Salvo la ocurrencia de un hecho disruptivo para la economía, todo parece indicar que en 2023 Perú habrá producido más cobre que en el año anterior; sin embargo, las predicciones acerca del incremento de la cotización internacional de este mineral ya no apuestan por el alza, sino por la baja o, en todo caso, por su estancamiento, lo que viene generando repercusiones en la industria. Hoy, la TM de cobre vale varios puntos menos que hace un año.
Desde la óptica tributaria, siendo un país donde la industria minera contribuye más de quince puntos del PBI, ello implicaría una menor recaudación de los impuestos y gravámenes que afectan al sector. Los datos publicados por la SUNAT para el primer semestre parecen confirmarlo, influenciados también por los desaciertos políticos, la reducción de la actividad económica a nivel nacional, la baja en el tipo de cambio, entre otros aspectos. Las proyecciones del PBI y de la inversión minera para este 2023 tampoco lucen alentadoras. Es decir, podríamos estar camino a la estanflación.
Muchos especialistas en el mercado de ‘commodities’ sostienen que el precio del cobre permite predecir el comportamiento de la economía, dado que este mineral es vital para sectores claves (construcción, transporte y energía son algunos ejemplos). A mayor demanda y precio, mayor crecimiento, por eso le llaman “Doctor Cobre”. Este indicador no es infalible, pero puede permitirnos tener una idea de hacia dónde vamos en el mediano plazo.
Ni el Perú ni sus gobernantes pueden controlar los valores de cotización internacional de dicho mineral, el tipo de cambio (cuando éste fluctúa como resultado de lo que ocurre fuera de nuestro país), ni los eventos de origen climático como el fenómeno de El Niño.
Entre los aspectos que sí están en la esfera de control de nuestras autoridades, se encuentran los tiempos para la obtención de permisos administrativos ligados a la actividad minera; el nivel y plazos asociados a la resolución de controversias tributarias (muchas de ellas vinculadas a este sector); y la ejecución (con capacidad técnica) del presupuesto financiado con recursos generados por esta industria extractiva para afrontar desastres naturales. Nuestros gobernantes están obligados a tener una mejor visión de promoción de la industria minera, así como a trazar una estrategia para alentar la inversión en esta actividad, lo que, sin duda, impulsaría nuestra economía.
Pese a la cotización internacional actual, el cobre sigue siendo clave en la transición energética. El Perú, país minero, es uno de los principales exportadores mundiales del metal rojo. Debemos hacer lo posible por alentar la inversión privada en el sector, reducir la informalidad y ampliar la base de contribuyentes. Esto atañe a todos los poderes del Estado. El rol que juega la minería para ayudarnos a avanzar en ello es fundamental.