Informe IPE / El Comercio. Según las últimas cifras de la Superintendencia Nacional de Migraciones (SNM), de los 2,3 millones de venezolanos que han emigrado debido a la crisis, 400 mil residen en nuestro país. Ante este escenario, diferentes afirmaciones –muchas de ellas inexactas o falsas– han formado parte de la discusión pública. En ese sentido, resulta relevante analizar los efectos que tiene y podría tener la inmigración venezolana sobre la economía peruana, más aun considerando que la literatura sobre la migración hacia países en desarrollo es escasa.
EMPLEO, SALARIOS Y PRODUCTIVIDAD
Una de las pocas investigaciones que aborda de manera comprensiva la migración hacia países en desarrollo es el estudio “¿Cómo los migrantes contribuyen a los países en desarrollo?” de la OECD y la OIT. Dicho trabajo evalúa el efecto de la migración en el mercado laboral, el crecimiento económico y las finanzas públicas en 10 países en Latinoamérica, Asia y África en los que la migración representa en promedio el 5% de la población total. Esta cifra, cabe resaltar, es mayor a la que se registra en el Perú (1,3%).
Según el estudio, en promedio la migración posee un impacto muy limitado en los trabajadores nativos a escala nacional, puesto que representa una porción muy pequeña de la fuerza laboral total. En este sentido, en ninguno de los 10 países estudiados la llegada de migrantes ha generado mayor desempleo en los trabajadores locales. Por el contrario, al analizar los efectos a nivel subnacional, en dos de los 10 países el desempleo de trabajadores locales habría disminuido.
Al respecto, según Fernando Cuadros, viceministro de Promoción del Empleo, actualmente solo 6 mil venezolanos tienen un empleo formal privado; es decir, representan menos del 0,2% de la PEA ocupada formal. Incluso si se considera a las casi 200 mil personas que cuentan con el permiso temporal de permanencia (PTP) o están en el proceso de obtenerlo, estos representarían cerca del 3,5% de la PEA ocupada formal.
Pero el sector formal, tanto para inmigrantes como para peruanos, lo ocupa una minoría. Según una reciente encuesta de la Oficina Internacional de Migraciones (OIM), el 70% de los inmigrantes venezolanos se encuentra trabajando y se estima que cerca de 275 mil de ellos laboran en un empleo informal. Ello representa cerca del 3% de la PEA ocupada informal. En ese sentido, Miguel Jaramillo, investigador del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade), indica que el impacto sobre el empleo debería ser mínimo y en sectores particulares, como comercio y servicios, donde existe una alta rotación. Dichos sectores, cabe recordar, tienen las tasas más altas de informalidad, solo después de la actividad agropecuaria.
Considerando un incremento en la oferta de trabajo, resulta razonable pensar que podrían existir efectos sobre los salarios. En ese sentido, el estudio de la OECD y la OIT señala que los inmigrantes estarían dispuestos a aceptar condiciones menos favorables que un trabajador local, como, por ejemplo, un menor salario. Así, dicho estudio también indica que es recurrente que en ocupaciones de mediana calificación se encuentren trabajadores migrantes sobrecalificados.
Lo anterior se corrobora en el caso peruano a partir de la información provista para Lima Metropolitana por la encuesta de la OIM y la Encuesta Nacional de Hogares 2017. La primera se aplicó entre abril y mayo del 2018 a 700 venezolanos, mientras que en la segunda solo se consideró a peruanos con un trabajo informal que laboran al menos 40 horas a la semana. El 34% de venezolanos gana un salario entre US$200 y US$300, y el 55% un salario mayor a US$300. Sin embargo, el 22% de los peruanos obtiene un salario entre US$200 y US$300, y el 67% un salario mayor a US$300.
Según Jaramillo, si bien la mayor oferta de empleo podría afectar el nivel de los salarios, el efecto sería temporal y tendería a estabilizarse debido a la fuerte resistencia salarial a la baja y la eventual reasignación de la fuerza laboral venezolana en función a su productividad y capacidades.
PRODUCTIVIDAD Y CRECIMIENTO
El efecto sobre la productividad dependería de las características de los inmigrantes y la facilidad para moverse a sectores que demanden mano de obra entrenada. En relación con lo primero, la encuesta de la OIM sobre los venezolanos indica que el 53% tiene entre 18 y 29 años, el 61% son solteros, el 65% tiene algún nivel de estudios superiores y el 52% tenía un trabajo dependiente en su país. Además, entre las principales actividades en las que se desempeñaban en Venezuela destacan el comercio (24%), función pública civil, policía o Fuerzas Armadas (15%) y construcción, manufactura e industria (14%).
En relación con lo segundo, las políticas de inmigración y las normas laborales aún se encuentran en un proceso de adecuación. Al respecto, menos de un quinto de los inmigrantes venezolanos cuentan por ahora con el PTP, y son muchos menos los que han podido reconocer sus títulos de educación superior. Eventualmente, los venezolanos, como cualquier migrante, deberían ocupar puestos de trabajo acorde con sus habilidades y formación. Según el estudio de la OECD y la OIT, migrantes más calificados tienen el potencial de aportar a la transferencia de conocimientos e innovación, lo cual tendría un efecto positivo sobre el crecimiento económico. Sin embargo, regulaciones nacionales como la que impide a las empresas privadas contratar más del 20% de la planilla de trabajadores extranjeros o las onerosas distorsiones en el Impuesto a la Renta desincentivan esta transferencia.
EFECTO FISCAL
En siete de los nueve países evaluados (se excluyó uno por insuficiencia de información), los migrantes poseen una contribución pequeña pero positiva, lo que quiere decir que el fisco recibe más del migrante que lo que gasta en él. Uno de los factores que inciden en este resultado es el bajo acceso de los migrantes a los sistemas de protección social, puesto que usualmente laboran en el sector informal. En el caso peruano, no se cuenta con información detallada sobre el efecto fiscal de la migración.