Su obra artística se desarrolla entre la cerámica y los textiles, entrelazando temas de identidad y cultura. Ivet Salazar ( Lima, 1989 ) ha participado en exposiciones colectivas como “Hilos de la [a]tradición” en el Museo Julio C. Tello de Paracas y en el Museo de San Marcos; en el Salón de Arte Joven Nikkei; en el Instituto Cervantes en Tokio, Japón; y en una individual en el Museo Qorikancha en Cusco. Graduada en la Universidad Católica, complementó sus estudios en la École Supérieure des Beaux-Arts du Mans en Francia. En mayo, participará en una muestra colectiva en el Museo de Arte Contemporáneo.
—¿De qué forma su obra se relaciona con el tejido?
Desde hace algunos años, mi obra se sostiene en la relación del tejido con la cerámica, dos tradiciones tan ricas de nuestras culturas y territorios. Considero de gran importancia revalorar nuestros lenguajes invisibilizados por tanto tiempo. Decidí llevar talleres en los que pudiera recuperar técnicas textiles prehispánicas y, así, al unirlas con la cerámica y con estéticas contemporáneas, darles una nueva vida, adaptarlas a mi voz y discurso actual. El tejido, para mí, es una fuente riquísima de aprendizaje, reconocimiento y experimentación.
—¿Cuál es el proceso que más disfruta al trabajar cerámica?
Definitivamente, la transformación. Al ser un material vivo, que se transforma tanto con el agua como con el fuego, adopta muchas formas, estados y colores a lo largo de su proceso. Poder ver la pieza en todos estos estados me permite reconocer la vida en ella, presenciar su transformación constante. Esto me llena de reflexiones que me nutren tanto para seguir creando piezas, como para seguir creciendo como persona.
—¿Qué significa participar en una exposición de arte de mujeres peruanas durante la pandemia?
En primer lugar, encontrar plataformas que apuestan por el arte en medio de la crisis me parece admirable, ya que el arte es una herramienta muy poderosa que ayuda a nuestro desarrollo como sociedad y como individuos, pero que, a la vez, se ve bastante golpeada y hasta menospreciada en momentos duros como estos. Por otro lado, para mí, ha significado una experiencia potentísima. Creo que hablar por separado desde la condición de mujer, de peruana o de ser humano en medio de una pandemia da para mucho y, en este caso, es abordar las tres condiciones en una muestra. Además, por muy segmentado que parezca el nombre de la exposición, lo que me ha parecido increíble son los múltiples discursos que delatan la diversidad de experiencias y ángulos desde los cuales lidiamos con esta época de crisis diversas.
—¿Cómo ve la representación de artistas mujeres peruanas en los próximos cinco años?
Creo que, tanto en el arte como en muchos otros ámbitos, las mujeres venimos generando fuertes lazos y comunidades reales de apoyo en los cuales vamos, poco a poco, nivelando nuestra visibilización y participación. En ese sentido, veo cada vez a más artistas mujeres en muestras, en museos, ganando concursos, lo cual me llena de esperanza de ver a nuestras artistas no solo reconocidas en el marco local, sino también con mucho potencial —en especial en estos contextos altamente virtuales— para ser reconocidas internacionalmente. La mujer peruana tiene mucho que decir y expresar, culturas vivas que recorren sus existencias y que el mundo agradecería escuchar.
La exposición “Ser mujer peruana en el 2021” se puede ver en el Centro Cultural Ricardo Palma, en la av. Larco 770, Miraflores, de 10:00 a 19:00, hasta el 17 de abril. Virtualmente, se puede acceder vía la plataforma Artsteps.
*Brenda Ortiz Clarke es fundadora de BLOC Art y curadora de la muestra.