La inflación se desaceleró más de lo esperado en julio en Estados Unidos, debido principalmente a la caída del precio de la gasolina en las estaciones, aunque igual permanece en un nivel muy alto y ello podría impulsar a la Reserva Federal (Fed) a subir fuertemente las tasas de interés otra vez.
Los precios al consumidor subieron un 8,5% en julio en el lapso interanual, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC) publicado el miércoles por el Departamento del Trabajo. Y en el mes, la inflación es cero, lo que significa que los precios, contra todas las expectativas, no han aumentado en comparación con junio.
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Impulsado por el agresivo gasto de los consumidores de sus ahorros en tiempos de pandemia del COVID-19, las trabas en la cadena de suministro global, la escasez de trabajadores domésticos y la guerra de Rusia contra Ucrania, el IPC se había disparado un 9,1% en el lapso interanual en junio, el registro más alto en 40 años.
Pero el índice de precios al consumidor de julio se mantuvo sin cambios en comparación con el mes anterior, muy por debajo del alza prevista, mientras que el IPC, excluyendo alimentos y productos energéticos de precios volátiles, subió apenas 0,3%, el índice más bajo en cuatro meses, según las cifras.
Los precios al consumidor han mantenido su tendencia alcista en Estados Unidos y ello ha desgastado los presupuestos familiares y, por extensión, la popularidad del presidente del país, el demócrata Joe Biden, que asumió en enero de 2021.
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Los opositores acusan al presidente de propiciar el aumento de la inflación con su gigantesco paquete de ayuda estatal por US$ 1.900 millones para paliar los efectos de la pandemia, promulgado en marzo del año pasado poco después de asumir el cargo.
Los republicanos han renovado las críticas contra la política económica de Biden, advirtiendo que la aprobación del domingo en el Senado de su enorme proyecto de ley sobre el clima y de atención médica denominado “Ley de reducción de la inflación” haría lo contrario al propósito declarado.
Pero a los expertos les preocupa que la desaceleración de la inflación vinculada a la caída de los precios de la gasolina pueda verse compensada por el aumento de los precios de la vivienda.
“El problema más importante es qué sucede con los costos y los alquileres de la vivienda”, escribió Diane Swonk, economista jefe de KPMG, en su cuenta de la red Twitter.
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