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Dado que esta será mi última columna en Día_1 como editor central de Economía y Negocios de El Comercio, quisiera tomarme la libertad de agradecerles personalmente por haberme acompañado durante estos últimos cuatro años. En breve asumiré un nuevo desafío en el sector privado, donde me verán defendiendo, siempre con honestidad y ánimo constructivo, todo aquello que he defendido en este espacio. Sigo pensando, como lo he hecho siempre, que la empresa es el principal agente de cambio en una sociedad, pero que el enorme potencial que tiene para impactar positivamente depende de que sepa escuchar al ciudadano (una de cuyas facetas es ser consumidor pero no la única) y trabajar conjuntamente con el Estado, en pos de aquellos objetivos que nos llevarán, más temprano que tarde, a ser un país próspero.
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Afortunadamente, estamos en ese camino, aunque a veces cueste reconocerlo. De manera coincidente, termino esta gratificante experiencia en el periodismo –que ha durado nada menos que una década– acompañando a una delegación público-privada que busca captar inversiones para el país fuera de sus fronteras. No muchos han tenido la oportunidad de ver, en vivo y en directo, cómo trabajan conjuntamente nuestros más destacados funcionarios públicos con una nueva camada de empresarios peruanos modernos y con visión de futuro para mostrarle al mundo el potencial que tiene nuestro país. He visto este esfuerzo desde que se creó inPerú y no deja de emocionarme. Es como una película que quisiera ver una y otra vez.
Entre otras razones, porque no es difícil comprobar cuán distinta –para mejor– es la interacción entre nosotros mismos cuando estamos fuera del país. No se ve esa desconfianza típica entre el sector público y el privado que con demasiada facilidad se convierte en enfrentamiento. Se encuentran los puntos de coincidencia y se construye sobre ellos. Los empresarios celebran el compromiso de los servidores públicos y viceversa. La estrategia es pragmática antes que ideologizada. El ruido político coyuntural desaparece para poner énfasis en los retos estructurales de largo plazo.
Algo que uno advierte nítidamente al hablar con inversionistas extranjeros es que ellos nos describen en mucho mejores términos de los que nosotros usamos para autocalificarnos. Nos cuesta admitir que, pese a los retos pendientes, nunca hemos tenido como país una mejor perspectiva de futuro. Ya no me tendrán en este espacio contándoles al respecto, sino que estaré en el llano bregando yo mismo por ello. Espero que mantengamos la amistad y la conversación constructiva. Una vez más, muchísimas gracias.