En el devenir de la arquitectura peruana el año 1945 resulta clave. En ese momento, el joven arquitecto Luis Miró Quesada Garland publicó “Espacio en el tiempo”, un libro en el que expresaba sus ideas respecto a la necesidad de modernizar la arquitectura y las artes en general en el Perú cuando todavía estaban vivos los debates respecto a qué camino debían seguir los imaginarios nacionales bajo los experimentos del estilo neocolonial o neoperuano, o de las expresiones reivindicativas del indigenismo.
Miró Quesada, apoyado en las ideas de Le Corbusier, proponía una nueva forma de ocupar el espacio siguiendo formas determinadas por el impulso creador del arquitecto o del artista. Sin desmerecer nuestras referencias culturales propias, el autor del ensayo encuentra en el abstraccionismo “puro y categórico” un nuevo signo de época, un nuevo paradigma de libertad que debía guiar la producción no solo estética sino también intelectual del ser humano moderno.
Estos planteamientos teóricos cobrarán vida dos años después, en 1947, cuando Miró Quesada y un grupo de estudiantes de la Escuela de Ingenieros, entre los que se encontraban Adolfo Córdova, José Polar, Carlos Williams, así como personajes del ambiente literario, cultural y artístico limeño como Fernando de Szyszlo, Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson y Javier Sologuren, firman un manifiesto que sería el acta de nacimiento de la Agrupación Espacio, un colectivo que buscaba dar “al hombre nuevo su nueva residencia. La residencia funcional, auténtica, fórmula de los postulados esenciales de la época, libre de todo estilo y anécdota accesoria”, tal como reza el documento publicado en El Comercio el 15 de mayo de aquel año.
La nueva ciudad
Los integrantes de la Agrupación Espacio generan charlas, debates en torno al arte y la arquitectura, conciertos de música moderna e instauran una sección fija semanal en El Comercio, donde avivan el debate respecto a qué tipo de ciudades deberíamos tener. En uno de estos textos, publicado el 9 de febrero de 1949, en respuesta a un artículo del arquitecto Héctor Velarde, la agrupación cuestiona la idea de salvar una Lima colonial. “Aclaremos, en Lima hay monumentos coloniales —desgraciadamente, la mayor parte crudamente rejuvenecidos— pero no es una ciudad colonial. […] Salvemos valores reales y no tratemos de perpetuar valores ficticios”, escriben. “Para nosotros —añaden—, salvo determinados ejemplares de valor histórico arquitectónico, el resto no solo no debe tratar de conservarse, sino es necesario, decente y conveniente demoler; pero no, para seguir construyendo la absurda y nociva construcción actual, sino para poder rediseñar técnica y concienzudamente nuestra vieja Lima”. En otro texto (9 de junio de 1949) piden defender las pocas áreas verdes de la ciudad. Y en otro (22 de setiembre de 1949) ponen ya en evidencia el caótico tráfico limeño. Se sorprenden de que los vehículos demorasen 15 minutos en llegar desde Miraflores hasta 28 de Julio; y de 10 a 15 minutos más para alcanzar la plaza San Martín.
La construcción de unidades vecinales surge gracias al impulso de diversos arquitectos, entre ellos los miembros de la Agrupación Espacio. La Unidad Vecinal de Mirones, conocida como la número 3, inició su construcción en 1950.
Transformación moderna
El arquitecto Sharif Kahatt, quien, en un ensayo reciente (“El Perú como proyecto”), ha resaltado los aportes de la Agrupación Espacio, destaca que sus miembros no solo promovieron el arte y los premios nacionales de Arquitecturas para los edificios modernos, sino que —con los años— se involucraron en proyectos públicos del Estado y sus postulados se fueron convirtiendo en el discurso oficial durante los gobiernos de Manuel Prado y Fernando Belaunde. “Eso es lo más valioso —dice Kahatt—, ellos se convierten en agentes de cambio en un momento histórico cuando existe una idea de progreso social y material conjunto”.
“Miró Quesada y estos jóvenes arquitectos —agrega— buscan el desarrollo del país y se encuentran con un impulso de época fomentado también por el Gobierno de Estados Unidos, que se convierte en una especie de gran hermano latinoamericano, con el apoyo a exposiciones itinerantes y la visita de arquitectos estadounidenses a Lima y a otras ciudades de la región”.
Y bajo nuestro cielo gris comienzan a aparecer construcciones hechas a través de los cánones modernos. Para Kahatt, la gran bisagra entre lo anterior y lo moderno fue la construcción de la Unidad Vecinal N° 3, camino al Callao; luego vinieron las unidades del Rímac, Mirones y sobre todo Matute, en La Victoria, proyecto iniciado por Santiago Agurto en 1952 y ampliado una década después por su discípulo Enrique Ciriani.
Fue diseñada por ‘Cartucho’ Miró Quesada, quien también vivió en ella. Su construcción empezó en 1947 y terminó en 1948. Está ubicada en el distrito de Jesús María y en 1996 fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación.
Antes (1947-1948), el propio Luis Miró Quesada construyó la Casa Huiracocha, en Jesús María, que, con sus volúmenes cilíndricos, espacios abiertos y formas geométricas, será toda una declaración de principios sobre la arquitectura moderna en el Perú.
Por esos años, las avenidas Wilson (hoy Garcilaso de la Vega) y Tacna se perfilaban ya como lo más moderno de Lima, con edificios emblemáticos como Ferrand (1947) y La Fénix (1945-1948). Cerca de ahí, el edificio de radio El Sol (1953) le haría ganar al propio Luis Miró Quesada el premio Chavín de Arquitectura.
La abstracción
Pero más allá del urbanismo, la Agrupación Espacio fue un epicentro cosmopolita que introdujo en el Perú teorías artísticas nuevas, venidas de Europa. “Miró Quesada formula las tesis teóricas del grupo, pero son artistas como Szyszlo quienes van abriendo camino hacia la abstracción; después viene el informalismo de Gloria Gómez Sánchez; el expresionismo abstracto de Sabino Springett y el arte nuevo de Emilio Hernández, hasta el surgimiento del pop en el Perú hacia fines de los años 60″, explica el profesor y crítico de arte Alfonso Castrillón.
En este escenario, se generó un debate alturado en las páginas de El Comercio y después en El Dominical, cuando este suplemento aparece en 1953. “Hubo un diálogo educativo, como nunca antes había pasado en Lima —recuerda Castrillón— y eso gracias a que Luis Miró Quesada supo llevar las cosas con mucha delicadeza y también con sentido del humor”.
Ya desde la mitad de los años 50, los integrantes de Espacio dejaron de sostener reuniones coordinadas y comenzaron a seguir caminos individuales en los terrenos de la arquitectura, el urbanismo, la enseñanza, las artes, las ciencias sociales y también la política. Como dijo Szyszlo, alguna vez, en ese momento ya habían conseguido instaurar el discurso moderno en el país. Ya habían ganado la batalla.
Está ubicado en la cuadra ocho de la Av. Garcilaso de la Vega, en el Centro de Lima. Fue diseñado por el arquitecto Fernando Belaunde Terry y construido en 1945.