Lorenzo Helguero (Lima, 1969) se mantiene alejado de las redes sociales y acaba de escribir un poemario, compuesto totalmente por octosílabos, titulado Fundación. Es, podríamos decir, un devoto de lo clásico. Asegura que, a menos que la poesía vuelva a sorprenderlo, con este libro se despedirá del género con el que se hizo conocido en 1993, cuando publicó su primer poemario titulado Sapiente lengua.
Los últimos años volcó su pluma a la narrativa, y está en sus planes seguir haciéndolo. “Voy a publicar otro libro para niños este año y estaba escribiendo otra novela juvenil. Eso no significa que haya dejado la narrativa para adultos. Me interesan los dos campos, solo que ahora veo lo infantil y juvenil con muchas posibilidades de desarrollo”, añade.
Tu primer libro, Sapiente lengua, es de 1993 y tiene una referencia clara al lenguaje. Hoy, 27 años después, publicas Fundación, un libro donde reflexionas sobre la capacidad de creación y destrucción de la palabra
Este libro es una reflexión sobre la poesía misma. Sapiente lengua era un juego. La idea era remitirse a un sapo que con su lengua cazaba la palabra y había varios poemas de Sapiente lengua que se referían a la creación misma del poema. Eso sucede muchas veces, cuando algún poeta comienza a reflexionar sobre su quehacer poético nacen poemas que hablan de la poesía misma. Sucedió en el primer libro y en este último que es una suerte de despedida poética. Yo publiqué una antología en el 2017 y al hacerlo mi idea era ya no escribir más poesía. Era una despedida reuniendo todo lo que había escrito. Y entonces, surgió este libro con el que sí pretendo despedirme de la poesía.
¿Por qué un segundo intento de despedida? Tal vez no sea un acto de voluntad despedirse de la poesía
Bueno, yo publico Insomnio en el 2006 y el siguiente libro de poesía que publico es 35mm en el 2015. Es decir, pasaron 9 años sin publicar, sin escribir poesía, porque empecé a publicar narrativa y a veces me siento más cómodo en la narrativa. Ahora, eso de despedirme de la poesía es una decisión racional pero que no necesariamente pueda controlar, como no pude controlar el nacimiento de este libro.
Pero eres consciente de que tu nombre está bastante asociado a la producción poética
Sí. La poca gente que me conoce, me conoce como poeta, pese a que he escrito textos narrativos también. Pero esta despedida es por lo menos algo que yo siento. ha habido momentos en los que he estado peleado con la poesía y han sido como baches que se van alargando y ahora estoy en uno de esos momentos en que como que a veces ni siquiera me provoca leer un poema.
Combinar palabras para hablar sobre la palabra misma parece un trabajo casi imposible. ¿Consideras el arte poético limitado por las propias fronteras del lenguaje?
La idea de Fundación es construir un camino. Obviamente lo que se funda es el libro mismo, pero se presentan dificultades en todo este viaje hacia la palabra, hacia al poema, hacia el poemario, y puede haber dificultades y sentimientos desgarradores al tratar de crear el poema, pero finalmente se logra. Al final del libro, pese a todas estas dificultades que se van encontrando en el camino, se logra fundar esta ciudad de palabras, Entonces me parece que es un libro de celebración en cierta medida, de celebración de la palabra y de la poesía.
Hay un halo místico por el tema de la creación y de la destrucción que traza el poema. ¿Consideras a este poemario dentro de alguna vertiente mística?
No lo había pensado así, pero en el prólogo Juan Carlos Galdo también hace una mención rápida a ello. Yo lo veo más bien muy terrenal, si cabe. Están la fuerza y el deseo por encontrar la palabra. Está el pensamiento, la idea, pero también está el exceso, el vino y hay varias referencias a eso, a usar el alcohol como un medio para producir.
El uso de octosílabos es algo que salta bastante a la vista, este constreñimiento formal. ¿por qué la decisión de ponerte esta limitante que emparenta el poema entero con cierta poesía clásica?
En libros anteriores ya había escrito con una métrica recurrente. Sapiente lengua, por ejemplo, es un libro de sonetos, igual que Insomnio. Luego en Poeta en Wahington DC hay métrica recurrente también, entonces para mí no era una novedad; pero lo que sucede con Fundación es que yo estaba leyendo en ese momento mucho teatro español del Siglo de Oro. Si yo no hubiera leído estos textos la decisión habría sido otra. La verdad es que no sé si fue una decisión, no es que yo pensara “voy a escribir un libro que tenga estas características formales”, simplemente fue la influencia de los textos de Calderón de la Barca, de Lope de Vega…el octosílabo es el verso que predomina en las obras de teatro.
Tú escribes un verso: “Es nuestro Dios la Ignorancia / y el inescapable Olvido. / Es nuestra voz un lenguaje / agónico y enfermizo”
El libro está lleno de elementos intertextuales. Hay muchas referencias a varios poetas. en ese caso la referencia es a Rubén Darío, quien dice que hay dos dioses y son ignorancia y olvido. Es un poema hermoso. El libro está plagado de ese tipo de referencias, pero sí, la idea de los dos dioses, la ignorancia y el olvido, el no saber y el no recordar, que sería de alguna manera la felicidad, si no recuerdas y si no sabes...es un poco por eso.
¿Cómo ves el panorama literario peruano, no solo desde las posibilidades de la creación, sino también de la publicación?
Es complicado, publicar no es algo fácil. Este libro no pensaba publicarlo y mi decisión fue justamente hacerlo por la pandemia. Si no hubiera habido pandemia yo no hubiera publicado el libro de ninguna manera. Este tiempo ha significado enfrentarme con la sensación de final…
La inminencia de la muerte que nos rodea a todos ahora
Exactamente. Eso fue lo que determinó mi decisión de publicar. Sin pandemia no había libro.
Lo consideras tu colofón poético en más de una forma.
Totalmente, aunque como te digo, quizá la poesía me sorprenda en unos años, quién sabe. Pero si eso no sucede, me parece una buena despedida esta celebración del poema, fundar esta ciudad de palabras. En otro libro, en Insomnio, yo había hablado de lograr formar una casa usando palabras nada más, adjetivos, qué sé yo. Ahora he pasado de construir una casa a fundar una ciudad, y hay una gran diferencia entre eso, pero el embrión probablemente estaba ahí también.
Ahora que tu interés va por los libros infantiles y juveniles, vale señalar que la edición de libros para niños le ha tomado la delantera a la edición de, por ejemplo, libros de poesía.
Sí, definitivamente. La edición de libros infantiles ha crecido mucho y está bien, con libros muy bien cuidados. A mí lo que siempre me ha sorprendido es que haya quien quiera publicar un poemario, pues a mucha gente la poesía ya no le interesa, está muy devaluada. En la época de los modernistas la poesía era el género canónico prácticamente. Darío no les daba importancia a los cuentos, solo a la poesía. Ahora, ¿quién lee poesía? Son muy pocos los que leen y muy pocos los que escriben, sin embargo, a mí me entusiasma que muchos poetas encuentran los medios para poder publicar.