“Desde mi punto de vista, atribuir el Mundial a Qatar fue un error. El primer problema que apareció entonces fue el clima”, dijo el pasado 8 de noviembre Joseph Blatter, expresidente de la FIFA. Un error que la actual directiva del ente que regula el fútbol mundial no reconoce y que puede costarle caro, más allá del clima y el dinero.
“La elección de Qatar se explica por interés comercial, por ganar dinero, pero ahora hasta eso está en entredicho: la cerveza ha sido prohibida y eso colisiona con uno de los auspiciadores”, dice Aldo Panfichi, sociólogo y vicerrector de investigación de la PUCP. Sin embargo, más allá de lo comercial, se ha cuestionado muchísimo la elección de Qatar por la falta de libertades y de respeto a los derechos humanos y a las diferencias que se reportan desde ese país. “El Mundial es una expresión de multiculturalidad. Los países, independientemente de sus características, convergen en los mundiales para mostrar sus habilidades deportivas y su matriz cultural. Todo eso colisiona cuando se realiza en una sociedad tan rígida como la de Qatar. Es una especie de contrasentido hacer una fiesta deportiva multicultural en un Estado que no reconoce ni fomenta lo multicultural de forma horizontal”, añade Panfichi.
“Efectivamente hay un atentado contra los valores deportivos al organizar el mundial en Qatar. El primer aspecto a destacar es el origen de la copa del mundo. El diario parisino Le Monde señaló que la designación estuvo marcada por elementos poco claros, como la reunión entre Blatter, el ex presidente francés Nicolas Sarkozy y Michel Platini, que en ese entonces era mandamás de la UEFA. Seis meses después de dicha reunión y ya con la sede en el bolsillo, Qatar compraba aviones de guerra a Francia por más de 16 millones de dólares”, señala Alonso Cárdenas, docente de la UARM.
Hay una incongruencia evidente, pues si navegamos en la página web de la FIFA encontramos que la institución se rige sobre 11 objetivos, entre ellos: proteger los valores positivos, luchar contra todas las formas de discriminación, promover el respeto mutuo y proteger los derechos humanos. ¿Se cumplen acaso estos objetivos al organizar el Mundial en Qatar? El periodista Pedro Ortiz responde: “La FIFA tiene el poder de un país, y una cosa es que los países tengan problemas, pero otra es validar restricciones y abusos. No puedes poner como pretexto una competencia deportiva para pasar estas cosas por alto”.
¿Pero qué está pasando concretamente por alto la FIFA? Episodios como los que protagonizó Khalid Salman, antiguo jugador de la selección nacional de Qatar y uno de los embajadores del Mundial, quien declaró en una entrevista que ser homosexual “es pecado y una enfermedad mental”. O la cantidad de denuncias de trabajadores muertos desde el 2010 por laborar en condiciones infrahumanas en la construcción de estadios, y cuya cifra real aún sigue siendo un misterio. Qatar tiene una población de 3 millones de habitantes, por lo que su mano de obra no era suficiente, y tuvieron que traer trabajadores de India, Pakistan, Nepal, entre otros países. “Amnistía Internacional ha denunciado que los trabajadores extranjeros han sido explotados, se les prohibió formar sindicatos, no tenían contrato, mucho menos seguro de salud. La gravedad del asunto es tal que se denunció que entre el periodo 2010 y 2019, más de 17 mil trabajadores extranjeros murieron en circunstancias que no se han esclarecido”, apunta Cárdenas.
La FIFA organiza varios eventos a lo largo del año, pero el Mundial de Fútbol con diferencia es el que más beneficios le reporta. ¿El dinero se pone un paso por delante de cualquier valor deportivo? “Cuando João Havelange llegó a la presidencia de la FIFA, en 1974, se dio cuenta de que la institución tenía el potencial de hacer mucho dinero. Entonces, más que generar valores buscan generar recursos”, sentencia Ortiz.
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