Es probable que durante el 2020 hayas asistido a más reuniones virtuales de las que podías soportar. Y también es altamente posible que, en más de una, la cámara de algún participante haya dejado de funcionar, o que oyeras a tu compañero de trabajo entrecortado, o quizás hayas sido tú el que se quedara hablando solo creyendo que todos te escuchaban.
Más allá de estos problemas técnicos, tienes que tener presente que estás en el grupo de los privilegiados, al menos si vives en América Latina. De hecho, sólo 1 de cada 2 hogares cuentan con una conexión de banda ancha fija y, aunque el 69% de la población reporta usar internet, todavía hay cerca de 100 millones de personas -el 20% de la población-, que no tiene un acceso adecuado a internet móvil.
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Esta situación excluye a muchos latinoamericanos de participar en reuniones virtuales, pero también de las oportunidades que ofrecen las economías digitales, como son la telemedicina, teleducación, gobierno en línea y banca electrónica, entre otros. Se calcula que el 31% de los latinoamericanos no tiene acceso a los servicios derivados de la conectividad digital.
Pero como sucede con prácticamente todos los indicadores socioeconómicos en la región, el acceso a Internet también es heterogéneo, tanto entre países como dentro de los mismos países. De todos modos, lo que sí es homogéneo en la radiografía de la conectividad de América Latina es la marcada brecha entre zonas rurales y urbanas. En promedio, la conectividad en las zonas rurales de América Latina es 27 puntos porcentuales más baja que en las zonas urbanas.
Los principales limitantes para llevar infraestructuras digitales a las zonas rurales parecen ser que pocas tecnologías son aplicables para ofrecer un servicio eficiente en zonas alejadas o remotas. Y en muchos casos, las inversiones que se requieren para lograrlo no resultan lo suficientemente atractivas para los proveedores tecnológicos.
De todas formas, existen excepciones. Una de las más promisorias está a más de 3.000 metros de altura, en los andes peruanos, donde Internet para Todos (IpT), un operador mayorista de infraestructuras de telecomunicaciones, está llevando la banda ancha móvil a poblaciones remotas donde el despliegue de infraestructuras convencionales de telecomunicaciones es ahora inviable desde el punto de vista económico.
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El proyecto está liderado por CAF -banco de desarrollo de América Latina-, Telefónica, Facebook y BID Invest, y tiene como propósito conectar a cerca de 5 millones de peruanos sin acceso a internet móvil. Después de un año de inicio de operaciones, ha logrado cubrir a más de un millón y medio de peruanos de localidades alejadas de la costa, sierra y selva, para que puedan acceder a un adecuado internet móvil.
“Este proyecto es una muy buena noticia para América Latina, ya que permitirá reducir las brechas rurales de conectividad a través de tecnologías eficientes y del trabajo coordinado entre el sector público, el privado y los organismos multilaterales. Comenzamos trabajando en zonas rurales de Perú, pero el objetivo es replicar el programa en el resto de América Latina”, explica Mauricio Agudelo, especialista en TIC de CAF.
Además de aumentar la cobertura y la velocidad de las redes e infraestructuras tecnológicas, la iniciativa también está llamada a posibilitar un mayor acceso a servicios digitales en educación, salud e inclusión financiera. El propósito de esta innovadora propuesta es reducir esa brecha digital y conectar a las comunidades rurales de Perú, permitiendo a cualquier operador móvil utilizar su infraestructura 3G y 4G y comercializar servicios de comunicaciones de calidad en estas zonas.
Se espera que Internet para Todos conecte a más de 30.000 comunidades rurales de aquí al 2022. Telefónica del Perú aporta y abre a IpT Perú su negocio rural actual. Facebook, BID Invest y CAF, por su parte, invierten en la nueva compañía con el objetivo de mejorar los servicios de voz existentes y desplegar nueva infraestructura para ofrecer cobertura móvil de internet bajo un modelo mayorista de Network as a Service (NaaS).
Todavía hay mucho trabajo para cerrar las brechas de conectividad en América Latina, pero con iniciativas como Internet para Todos, no es tan inverosímil imaginar a habitantes rurales manteniendo videollamadas y reuniones virtuales desde sus celulares en las que nadie se quede hablando solo.
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