En el Día del Pisco Sour, los productores pisqueros observan un difícil panorama para la industria. Con profundo lamento, recuerdan que atrás quedaron los años en donde la bebida bandera del Perú era la estrella en ocasiones como fiestas y reuniones. Y es que, hoy en día, el aumento de casos por la segunda ola ha exigido un nuevo confinamiento.
“Ahora, no existen eventos masivos. Solo existen reuniones en casa, con la familia”, afirma un empresario del sector.
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“Un buen año para el pisco es donde las ocasiones de consumo están en su máxima plenitud: playa, fiestas en la noche, parrilla de muchas personas, discotecas, eventos, matrimonios y eventos masivos”, especifica.
Solo el año pasado, la venta de pisco cayó de forma estrepitosa. La época de cosecha, que comenzó a mediados de febrero de 2020, se encontraría con el difícil contexto por la pandemia del COVID-19.
“Nosotros cosechamos nuestras propias uvas una vez al año. Si se altera la cosecha, se alteró el año”, explica José Moquillaza, productor pisquero.
Conforme a cifras de Cómex Perú, entre enero y julio de ese año se exportó pisco por un valor de US$1′655.029: un 54,7% menos frente a lo que se registró en el mismo período del 2019 (US$3′658.693).
A medida que la economía dio sus primeras señales de recuperación, los negocios fueron retomando sus actividades –vía delivery o atención en salón de acuerdo con protocolos aprobados por el Minsa–. Con ello de fondo, los restaurantes, por ejemplo, iniciaron con la reactivación.
Y aunque el ritmo de las ventas marchaba bien, el freno, nuevamente, vino de golpe.
“En noviembre y diciembre tuvimos una disparada de venta de pisco. Pero inmediatamente clausuraron muchos locales [de consumo y restaurantes]”, dice el empresario del rubro.
SIN EVENTOS, SIN VENTAS
Ante el avance de la pandemia, y con las reuniones sociales suspendidas para prevenir el contagio, Moquillaza resalta que en el 2020, las ventas retrocedieron un 80%, ante una menor distribución a bares y hoteles.
Si bien se tratan de medidas de contención, el panorama aún es incierto para la industria. “No sabemos qué va a pasar”, comenta Moquillaza.
A estos problemas, de acuerdo a los expertos consultados, se suma el poco alcance generado por el programa Reactiva Perú para apoyar el impulso de sus negocios, así como el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), el cual se elevó de S/ 2,17 a S/ 2,22 por litro.
EN STOCK
En estas fechas, la ingeniera Doraliza Huallanca está preocupada debido a la próxima cosecha de uva –que comienza en marzo–, la cual iba a ser destinada a algunas bodegas para la elaboración de pisco.
“En cuarentena [del año pasado] he sacado setenta toneladas de uva. Las he tenido que procesar, hacer pisco y aún no lo he vendido”, recuerda.
“Ahora tengo la siguiente campaña. Voy a empezar a cosechar y no sé qué hacer porque nadie quiere comprar”, añade.
Al respecto, y como una alternativa, señala que la uva producida puede ser consumida directamente. Por ejemplo, la uva quebranta.
“Todas las uvas pisqueras se pueden consumir directamente como uva fresca”, refiere. “Hace falta un ente que canalice para que eso llegue a donde debe llegar, que es al público”.
Tratándose de la bebida bandera del Perú, los empresarios consultados han dado a conocer su preocupación por la situación que enfrentan (y enfrentarán este 2021).
“Lo único que podemos hacer es desviar el camino y regresar a lo que era antes: que la uva para pisco se vendía para consumo”, concluye Huallanca.
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