El Perú tiene enormes riquezas naturales, culturales, históricas y gastronómicas, y estas son un activo permanente para la industria del turismo. No en vano Perú ha sido elegido por tercera vez sede de APEC y será anfitrión de unas 160 reuniones de alto nivel durante el 2024. De otro lado, Lima será nuevamente sede de los Juegos Panamericanos 2027, con todo lo que ello implica. Consistentes con estas buenas noticias, las autoridades del sector se han propuesto superar la meta de 3,2 millones de turistas para este año.
Aunque el futuro luce alentador, hay que considerar la situación actual y el camino que falta recorrer. Si tomamos los últimos niveles registrados por IATA a junio del año pasado, Perú registraba un promedio anual de 0,65 viajes por habitante. En comparación, Argentina registraba 0,6, mientras que Brasil lucía bastante más abajo con 0,45. Pero por encima de nosotros está Colombia, con 0,78 y Chile, a la cabeza de Sudamérica, con 1,21 viajes por habitante por año. El promedio de la región es de 0,79, mientras que Estados Unidos tiene una tasa de 2,6 y en España es de 4,5 viajes por habitante.
En otras palabras, Perú está en una especie de “trampa” de media tabla. El país está a un paso de recuperar los niveles de pasajeros registrados al momento de la pandemia, lo cual está muy bien, por ahora. Pero si se quiere alcanzar un escenario óptimo y llegar a su máximo nivel estimado, al 2032, Perú deberá ejecutar un plan de desarrollo y fomento que permita incrementar el volumen de pasajeros en no menos de 5,5% cada año, hasta llegar a 34 millones de pasajeros anuales.
¿Alcanzar estas tasas de crecimiento es posible? ¡Pues vaya que sí! El país ya ha demostrado poseer ese músculo: entre 2009 y 2019 el transporte aéreo en el país creció a una tasa promedio anual de 10,4%, muy por encima del promedio regional, que alcanzó 7,5%.
¿Cuál debe ser la agenda a desarrollar para retomar el camino del crecimiento en la industria aérea, que es la columna vertebral del turismo? Algunos de los puntos pendientes de la agenda fueron tratados hace poco en el último Airports Council International en Perú.
Considero que la primera limitante para llegar al tráfico que vemos en Europa son las altas tasas de embarque; un pasajero suele pagar más de US$100 de tasas e impuestos para viajar a y desde Perú. Necesitamos seguir el ejemplo de Brasil y pensar en fomentar el crecimiento y no los impuestos. Debemos de cambiar también que los derechos de tráfico presenten condicionamientos innecesarios; existe una aplicación inconsistente de los derechos sobre los espacios de operación en los aeropuertos; la capacidad aeroportuaria está al límite -y, en algunas oportunidades, ausente-; los regímenes regulatorios son costosos; falta conciencia sobre el valor de la aviación y su influencia en el turismo y, finalmente, urge la necesidad de una agenda compartida y con continuidad entre el sector público y privado. La ruta está trazada y la oportunidad clara para que el Perú se convierta en potencia turística, de desarrollo económico y bienestar para las comunidades.
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