Durante el primer semestre del 2022, las 500 personas más ricas del mundo, entre las que se encuentran Mark Zuckerberg (Facebook), Jeff Bezos (Amazon) y Elon Musk (Tesla... ¿y eventualmente Twitter?) registraron una pérdida de más de US$1 billón. Las compañías de algunos de estos personajes también han tenido un duro primer semestre. Por ejemplo, Tesla tuvo su peor trimestre hasta junio, mientras que Amazon cayó al máximo desde la burbuja de las “puntocom”. Complementariamente, los primeros seis meses del año han sido sumamente agresivos para el S&P500, que registra su peor caída desde 1970.
Estos datos nos sirven de termómetro económico. El 2022 ha sido y continúa siendo duro. Aunque los ojos y preocupaciones de muchos están puestos en el segundo semestre, es poco o nada lo que puede preverse a estas alturas del año. El riesgo de que Estados Unidos enfrente una recesión se incrementa y los agentes del mercado ya se encuentran incorporando este escenario en sus perspectivas, al menos como un escenario alternativo. Para este año, el país del norte debería crecer 1,7%, cifra que hoy parece (bastante) optimista.
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La ralentización de la economía estadounidense no es una buena noticia para Latinoamérica, así como tampoco lo es la ralentización de la economía china, lo que afectaría de manera significativa al Perú, pues mantenemos con el país asiático una estrecha relación comercial en la que la exportación de cobre tiene especial importancia.
Este ‘commodity’, en línea con otros minerales industriales, ha mostrado un retroceso en las últimas semanas. Esto, justamente, por la preocupación latente sobre la desaceleración de la actividad económica global. Si esto continúa así, como se proyecta, y el precio del cobre se estabiliza, los ingresos fiscales peruanos terminarán moderándose/ajustándose.
¿Habría que guardar pan para el segundo semestre? En general, nos toca ser cautos dado el escenario de incertidumbre que es complementada además por la guerra entre Rusia y Ucrania que aún continúa. Uno de los mejores escenarios sería que la economía global se ralentice, pero sin entrar a una recesión.
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