La nueva obra de Enrique Planas sorprende en muchos aspectos, y todos muy gratos. La historia de la relación amorosa entre un periodista sin nombre y Michiko, una otaku que desea convertirse en mangaka (dibujante de manga), se centra en la búsqueda de uno mismo después de una tragedia personal y de la lucha contra un aletargamiento del que no es fácil salir. El periodista encuentra en Michiko un mundo desconocido que lo atrae y asusta al mismo tiempo (sentimiento que describe la palabra que da título al libro), que lo lleva a convertirse en alguien capaz de cambiar y adaptarse a nuevas realidades y a personas que alteran desde su color de ojos o pelo hasta su género y orientación sexual. Aquí no solo es obsoleto admirar a “Ultra Siete” en lugar de sumergirse en el mundo de “Akira o Evangelion”, sino también conservar una identidad que no permita experimentar con lo inesperado. El mundo está lleno de posibilidades que se pierden por vivir sometido a reglas que ordenan, controlan y definen lo que somos.
“KimoKawaii” explora también la soledad, la violencia y el miedo. La personalidad dominante de Michiko llevará a todos quienes la rodean al borde del abismo con tal de enseñarles su extraño mundo y hacerles cumplir sus mandatos, muchas veces perversos. Encanta y atemoriza y se convierte en el objeto de deseo que hay que perseguir para poder soportar la propia vida a riesgo de perderla.
De esa manera, Planas consigue que el lector se cuestione qué hacer con su propia vida al descubrir el control al que lo somete la mirada ajena: ¿somos lo que creemos ser, lo que otros ven, lo que otros quieren que seamos o lo que todavía no conocemos? “KimoKawaii” nos hace dudar y temer ante la posibilidad de ser otra persona, alguien distinto que puede hacernos feliz, pero también destruirnos.
Novela: “KimoKawaii”Editorial: Random HousePáginas: 211Precio: S/. 59.00