Desde el inicio de la cuarentena, hemos tenido más de 200 conversaciones a profundidad con directores, presidentes, gerentes generales y gerentes de RR.HH. de las empresas más relevantes del país, con las que trabajamos habitualmente. Muchas de ellas reciben año tras año reconocimientos por su compromiso con sus marcas empleadoras, con el desarrollo sostenible, con el cuidado de su reputación, por sus esfuerzos para ser buenos lugares para trabajar, entre otros distintivos empresariales.
Y ha sido muy duro, pero a la vez interesante ser testigos de primera mano de las diferentes maneras cómo estas organizaciones enfrentan los retos que la crisis les ha puesto por delante. Hemos visto líderes con gran sensibilidad social, empáticos, preocupados por sus equipos, su salud física y emocional y muy cercanos a su gente. Y comprometidos con apoyarlos de muchas maneras, aun en sectores donde las empresas no tienen la posibilidad de operar casi en absoluto en el mediano plazo.
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Hemos visto también líderes para sacarse el sombrero, trabajando 18 horas al día siete días a la semana para tratar de aminorar el impacto de la crisis en su modelo de negocio, en su gente, en sus clientes o en su viabilidad futura. Hemos visto líderes, hombres y mujeres excepcionales, totalmente abocados en diseñar soluciones para cuidar a quienes deben trabajar a diario exponiendo su salud, privilegiando esos cuidados por encima de cualquier interés económico. Nada daría más que poder relatar aquí algunos de esos casos con nombres y apellidos.
Podría relatar también muchísimas iniciativas creativas e innovadoras que algunas de estos líderes y sus equipos han encontrado para enfrentar sus retos. Mi punto es señalar cómo hoy en el Perú podríamos establecer también esa relación casi directa entre estos líderes que con sus acciones nos han demostrado que son responsables, empáticos y coherentes con sus valores humanos y con los resultados que sus organizaciones vienen teniendo en los últimos años. No por nada el profesor Jeffrey Pfeffer de la Universidad de Stanford estudia hace años esa correlación que establece lo que él llama: “La ecuación humana, generando resultados poniendo a la gente primero”, que es también el nombre de uno de sus libros. Sus investigaciones comprueban que las organizaciones lideradas con el foco en las personas, su compromiso y satisfacción terminan siendo mucho más rentables y sostenibles que aquellas que no lo son.
Creo que nos urge, aun en medio de la crisis, reconocer con generosidad el enorme trabajo que han hecho muchos de esos líderes que desde la empatía han logrado lo imposible por cuidar a sus equipos para que sus organizaciones sigan operando durante la cuarentena. Han hecho posible que no se rompan las cadenas alimenticias, de salud, logísticas, financieras, de pagos, de comunicaciones y tantas otras en beneficio de todos. Mientras la gran mayoría nos cuidábamos desde casa, muchísimos peruanos se han jugado la vida por nosotros, cada día. A todos ellos y a sus líderes, ¡gracias infinitas!
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