La población económicamente activa de Lima Metropolitana llegó a las 5,5 millones durante el 2023, un incremento del 2,9% frente al 2022, según información del último reporte de situación del mercado laboral, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Si bien el empleo adecuado en la ciudad tuvo un repunte interanual de 6,6% en el 2023, superando la barrera de los 3 millones, la mayor variación se vio en el subempleo invisible.
Se entiende que una persona está adecuadamente empleada cuando labora 35 o más horas a la semana y recibe ingresos por encima del ingreso mínimo referencial, y por aquellos que trabajan menos de 35 horas semanales y no desean trabajar más horas. En cambio, el subempleo se puede dar de dos maneras. En primer lugar, el subempleo por ingresos o subempleo invisible es aquel en el que los trabajadores laboran más de la jornada completa, pero no pueden cubrir el costo de la canasta mínima, que hoy asciende a S/415. En tanto, el subempleo por insuficiencia de horas o subempleo visible existe cuando las horas de trabajo del empleado no son suficientes respecto a las que este desea desempeñar.
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Así, mientras que durante el 2023 el subempleo de Lima Metropolitana tuvo un ligero repunte de 0,4%, llegando a las 2,1 millones de personas. su subempleo invisible creció 8,9%, siendo la forma de trabajo de 1,7 millones de empleados en la capital. Es decir, a pesar de que la cantidad de subempleados no varió demasiado, hubo un crecimiento significativo de quienes laboran teniendo un salario menor a S/415.
En tanto, el subempleo visible tuvo una caída interanual de 23,1%, llegando a 442 mil personas.
Por otro lado, la población desocupada en la capital alcanzó las 379 mil personas, una caída del 10% frente al 2022. A pesar de esto, sigue por encima de las cifras prepandémicas, cuando se registraron 346 mil desempleados.
Reacciones
Según especialistas consultados, los resultados del informe demuestran que en el país se están generando puestos de trabajo, aunque no lo suficientemente productivos ni con las condiciones necesarias para asegurar el bienestar de los empleados.
“En el mercado formal el empleo todavía crece, pero se está desacelerando. En términos de subempleo hay que indicar que no necesariamente se trata de empleo informal, pero sí de bajos ingresos. El indicador señala que en general existe una baja calidad de empleo”, afirmó Hugo Perea, economista jefe de BBVA Research.
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En el mismo sentido, Jorge Toyama, socio del estudio Vinatea & Toyama, destacó que hasta el tercer trimestre del 2023 la informalidad se venía reduciendo, pero esto no se dio producto de una mejor oferta laboral, sino porque los sectores donde se genera el empleo son poco productivos, por lo que otorgan menores salarios.
“La informalidad se ha reducido, pero no es porque hay mucho más empleo formal, sino porque el empleo de mayor productividad es el que más se ha perdido. Hoy los sectores que más generan empleo son los no productivos, como Servicios y Comercio. En cambio, los empleos que se pierden son en los sectores productivos. Por eso es que ha crecido el subempleo por ingresos, porque el empleo que se crea es en el que se gana menos que el promedio”, explicó.
Según Miguel Jaramillo, investigador principal de GRADE, este escenario se da porque las empresas de los sectores productivos han reducido sus inversiones, lo que se traduce en el estancamiento y la reducción de puestos de trabajo con buenos estándares.
“La caída del empleo se explica por los sectores de Agricultura, Pesca y Minería, donde la reducción de empleo fue más fuerte. Tiene que ver fundamentalmente con la caída de la inversión privada por el entorno político que, en algunos casos, muestra a autoridades que tienen animadversión contra el sector privado”, indicó.
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Las fuentes coincidieron en que es positiva la desaceleración del desempleo, pero que urge que el Gobierno Central brinde las condiciones necesarias para que los puestos de trabajo creados tengan las condiciones adecuadas. El lento crecimiento económico juega en contra de la creación de nuevos empleos.
“Crear un ‘shock’ de confianza es muy difícil. Más allá de eso, el 2023 se cerró con la recesión y si bien va a haber un rebote en el 2024, el cambio en la tendencia tardará al menos un trimestre en verse. Así, aunque el PBI de enero o febrero sea bueno eso solo se verá reflejado tres meses después”, aseguró Toyama.
En ese contexto, los sectores caídos a fines del año pasado podrían tener un rebote en los próximos meses, pero ello no se traduciría en mejores condiciones laborales.
“No espero mejoras sustantivas en la calidad del empleo. Seguramente en el 2024 habrá más empleo por un efecto rebote. Los sectores golpeados como Agricultura, Pesca o Construcción sí o sí van a rebotar. Como han tenido años tan malos seguramente van a aumentar su actividad económica, lo que podría traducirse en más empleos. Pero tengo dudas de su calidad. Se necesitaría un Gobierno con ideas más claras y que apunte a promover más la inversión privada para tener otra proyección”, cuestionó Jaramillo.
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Al igual que Jaramillo, para Perea, una forma de revertir la tendencia es generando un escenario favorable para la inversión. Sin embargo, la falta de decisión por parte del Gobierno Central para afrontar temas polémicos no hace presagiar cambios cercanos.
“El deterioro del mercado laboral es reflejo de una economía débil. Para revertirlo, por ejemplo, se debería terminar de eliminar los rezagos de las políticas laborales impuestas en el Gobierno de Pedro Castillo. La prohibición de la tercerización está suspendida, no eliminada. El Gobierno Central podría dar un mensaje derogando la norma, pero no se pronuncia en este ni en otros casos. Luego, hay reformas laborales más amplias que se deben hacer, pero hoy no hay espacio para discutirlas”, reflexionó.
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