Entre las más recientes polémicas viralizadas en las redes sociales encontramos las fuertes críticas contra la cantante Rosalía. La propuesta musical y estética de esta joven catalana usa elementos de la cultura gitana y del flamenco. ¿Su delito? Presunta apropiación cultural. La activista gitana Noelia Cortés acusó a Rosalía desde su cuenta de Twitter de apropiarse de una cultura que no le pertenece para lucrar con esa imagen.
Otro caso igual de intenso es el que surgió tras el lanzamiento de la Barbie Catrina en México. Tras su anuncio en agosto, México no tomó tan bien esta nueva muñeca y en las redes sociales condenaban su aparición. Ver a la Catrina, un querido personaje popular mexicano del Día de los Muertos, convertida en una muñeca Barbie sería ofensivo para algunos, pues se estaría utilizando esta expresión tradicional con fines comerciales y banales.
En el Perú, ¿qué sucede cuando un costeño usa un chullo andino? ¿O un tacneño crea una ilustración con elementos shipibos? ¿Nos estamos apropiando de otra cultura? ¿Es homenaje, plagio, inspiración? Según su definición, “un plagio consiste en copiar una obra ajena y hacer pasar esa copia como propia”, nos comenta Viana Rodríguez, experta en derecho de la propiedad intelectual. En el caso de Catrina, Mattel nunca dejó de mencionar el origen mexicano del personaje. Además, Catrina, antes de convertirse en el símbolo de la celebración de la muerte, fue creada por el caricaturista José Guadalupe Posada, quien falleció en 1913, hace más de setenta años, y, por lo tanto, la imagen ya es de dominio público. En este caso Mattel no estaría incurriendo en plagio. Sin embargo, ¿se trataría de apropiación indebida considerando que la Catrina es una celebridad en la fiesta popular de la muerte en México? ¿A quién le pertenece este personaje ahora que es de la colectividad? ¿Es realmente un homenaje vender una muñeca a cien dólares?
“Apropiación indebida es hacer pasar como propio algo que originalmente pertenece a la creación intelectual, en este caso, creación cultural de otro grupo de personas o colectivo”, explica Diego Ortega, profesor de Propiedad Intelectual de la Universidad del Pacífico. Incluso, haciendo la mención es necesario solicitar una autorización. “Los límites son muy abstractos en términos de fondo”, nos comenta Alberto Martorell, doctor en Derecho de la Cultura. “En su forma, el sistema de registros y reconocimientos de derechos previos está pensado en términos muy occidentales”, agrega Martorell. Es un problema de vacíos legales y hasta de poco respeto a las expresiones culturales de Latinoamérica.
Moda y reconocimientoEn 2015, mientras Susana Harp —cantante y actual senadora de México— caminaba por Las Vegas, encontró en una tienda unas blusas que llamaron su atención. Se trataba de vestidos de la comunidad indígena mixe de Santa María Tlahuitoltepec (Oaxaca) con etiquetas de Isabel Marant, una importante diseñadora francesa, y la inscripción “Made in India”. La cantante, desconcertada por encontrar estas prendas tradicionales siendo comercializadas sin el debido reconocimiento, colgó la foto en Twitter y causó revuelo. “Nadie está diciendo que no lo hagan, solo invítennos a la fiesta”, exigía Harp, en una entrevista, en referencia a Marant y al escándalo de Carolina Herrera, que también fue acusada de apropiación.
Por su parte, Ortega siempre recomienda que, para determinar si estamos ante un caso de apropiación indebida, debemos verificar si la obra todavía tiene derechos de autor; y, si los tiene, cotejar si hubo la debida autorización para su uso. ¿Pidieron Marant o Herrera autorización a la comunidad? ¿La involucró o reconoció? ¿Compartirá sus ganancias? Es importante resaltar que cada caso tiene su propia naturaleza y debe ser analizado por entidades competentes. En el Perú la encargada es Indecopi. Según Ortega, “Nuestra legislación asigna de manera directa este tipo de obras al dominio público; por lo tanto, cualquier persona podría usarla”. Pero una de las principales demandas de las comunidades es el reconocimiento. Si no hay impedimento, lo mejor sería pedir permiso e involucrar a los creadores. Se trata de principios.