En la columna anterior, esbocé a grandes rasgos y tomando como referencia el libro Las fronteras de la justicia, de Martha Nussbaum, el enfoque de las capacidades como una vía para abordar el problema de la justicia en nuestro tiempo. La filósofa estadounidense insiste, por un lado, en la idea de que las capacidades humanas deben ser puestas en práctica de acuerdo con los distintos contextos culturales y sociales, así como con las preferencias de cada persona. Por otro lado, el enfoque pretende ser el sustrato moral de un consenso político entre personas cuyas concepciones acerca de lo que es bueno pueden ser (y, de hecho, son) muy diversas. Finalmente, Nussbaum subraya la responsabilidad del Estado para que se pueda hacer realidad lo que el enfoque propone: la garantía de que las capacidades de las personas serán promovidas respetando escrupulosamente sus diferentes opciones de vida. Se trata, pues, de un liberalismo político dentro del cual el individuo ocupa un lugar central y en el que la búsqueda de una normativa universal pretende no estar reñida con la defensa del pluralismo y las libertades, ni con el tratamiento de cada persona como “un agente y como un fin en sí mismo”.
II
Es importante observar que el planteamiento de Nussbaum no necesariamente coincide con ciertas corrientes del liberalismo actual. Rechaza todo tipo de discriminación (racismo, xenofobia, machismo, homofobia, clasismo) e intolerancia (religiosa, política), pero también pone énfasis, en Las mujeres y el desarrollo humano, en la necesidad de “promover para todos los ciudadanos una mayor medida de igualdad material de la que existe en la mayoría de las sociedades, en cuanto es poco probable que se pueda obtener que todos los ciudadanos estén por encima de un umbral mínimo de capacidades para el verdadero funcionamiento humano sin implementar ciertas políticas redistributivas”. Y recuerda que la libertad no es un fetiche en cuyo nombre cualquier cosa está permitida, puesto que existen libertades que son socialmente más relevantes que otras y que incluso hay libertades —como la del rico para financiar campañas electorales, la de la industria para contaminar el medio ambiente o la de los hombres para acosar a las mujeres en el trabajo— que necesitan regularse legalmente.
III
Se trata, por tanto, de una concepción que defiende con el mismo ímpetu teórico la libertad y la capacidad de elección por una parte, y la igualdad de oportunidades por otra, y resalta que ambas solo se materializarán de manera genuina cuando todos los ciudadanos estén en condiciones de ejercer plenamente sus capacidades. Por último, debe señalarse que la lista de capacidades fundamentales formulada por Martha Nussbaum no pretende imponerse como un paradigma a todas las sociedades humanas. En tal sentido, se opone resueltamente a intervenciones, o sanciones militares y económicas —realizadas en nombre de determinados valores o derechos— a menos que estemos ante crímenes de lesa humanidad. Por ello, señala, en Las fronteras de la justicia, que se trata de “una lista de garantías” que debería tener rango constitucional y cuya implementación corre por cuenta de las instituciones legislativa y judicial.