“El tío Lino”: una nueva película de Omar Forero, el mejor cineasta peruano en actividad | CRÍTICA

El mejor cineasta peruano hoy por hoy es trujillano y se llama Omar Forero. Si aún no ha podido ver ninguna de sus películas, trate de buscarlas. Sus primeros largometrajes, “Los actores” (2006) y “El ordenador” (2012), fueron cintas de escaso presupuesto, grabadas en su Trujillo natal, que bebían de referencias más o menos claras (algo del japonés Ozu, bastante más del iraní Abbas Kiarostami) y que, sin embargo, mostraban su propia y muy cautivante personalidad. “Chicama” (también del 2012) mostraba un gran paso adelante en cuestión de producción y es quizá su mejor obra hasta la fecha; tras la cual llegarían “Casos complejos” (2018) e “Historias de shipibos” (2023), bastante diferentes entre sí, pero igualmente destacables.

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Su nuevo trabajo titulado “El tío Lino”, que tendrá su estreno en el Festival de Cine de Lima PUCP que empieza este jueves, es un documental menor por sus dimensiones, mas no en cuanto a logros cinematográficos. Se propone seguir el rastro de don Lino León, un campesino cajamarquino que vivió durante el siglo XIX y se hizo muy popular como narrador de historias marcadas por el humor, la fantasía y la vida rural. Para indagar en esta gran figura de la tradición oral, Forero carga su cámara y, acompañado apenas por una sonidista y su perro, emprende un viaje por distintos pueblos de Cajamarca conversando con gente que conoce las imaginativas historias del tío Lino.

Grabada durante la pandemia del COVID-19, Forero emprende un periplo para zafarse del confinamiento urbano e ingresar en el “mundo alegre y sereno” de los campos por donde anduvo el mencionado narrador de cuentos. En el camino, se topa con personajes que, de alguna u otra manera, han rescatado esas historias maravillosas y las han hecho sobrevivir mediante el relato boca a boca. La complicidad que el director entabla con la gente es notable: aquí no hay un acercamiento etnográfico frío o exótico, sino una tierna familiarización con los protagonistas.

La especial sensibilidad que posee el cineasta trujillano al momento de filmar se corrobora con las conversaciones distendidas, con las apacibles tomas de la sierra norteña y con aquellos momentos en que invita a los protagonistas reales a interpretar las historias de ficción que inventó el tío Lino. Con esas amenas recreaciones, Forero le da un giro a su documental y difumina el límite entre la realidad y la ficción (si existe verdaderamente aquel límite, pues toda su filmografía parece ser un desafío constante de ese tipo de separaciones).

“El tío Lino” es una pequeña gran película, la obra contenida de un director con pleno dominio de su narrativa. Con un esfuerzo silencioso, Forero ha ido conformando un cuerpo de trabajo de admirable constancia y coherencia. Como el propio tío Lino, es un artista que puede transformar los pocos recursos que tiene a la mano en creaciones de gran belleza y sorprendente profundidad.