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En tiempos en los que el cargo de presidente regional se encuentra tan desprestigiado, Martín Vizcarra es un hombre que camina por las calles orgulloso de su labor.
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No se esconde. No agacha la cabeza. No miente. El actual presidente regional de Moquegua en vez de adversarios tiene admiradores. Ha sido tentado en dos oportunidades para formar parte del Consejo de Ministros del presidente de la República, Ollanta Humala, y en ambas ha declinado.
“Mi compromiso con Moquegua es de cuatro años y lo cumpliré hasta el último día”, dice. En otras palabras, no se aferrará al cargo.
El presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), Rómulo Mucho, lo grafica de otra manera. “Martín es un hombre muy preparado y justo. Pero sobre todo un gran negociador”, explica.
El recuerdo más inmediato es el impasse que se resolvió allá por el 2012 entre la región sureña y la empresa Anglo American, que buscaba la licencia social para su proyecto minero Quellaveco.
Por entonces, la población tenía temores. ¿La nueva mina traerá contaminación? ¿Nos quitará el agua que tenemos? ¿Qué nos dará a cambio de beneficiarse con nuestro territorio?
Los dos inconvenientes técnicos fueron resueltos en la mesa de diálogo con la presentación de los estudios técnicos y la explicación consiguiente a los pobladores. Pero el tercero generó más de un dolor de cabeza. La empresa ofreció S/.400 millones durante toda su estadía: más de 30 años.
Los representantes del lado moqueguano pidieron S/.2.000 millones. Entre idas y venidas, Anglo American subió a S/.680 millones. Los representantes del Gobierno Central estaban contentos, pero Vizcarra como ingeniero graduado de la UNI sabía que los precios de los minerales en alza les permitían mayores exigencias.
Dijo no y puso una cifra definitiva: S/.850 millones. Los ministros de Estado estaban casi al borde de la desesperación. Finalmente, la compañía aceptó y añadió S/.150 millones para la construcción de una presa de agua.
“Estoy seguro de que Martín, con su poder de convencimiento y diálogo, habría podido sacar adelante el proyecto Conga en Cajamarca”, añade.
LA EDUCACIÓN COMO BASE
Desde el 2011, Moquegua lidera el ránking de educación en todo el país. El Instituto Peruano de Economía (IPE) la señala como la segunda región más competitiva, solo detrás de Lima, y de tener una de las economías con mayor crecimiento. Solo en el 2013 avanzó un 16%.
“Miguel Palomino, del IPE, me ha dicho que si Moquegua participara, como un país, en la prueba PISA sería uno de los primeros de Sudamérica”, infla el pecho Vizcarra.
Constantemente, representantes de las UGEL de Puno, Arequipa y regiones cercanas viajan a observar qué hace Moquegua para obtener esos resultados. Incluso el propio ministro de Educación, Jaime Saavedra, ha ido en busca de una respuesta.
Los pilares del gobierno de Vizcarra fueron atraer la inversión privada responsable y el impulso a la educación. “No solo de proyectos mineros, sino energéticos y próximamente del sector comercio”, agrega.
En el caso de la educación, dice, que al principio cometió un error. “Quise poner a mi región en materia educativa en el siglo XXI, pero la realidad me golpeó: no estábamos ni en el siglo XX. Había colegios sin baños, sin luz, sin buena infraestructura”.
Esa fue su primera tarea, luego vino la supervisión y el apoyo de las familias. “El Minedu tiene un programa denominado PELA, que consiste en enviar personas para que vean cómo un maestro se desempeña en el aula. Necesitábamos 100 y el presupuesto del Minedu era para 48. Decidimos pagar el resto de salarios”.
También se trabajó en aumentar los días de clases. Si antes por Fiestas Patrias, se perdía hasta una semana, se dispuso que las actividades no interrumpieran las labores. “Si debía que hacerse una actuación un sábado no importaba. Pero los horarios de clases eran sagrados”.
En marzo de este año, Vizcarra volvió a sentarse a negociar. Con sus técnicos desarrolló un ambicioso proyecto: llevar tecnología de punta a los 300 colegios de la región. Se requerían S/.108 millones. Tocó la puerta de Southern. Le dijeron que podían apoyar, pero solo para su zona de influencia.
Vizcarra se retiró con la siguiente frase: todo o nada. Southern lo llamó unos días después y dijo sí. En el 2015, todos los docentes moqueguanos tendrán una laptop y serán capacitados en informática. Los colegios tendrán salas de cómputo y pizarras digitales. Estarán en el siglo XXI.
Cuando eso suceda, Vizcarra no será más el presidente regional. No irá a la reelección. Tampoco sabe si volverá a la política. Por lo pronto regresará a su labor empresarial, pero si ve que su trabajo es necesario para la región o el país estará listo para ponerse el overol.