Sentado en una de las butacas del mítico teatro Julieta, el recordado director de teatro Jorge Chiarella acuñó una frase que hoy resuena con temor en el mundo de las artes escénicas y la cultura peruana autogestionaria: “De pronto, el sueño del teatro propio se ha convertido en una pesadilla”.
Siete meses han pasado desde que se cancelaron las funciones al público; tiempo que permitió develar la fragilidad de esta industria no considerada como tal. “Llegaba abril, mayo...no se mencionaba la palabra cultura en ningún lado. Los ingresos desaparecieron, pero las deudas siguen ahí”, explica Chiarella.
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Aranwa, la asociación cultural que fundó con su familia, hoy tiene el teatro Ricardo Blume en Jesús María. Un sueño que nació en los 80 y que, con esfuerzo, pudo concretar. Mantenerlo en tiempos de pandemia ha sido una de esas experiencias que no pensó enfrentar.
“Lo entendemos, nosotros recibimos público. Pero los pasivos siguen ahí. Entre predial, luz y otros servicios, son cerca de S/20 mil. A ello súmale una deuda. Logramos reprogramarla, pero tenemos que cumplir con ese pago”, comentó el director de teatro.
Según datos que compartió la Red de salas y espacios alternativos del Perú, se han cancelado cerca de 453 temporadas en el país, 3.239 funciones que representan cerca de S/4,5 millones paralizados por la cancelación ante la cuarentena.
“Son espacios autogestionados. Conseguimos ingresos que nos permiten cubrir gastos y nada más. Si cierras una semana, no tienes ingresos. Imagínate ahora, estamos con unas dudas increíbles”, comenta Ximena Arroyo, presidenta de la Red de Salas y espacios alternativos del Perú.
LA EXPERIENCIA DEL JULIETA
La calle Porta en Miraflores alberga un renovado teatro Julieta. Poco antes de llegada la crisis, se consiguió invertir para mejorar el espacio que, con el pasar de los meses, capturaba a un nuevo público bajo una propuesta de más funciones por semana. “Dos horarios en el día, tres obras en la semana, estábamos cultivando un público muy interesante”, comenta Lucía Castro, productora del teatro.
Hoy el teatro está cerrado. Los casi S/20 mil que cuesta mantenerlo se redujeron a S/8 mil por la menor actividad. “Pero se está acumulando como deuda. El Julieta puede que tenga cierto respaldo económico, pero existen otros espacios que no”, comentó.
A pocas cuadras se encuentra el Teatro de Lucía, que por más de ocho años ha sido administrado por la familia Bernasconi. Sandra, quien se encarga de mantenerlo, cuenta lo difícil que ha sido la cuarentena. “El teatro daba para vivir a ocho familias y ahora una familia, mi familia, tiene que pagar los gastos del teatro más sus propios gastos. Es bastante difícil”, comenta la también actriz.
Con las deudas encima, el Teatro de Lucía se prepara para retomar sus actividades. “Tenemos algunos proyectos para grabar dentro de nuestro espacio. También está la ayuda que extendió el Gobierno”, agregó.
Boris Vizcarra, quien administra la casa cultural Campo Abierto, explicó que dicho apoyo se trata de un fondo de S/50 millones para el sector cultura. “Son muchas las expresiones culturales que serán consideradas. Todos están postulando y esperando a que haya respuesta. El problema es que es una cantidad mínima, el peligro de cierre existe con muchos espacios a lo largo del país”, comentó.
LAS OPORTUNIDADES
Vichama Teatro, en Villa El Salvador, ha comenzado a dictar talleres de teatro para niños a través de canales digitales. “Esta crisis nos ha brindado esa posibilidad que recién estamos haciendo nuestra”, comenta César Escuza, director del teatro. En diálogo con El Comercio, reflexiona sobre el alcance de esta ayuda del Estado.
“Son muchos los llamados, pero pocos los escogidos. Las organizaciones de cultura viva comunitaria son las más afectadas, también porque muchas de ellas son informales. Hoy el Estado pone una valla muy alta de requisitos en vez de socializar. Comunidades amazónicas que no pueden inscribir un proyecto, por ejemplo”, comenta.
En Cusco, casa Darte espera también comenzar talleres digitales de danza y teatro en los próximos días. “Pero también esperamos el retorno presencial, con menor aforo. No sabemos si seremos beneficiados con el apoyo. Ante ello, estamos esperando que se nos pueda permitir acceder a préstamos a bajo interés. Nosotros no tenemos esa posibilidad”, aseveró Mauricio Rueda, codirector de la referida casa.
En una situación más complicada se encuentra José González, gestor cultural Fachas en Madre de Dios. “Nosotros alquilamos espacio. Estábamos con nuestras cosas casi preparadas para salir. Logramos hablar con el dueño del espacio para que pueda esperar. Hace poco nos comunicaron que conseguimos el apoyo económico del Estado, pero no sabemos hasta ahora cuándo es que llegará. Tampoco sabemos cómo irá el próximo año”, aseveró.
La Red de salas y espacios alternativos del Perú ha comunicado que ya han cerrado 5 espacios en el país producto de la pandemia. El número, en la medida que no se den las medidas, podría seguir en aumento.
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