El tema ambiental ha estado en la agenda pública desde hace unas semanas, lamentablemente no porque se esté discutiendo una política de acción inmediata para luchar contra la contaminación, o porque se están definiendo acciones para promover el uso de energías limpias, sino debido a un desastre ambiental. Un derrame de petróleo en el mar producido cuando se descargaba el hidrocarburo desde el buque a la Refinería La Pampilla. El impacto ha sido más grande de lo debido y ha afectado la flora y fauna de nuestro mar y playas, así como las actividades económicas que se realizan en estos espacios costeros.
No es la primera vez que tenemos derrames de petróleo en nuestro país, éstos han sido recurrentes por muchos años en la amazonía. Según reciente estudio de la Coordinadora de Derechos Humanos y OXFAM, entre el 2000 y el 2019 se han registrado 474 derrames de petróleo en la Amazonía peruana. Tampoco son los únicos tipos de desastres ambientales que tenemos. El desastre ambiental en “La Pampa”, en Madre de Dios, por la minería ilegal sigue destruyendo desde hace muchos años zonas inmensamente ricas en biodiversidad, y amenaza constantemente áreas naturales protegidas como la Reserva Nacional de Tambopata y el Parque Nacional del Manu, además de promover actividades delictivas e inseguridad.
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La reacción tardía y desorganizada del Estado no es una novedad. Así como tampoco lo es la acción de muchas empresas privadas, grandes y pequeñas, que generan daño ambiental por ahorrarse algo de dinero o por no mitigar los riesgos que sus actividades generan en terceros.
Una gestión pública moderna y eficiente requiere una fiscalización permanente y sanciones ejemplares, pero también debe promover mecanismos e instrumentos que incentiven acciones de prevención y respuesta frente a posibes riesgos ambientales. No es suficiente tener planes de contingencia o mecanismos que están escritos en papel, se tiene que implementar instrumentos económicos innovadores.
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¿Quiénes son los encargados de hacer que esto suceda? Las autoridades del sector ambiente son los que deberían liderar estas acciones, con el apoyo de otros sectores, como Energía y Minas, Producción, Agricultura, y el Poder Judicial. Es aquí donde nos enfrentamos a otros desastres ocurridos recientemente. La evidente falta de idoneidad de los ministros recientemente nombrados, donde el sector ambiente parece ser de poca o ninguna importancia para el país. Existe una total incongruencia de nuestras autoridades cuando expresan la importancia de la sostenibilidad ambiental, o la lucha contra la contaminación y las acciones frente al cambio climático, y luego se nombran en los cuadros de mayor importancia en la gestión ambiental a personas con poco o ningún conocimiento técnico y experiencia en el tema.
La situación ambiental que enfrentamos revela que no hemos entendido que la sostenibilidad ambiental es un componente esencial para nuestro desarrollo. Todavía creemos que es un apéndice. Muchas empresas prefieren pedir perdón, que pedir permiso, es decir, dañar el ambiente o ponerlo en riesgo y luego ver como lo remediamos. El problema es que muchos de los impactos ambientales son irreversibles. Nuestro país no merece lo que le está pasando, nuestra riqueza natural tampoco.
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