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En la historia de la cumbia peruana hay varios momentos claves que explican su creciente influencia en la escena musical. Por ejemplo, en los 80 la agrupación provinciana Los Shapis llenó más de una vez el Estadio Nacional de Lima, un hecho que ningún conjunto local ha vuelto a repetir.
A finales de los 90, el furor de la tecnocumbia recorrió todo el país e incluso entró a las campañas políticas. En el 2009, el Grupo 5 fue el primero en dar conciertos en las discotecas más exclusivas de la capital y viajó a sitios tan lejanos como Japón.
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Pero, quizá en marzo de este año se haya dado el punto más alto de este fenómeno: el concierto de Corazón Serrano –el grupo del momento– fue transmitido un sábado en horario estelar por una de las cadenas televisivas líderes del mercado: Frecuencia Latina.
El hecho pudo ser una anécdota, pero se ha repetido más de tres veces y los resultados han sido auspiciosos, las presentaciones han liderado el rating.
Ante este panorama, hay muchas preguntas que caen por sí solas. ¿En qué momento se encuentra la cumbia peruana? ¿Hay un futuro de largo plazo para la cumbia o solo estamos ante una etapa más? ¿Qué pasos debe dar el sector para mantenerse en la cresta de la ola?
EL RENACER DE LA CUMBIALa tragedia automovilística del grupo Néctar en Argentina, acaecida en el 2007, ocasionó que los medios de comunicación peruanos empiecen a preguntarse qué había pasado con ese género que a finales de los 90 lideró las preferencias musicales, explica Armando Massé, director ejecutivo de Apdayc.
La sorpresa fue general: había cerca de diez agrupaciones que causaban grata impresión en el público, siendo el buque insignia el Grupo 5.
“El impacto mediático le dio visibilidad a todas esas orquestas que tenían una larga trayectoria en provincias y que estaban por conquistar Lima”, dice Santiago Alfaro, sociólogo de la PUCP.
Así, además del Grupo 5, estaban Los Hermanos Yaipén, Orquesta Candela, Los Caribeños, Marisol y la Magia del Norte, Tony Rosado, entre otros grupos. Alfaro la denomina como la cuarta etapa de este género.
¿Cuáles fueron las predecesoras? La primera arrancó con Enrique Delgado y la agrupación Los Destellos a mediados de los 60. Luego vino la cumbia andina o chicha, que tuvo su máximo apogeo con Los Shapis y Chacalón en los 80.
A finales de los 90, el lugar lo ocupó la tecnocumbia y la primera oleada que provino del norte: Agua Marina y Armonía 10.
Sergio Zavala, gerente de Negocios de Corporación Radial del Perú (CRP), recuerda bien esa irrupción. “Nosotros vimos que existía una oportunidad en el mercado y lanzamos en el 2008 la Nueva Q, la primera emisora con contenido 100% de cumbia. Rápidamente nos convertimos en la radio más escuchada del país”, dice.
Massé menciona que otras radios también se sumaron a la ola: La Mega, Onda Cero y hasta Panamericana, cuya tradición siempre fue la salsa “Cambiaron gran parte de su programación, porque era lo que todo el mundo escuchaba. Luego vino La Karibeña, la radio de los Capuñay, en el 2009”, añade.
Hasta el 2011 se vivió una luna de miel inimaginable. Los conciertos se sucedían en Lima norte, sur, este y hasta en distritos como Miraflores y Barranco, lugares hasta donde no había llegado antes.
“Hubo una democratización del género. Hasta las empresas del sector privado convocaron a los grupos para sus campañas de publicidad”, rememora Alfaro. Claro, Telefónica, Backus y Cementos Sol fueron las principales.
El antropólogo de la Universidad de Ciencias y Humanidades (UCH), Carlos Leyva, señala que el buen momento económico del país durante esos años también fue un factor que se debe tomar en cuenta. “Se contó con un mercado más amplio, compuesto por un público con más recursos económicos en comparación con otras circunstancias”, revela.
Pero a finales del 2011 hubo una contracción del mercado por el inevitable desgaste de los grupos. Entonces el lugar fue ocupado al año siguiente por Corazón Serrano, una agrupación del norte que vino con una propuesta un tanto distinta, el sanjuanito, pero quizá con algo más importante: una alianza estratégica con La Karibeña, una radio con cientos de emisoras en el país y que ya había conquistado la capital.
¿UNA NUEVA ETAPA?Hoy el reinado de la agrupación norteña es evidente: tiene un promedio de cinco presentaciones por semana. En cada una de ellas cobra hasta S/.60 mil, llevando un promedio de 10 mil personas por concierto. Incluso, en ocasiones reúne hasta 30 mil.
Víctor Yaipén, fundador de la orquesta que lleva su apellido, no niega la presencia abrumadora de Corazón Serrano ni tampoco que otros grupos han reducido el número de sus presentaciones.
“En nuestro caso, tenemos conciertos todos los fines de semana, tanto en Lima como provincias. Sin embargo, antes las presentaciones también se daban los días laborables”, afirma. El músico dice que su tarifa está entre S/.35 mil y S/.40 mil por presentación, bastante por debajo del líder.
Las ingresos de los conciertos no se contabilizan solo por las ventas de entradas, que recaudan hasta S/.300 mil en un evento de 10 mil asistentes, sino también por negocios adicionales: la venta de peluches, DVD musicales y la cerveza.
