody’s Investor Service, el clima de desconfianza generado en estos 100 primeros días difícilmente se podrá revertir en el corto plazo. Además, el especialista señala que el Perú está desaprovechando la ola de los altos precios de los minerales que, en un ambiente propicio para los negocios, permitiría tasas de crecimiento económico del 6%. Para Reusche, el Perú está perdiendo la oportunidad de distinguirse del resto, y podría empezar a parecerse a una economía más del montón en América Latina.
Asimismo, Alexander Müller, economista jefe de Bank of America para la Región Andina, Centroamérica y el Caribe, asegura que el alto nivel de los precios de los metales empujaría la inversión privada del próximo año al terreno positivo, superando los efectos del ambiente pesimista del actual clima de negocios. Sin embargo, sostiene que dicha perspectiva se podría ver opacada ante eventuales anuncios de expropiaciones, la convocatoria de una asamblea constituyente y la desaceleración del crecimiento de nuestros principales socios comerciales, especialmente China.
En cierto sentido, por lo menos en materia económica, los primeros días de la actual administración dejan al país en mayor incertidumbre que antes de 28 de julio pasado.
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