“No somos comunistas, nosotros no hemos venido a expropiar a nadie, nosotros no hemos venido a ahuyentar las inversiones. Por el contrario, llamamos a los grandes inversionistas, los empresarios para que vayan al Perú”, dijo en su discurso el presidente de la República, Pedro Castillo, ante la OEA como parte de la visita que realizó junto al ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, y la comitiva peruana a esta institución y a la ONU, la semana pasada. A esta afirmación, se sumó el compromiso de brindar seguridad jurídica a los empresarios estadounidenses que inviertan en el país durante una reunión con la U.S. Chamber y, la Cámara de Comercio Americana del Perú (AmCham Perú), entregándoles así un mensaje de (inesperada) calma.
Incluso, en sus reuniones uno a uno, el presidente resaltó la necesidad de mantener la inversión privada en niveles saludables, incluyendo la minera. Así lo dio a conocer Richard Adkerson, CEO y presidente de la minera estadounidense Freeport MacMoran, quien durante el evento Rumbo a Perumin contó que se reunió con el presidente Castillo para tratar temas como la propuesta gubernamental peruana para implementar el concepto de ‘rentabilidad social’ en los proyectos extractivos. Aunque no se llegó a una decisión sobre los temas planteados, según Adkerson, el empresario se llevó una buena impresión de nuestro mandatario e hizo hincapié en la preocupación de este por la “lucha de los pobres del Perú”. Lo documentado durante este viaje podría concluir que el Gobierno fue enfático en asegurar que la relación con el Estado peruano es confiable, que no es un Gobierno adverso a la inversión privada y que para esta gestión es tan importante el impulso como la transparencia, la claridad en las reglas de juego y el respeto a los trabajadores.
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Pero la confianza no es un ‘commodity’. No se compra ni se da por sentada. Es necesario, por parte del Estado, construirla para que se sustente en la coherencia y consistencia entre lo que se dice y lo que hace. Temas como los distantes puntos de vista entre la Presidencia del Consejo de Ministros y el Ministerio de Relaciones Exteriores, la demora de la elección de los directores del Banco Central de Reserva (BCR)–a pesar de la continua reconfirmación de que Julio Velarde ha aceptado quedarse–, el impulso a la llamada ley de medios, el ruido alrededor de potenciales cambios en el Gabinete y la ausencia del presidente Castillo en Rumbo a Perumin, dan señales más bien confusas que terminan germinando incertidumbre y restando puntos a la credibilidad y confianza necesarias para continuar remando en medio de la crisis sanitaria y económica en la que nos encontramos.
En este momento, en el que el rezago electoral ha llegado a su fin, da la impresión que habiendo tocado la campana, el salón de clase necesita cada vez más y con más urgencia que el profesor tome las riendas de la lección.
Para invertir sin desconfianzas, sin dudas y sin temores, como solicitó el presidente, los inversionistas y empresarios necesitan más nueces y menos ruido.
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