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Esta no es la primera vez en la historia del Perú en que se habla de la necesidad de un aeropuerto más grande para Lima. A inicios de los años 50, se discutía sobre lo mismo aquí, pero con distinto protagonista: no era el Jorge Chávez el aeropuerto pequeño –de hecho, este ni existía–, sino que se pedía uno que reemplace al casi colapsado primer aeropuerto que tuvo nuestra capital: el de Limatambo.
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Fue esa urgencia de contar con un terminal aéreo más grande la que motivó la construcción del Jorge Chávez, precisamente. Aunque el aeropuerto de Limatambo era relativamente nuevo para la época –su moderno terminal tenía apenas 12 años de uso– había quedado chico frente al desarrollo que se proyectaba para Lima como centro de conexiones aéreas de Sudamérica. [Sí, ya entonces se hablaba de nuestra capital como un ‘hub’ regional, debido a su excelente ubicación geográfica: al centro del continente por el Pacífico].
El general FAP Óscar Gagliardi cuenta que, con ese objetivo en mente, un equipo de ingenieros de Córpac liderado por el presidente de la institución, Federico Hilback, encontró, en noviembre de 1956, una zona ideal para el nuevo aeropuerto, ubicada a 12 kilómetros de Lima, en el norte del Callao.
“Los aspectos meteorológicos de esta nueva área eran bastante buenos. Además, los terrenos solo estaban a 25 metros sobre el nivel del mar, mientras que en Limatambo estaban a 145 metros”, refiere al respecto el blog de historia “Lima la Única”.
Fue en ese sitio, finalmente, donde se construyó el que hoy es el principal aeropuerto internacional del país, el Jorge Chávez.
Gagliardi apunta que un aspecto fundamental para elegir la zona fue su lejanía de las urbanizaciones que formaban la ciudad de entonces. “La distancia de las áreas urbanas reducía el riesgo de un accidente durante los aterrizajes o despegues de las naves”, añade.
Ello facilitó la decisión, y en 1958 ya se firmaba el contrato para la ejecución de la obra, que fue concesionada por el Estado al consorcio Ingenieros Contratistas Generales, bajo el mando de Carlos Costa.
Todo hace indicar que el proceso que dejó lista la zona para la construcción fue rápido. En marzo de 1959 ya Córpac contaba con el 100% de los terrenos saneados para edificar el aeropuerto, y estaban en curso los trabajos de limpieza y nivelación de tierras. En 1960 se comenzó a pavimentar la rampa de estacionamiento, y poco después las zonas de taxeo y la pista principal, que tenía 45 metros de ancho y 3.507 de largo, y cuya base –con las obras de mantenimiento que fueron necesarias a lo largo del tiempo– sigue en uso hasta ahora.
Aunque el aeropuerto inició sus operaciones el 30 de octubre de 1960, no fue sino hasta diciembre de 1965 que el presidente Fernando Belaunde lo inauguró oficialmente, y le dio por nombre Jorge Chávez, como reseña el blog “Lima la Única”. Y es que, hasta entonces, el terminal había estado operando con instalaciones provisionales y enfocando su servicio al tráfico aéreo internacional, dejándole el nacional a Limatambo.
Por eso años, y aunque cueste creerlo, se comparaba nuestro terminal con los consagrados Orly (París), Fiumicino (Roma), y se decía que estaba casi al nivel del John F. Kennedy (Nueva York) o Montreal (Canadá).
Hay suficientes indicios para darle cabida a esas versiones. Sucede que, por aquella época, Lima vivía lo que algunos pilotos han llamado la “edad dorada” de la aviación comercial en el Perú. “Fueron años de un gran desarrollo de la industria en nuestro país. El aeropuerto solía ser base de las operaciones de aerolíneas grandes y de cobertura internacional, como Panagra”, refiere John Elliot, un piloto que voló sobre todo el país en distintas aerolíneas en las décadas del 50 y 60, y que fue presidente de la Asociación Peruana de Aviación Comercial (APAC).
VOLVER AL FUTUROAl hacer el repaso del contexto que precedió y generó la necesidad de un aeropuerto internacional grande para la época, como el Jorge Chávez, lo primero que uno percibe es que ya a mitad del siglo pasado se hablaba de Lima como ‘hub’ regional e, incluso, como la puerta de salida del comercio de nuestro continente al Asia y Medio Oriente.
¿Cuántas oportunidades de conseguir ese objetivo se han perdido? Para finales de los años 50, como dice R.E.G. Davis en su libro “Líneas aéreas de Latinoamérica”, nuestro país ya había lanzado al mundo cuatro aerolíneas peruanas de un alcance tal que llegó, con sus rutas y por primera vez en el continente, hasta Europa. Faucett, Panagra, PIA y APSA estaban en esa lista de privilegiadas. Pero ahora los retos son otros y el Jorge Chávez necesita reinventarse. Un recambio justo tras 55 años de vida.