Francisco Farroñay, administrador de El Huaralino, uno de los diez locales preferidos para este tipo de conciertos en la capital, dice que en una fiesta exitosa se pueden consumir más de 1.500 cajas de cerveza. Eso significa recaudar S/.180 mil más. En otras palabras, cada concierto llega a mover medio millón de soles.
Massé indica que es necesario que otros grupos compitan de igual a igual con el líder indiscutible para que el negocio musical se fortalezca y esté en la cresta de la ola como mínimo unos tres años más. “Antes había hasta 10 que sonaban fuerte, hoy es básicamente uno y otros pequeños”, advierte.
Zavala dice que sí existen grupos y que en poco tiempo saldrán a ser parte de este ‘boom’. El ejecutivo afirma que en Nueva Q ya suenan agrupaciones como La Única Tropical, Pasión Norteña, La Típica y El Lobo y la Sociedad Privada. “Considero que la cumbia se mantendrá en lo más alto todavía por un buen tiempo”.
El sociólogo Alfaro explica que ha identificado el potencial que tiene esta última agrupación. “Tiene un arrastre muy grande en una parte de la selva y en toda la Carretera Central. Incluso sé que dará un concierto en Estados Unidos. No sería nada raro que se convierta en un gran competidor”, precisa.
Otra novedad que surgió a partir del 2011 -y que se presenta como un potencial- fue que los centros comerciales empezaron a beneficiarse de cierta manera del negocio musical.
Por ejemplo, Elka Popjordanova, gerenta general de Plaza Norte, explica que desde hace tres años alquilan la explanada del enorme local para estos espectáculos. “Contamos con una capacidad para 20 mil personas”.
Del mismo modo, el Real Plaza, en su local de Santa Clara, suele alquilar su explanada para este tipo de eventos. Es más, el sábado pasado albergó uno multitudinario.
Y como se adelantó al inicio de este informe: la televisión y la radio se han sumado con fuerza. Todo parece ir bien, pero no hay historias completamente felices. Los problemas del sector son tan grandes que, de no ser resueltos en el corto o mediano plazo, la cumbia podría tener una baja sensible.
LOS CAMINOS A SEGUIR“Calculo que solo el 30% de las agrupaciones son formales”, reflexiona Massé, antes de contar una anécdota del sector.
La historia es así. Hace un par de años, el grupo Mallanep tuvo un fugaz éxito con un par de canciones. Sonó en las radios de provincia y de Lima. Sin embargo, jamás registró su nombre ante Indecopi. Entonces, otros empresarios se percataron de ese grave error, contrataron un par de músicos, registraron el nombre y empezaron a dar conciertos en la capital. “Utilizaban su nombre y su repertorio, con todo el perjuicio que eso significa”, añade.
Alfaro dice haber visto cómo empresarios cumbiamberos cobraban al final de una presentación el dinero en efectivo y lo ponían en bolsas. Víctor Yaipén, fundador de la orquesta norteña, no niega que alguna vez hayan trabajado así, pero dice que hoy todo es distinto.
“Ahora somos una empresa constituida. Tenemos un contador, un abogado, un relacionista público y oficinas en Lima y Chiclayo. Pagamos nuestros impuestos y recibimos los pagos en cuentas bancarias”, afirma.
Día_1 buscó conocer la versión de la Sunat para saber cuál es el porcentaje de evasión de impuestos en el sector, pero no obtuvo respuesta.
Apdayc indica que en el 2010 los conciertos movieron alrededor de S/.280 millones, siendo la mitad generada por la cumbia. “Hoy debe haber caído entre 20% y 30% porque básicamente está sostenido por un grupo taquillero. Pero los montos podrían ser más grandes si hubiera menos informalidad”.
Otros dos grandes inconvenientes que añade Zavala son la alta rotación de figuras artísticas y el abuso indiscriminado de los ‘covers’.
“Llega un momento en el que los fanáticos no saben en qué agrupación están sus artistas favoritos y peor aun si las canciones son las mismas”, critica.
Todos los consultados consideran que las orquestas de mayor trayectoria han entendido que sin estos cambios sus fanáticos les perderán el rastro y esto significará obtener menores ganancias, por lo que vienen trabajando en esa dirección.
Asimismo, destacan otras iniciativas. Por ejemplo, citan el caso de los videos musicales. “Hasta hace un tiempo no invertían mucho. Ponían de fondo el paisaje de una ciudad y nada más. Hoy involucran a actores, graban en distintas locaciones. Hay una mayor producción”, indica Alfaro.
También precisan que los empresarios del sector buscan ofrecer un mejor espectáculo a través de la inversión en mejores instrumentos, parlantes, luces y escenografía. La idea es clara: buscar que un concierto de cumbia no tenga nada que envidiar al de otro género.
Como se observa, el camino no ha sido nada sencillo y tampoco lo será: el lugar que ocupa actualmente la cumbia y la ventaja que le ha sacado a otros ritmos musicales en el Perú costó años de trabajo. Zavala es optimista con el futuro y lo resume así. “El género con más agrupaciones y mayores ingresos es la cumbia, está en lo más alto y es difícil que sea reemplazada”, sintetiza.
Y quizá el mejor ejemplo sea esa triple alianza entre un canal de TV, un grupo radial y un grupo cumbiambero que nació este año. Un hecho que cayó por su propio peso.