Tamara Avetikian El Mercurio/GDA
La Cepal golpeó fuerte las expectativas de América Latina, al rebajar significativamente las estimaciones de crecimiento para la región, y en especial para Chile, ubicándose este entre los tres países en que la proyección a la baja es mayor.
Los datos del organismo internacional se suman al inquietante Imacec de 0,8% de junio, entregado esta semana por el Banco Central. La cifra evidencia una agudizada desaceleración de nuestra economía, la que llama la atención incluso en el contexto regional.
De hecho, aunque toda América Latina aparece enfrentando problemas similares, una mirada más detenida sobre los distintos países permite detectar diferencias importantes.
Ellas no solo se relacionan con la magnitud de la desaceleración, sino también con las políticas que se impulsan y con el tipo de reformas que cada gobierno pretende llevar a cabo para enfrentar la pobreza y la desigualdad social.
El panorama se completa al constatar además la calidad de sus instituciones democráticas y el respeto a las libertades públicas.
REFORMAS Y PROGRAMAS Uno de los enfoques es el de México, donde se han diseñado reformas que “tienden a crear un entorno más favorable a las empresas y están orientadas a reducir la desigualdad mediante el crecimiento económico”, según George Gray Molina, economista del PNUD.
Otra visión es la de Brasil, que “ha optado por un modelo de protección social”, enfocando sus esfuerzos a disminuir la “desigualdad mediante la inversión pública”, destinando enormes recursos a programas sociales como Bolsa Familia o Hambre Cero, que suponen ayuda directa, en bonos y subsidios, para los más vulnerables.
En cambio, los economistas cuestionan la falta de medidas liberalizadoras para dinamizar el crecimiento.
En el caso mexicano, el gobierno del PRI se embarcó en importantes reformas –educacional, energía y telecomunicaciones– sin temor a arriesgar su capital político ante el embate de poderosos sindicatos. Enrique Peña Nieto no titubeó ante las presiones de los gremios, llegando a encarcelar a la presidenta de los docentes.
Esa fue una potente señal para que los sindicalistas del petróleo no le hicieran la guerra frente al proyecto de ley que incorpora a capitales privados en la emblemática Pemex.
Brasil, por su parte, se juega por la asistencia social, sin descuidar un manejo macroeconómico que, sin embargo, ha tendido en el último tiempo a escaparse de las manos de la autoridad, con cifras de inflación inquietantes.
El “efecto calle”, con las protestas de la clase media el año pasado y la caída en la popularidad de Dilma Rousseff, suscitó una pronta reacción gubernamental. Esta incluyó lograr la aprobación de la ley que destina el 75% de las regalías de los nuevos yacimientos de petróleo a Educación, y el 25% a Salud.
También prometió mejorar infraestructuras y transporte, demandas claves de los manifestantes.
ARGENTINA EN PROBLEMAS Los sucesivos gobiernos de los Kirchner han puesto énfasis en los programas sociales, pero con menos rigor técnico que Brasil, logrando apoyo político de la población pero sin éxitos reales en el combate contra la pobreza.
El coqueteo con el populismo ha traído consecuencias nefastas para la economía del país, que, según muchos, ha desperdiciado una década de gran crecimiento al no hacer las inversiones necesarias en sectores como infraestructura, salud y educación, lo que podría hipotecar el futuro inmediato del país.
En contraste, Colombia atraviesa uno de los mejores momentos económicos de su historia, con un crecimiento sostenido y récords de inversión extranjera, a pesar de la incertidumbre que significa el proceso de pacificación que se negocia con las FARC.
La estrategia del gobierno de Juan Manuel Santos ha sido dar fuerte respaldo a los empresarios, sobre todo a los pequeños y medianos productores. Sin embargo, no ha dejado de lado importantes programas sociales, especialmente en el agro, en sectores vulnerables y azotados por el conflicto con la guerrilla.
Las reformas educacional y de salud han sido resistidas fuertemente por la población, a lo cual respondió Santos con el retiro de proyectos y la apertura de una amplia discusión entre los involucrados.
PERÚ CONTRA LA DESACELERACIÓNEn el Perú, Ollanta Humala, quien asumió con una agenda más bien de izquierda, sigue sorprendiendo por las medidas que toma, orientadas a reactivar una economía en desaceleración.
Se acaba de aprobar una ley que modifica el sistema tributario para permitir el pago de deudas, y otras normas que promueven la inversión en minería y en el sector petrolero.El presidente peruano no parece preocupado de medir su popularidad, que es baja, sino de proyectar a su país al futuro.
Otra polémica ley promulgada por Humala es la referida a las universidades, que deja en manos del Ministerio de Educación la supervisión de los planteles, algunos apuntados con el dedo por falta de calidad de la enseñanza y corrupción.
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