A diferencia de las elecciones de 2011 y 2016, donde estaba entre los llamados “favoritos”, Keiko Fujimori, candidata de Fuerza Popular a la Presidencia, inició su tercera campaña con opciones muy limitadas y con el rótulo de que su momento ya había pasado. El mismo Fernando Rospigliosi, antes de unirse al equipo técnico del fujimorismo, consideró que la exparlamentaria había “quedado arruinada”.
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“Políticamente para el 2021 ya totalmente está arruinada. Para después no sabemos […] Para el 2021 no hay posibilidades de que el rechazo inmenso de la población vaya a cambiar”, subrayó el exministro del Interior, en clara referencia a la prisión preventiva que Fujimori Higuchi cumplió entre el 2018 y 2020 por los presuntos aportes de Odebrecht a sus anteriores campañas. Y también al rol de la bancada de Fuerza Popular en el Parlamento que terminó siendo disuelto.
En el primer tramo de su campaña, la excongresista reestructuró su círculo de confianza, ante la imposibilidad de comunicarse con Ana Herz de Vega y Pier Figari, quienes fueron sus asesores más cercanos. A este núcleo ingresaron personajes como Hernando Guerra García y Rospigliosi, quienes en años anteriores habían sido muy críticos con el partido naranja.
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Pero también retornaron algunos personajes del decenio fujimorista, como el exministro de Economía y Finanzas Jorge Baca Campodónico y las exparlamentarias Carmen Lozada y Martha Moyano.
“Al inicio fue un error de su parte sostener que representa a un nuevo fujimorismo, pero mostrar a un equipo técnico con personajes que simbolizan lo más medular del fujimorismo de los 90′. Luego, ella se refresca e invita a exministros, como Luis Carranza y Carlos Bruce. Y también a Carlos Neuhaus. Ellos son personalidades que, si bien representan a la derecha, proyectan experiencia técnica en el Estado”, refirió la politóloga Alexandra Ames a El Comercio.
Ames, jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad del Pacífico, consideró que Fujimori Higuchi, en las últimas semanas de la contienda, cambió parte de su discurso. “Se había aferrado a la Constitución de 1993 y al modelo económico, sin reconocer que se necesitan cerrar brechas de desigualdad y que la mayoría busca un cambio moderado. Parecía una candidata desconectada de la realidad”, añadió.
De una campaña de nicho a una amplia
Y si en la primera vuelta, lo que marcó la campaña de Fujimori Higuchi la “mano dura”, la propuesta de que los privados adquieran vacunas, la consolidación del núcleo duro fujimorista, y el anuncio de indulto a su padre, el encarcelado expresidente Alberto Fujimori, en una eventual administración suya, en el balotaje esta campaña de nicho pasó a ser más amplia.
“La primera señal de la evolución de Keiko Fujimori es que dos semanas después del 11 de abril anuncia que, en un eventual gobierno suyo, su primer Gabinete Ministerial será multipartidario. Esa es la primera señal de que cambia de estrategia, su campaña deja de estar dirigida al fujimorismo y empieza a generar una apertura, a dar un mensaje de convocatoria”, sostuvo el analista político Enrique Castillo.
Castillo, de otro lado, afirmó que el principal error de la candidata fue su declaración sobre que las esterilizaciones forzadas durante la administración de su padre fueron en realidad una política de “planificación familiar”. “Esto contribuyó a que en un momento descienda cinco puntos”, manifestó.
Fujimori Higuchi, más allá de los pasivos y delitos de su padre, en estos comicios sí cargó con una mochila propia, la del obstruccionismo de Fuerza Popular durante los gobiernos de Kuczynski y Vizcarra. Y la investigación por lavado de activos y organización criminal por los aportes de Odebrecht y otras empresas a sus campañas de 2011 y 2016.
El fiscal José Domingo Pérez, integrante del equipo especial Lava Jato del Ministerio Público, solicitó, en marzo último, 30 años y 10 meses de prisión en su contra. Un proceso que quedaría suspendido si la exparlamentaria resulta ganadora de las elecciones, después de tres intentos.
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En el 2016, Fujimori Higuchi perdió por segunda vez la Presidencia. En aquella oportunidad apenas 42.597 votos fueron los que permitieron que el economista Pedro Pablo Kuczynski (PPK) le arrebate un triunfo, que parecía tener seguro una semana antes de la elección.
El empresario Antonio Camayo declaró ante el fiscal Pérez que se refería a Fujimori Higuchi cuando habló de la “señora K” con el exjuez supremo César Hinostroza, acusado de ser el cabecilla de Los Cuellos Blancos del Puerto. La postulante ha negado haber reunido con el exmagistrado.
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