Pedro Castillo no fue la primera opción en Perú Libre para ser el candidato presidencial. Vladimir Cerrón, secretario general del partido, pretendía inicialmente ocupar dicho puesto, pero tenía un impedimento: sobre él pesa una pena de 4 años de prisión suspendida por un caso de corrupción cuando fue gobernador regional de Junín, que incluye la inhabilitación para ejercer cargo público.
La figura del docente y dirigente gremial emergió recién hacia fines de setiembre como posibilidad, luego se concretó su adhesión a la agrupación y tuvo una campaña discreta inicialmente, aunque luego creció en intención de voto —según las últimas encuestas antes de las elecciones— y hoy tiene un pie en la segunda vuelta, de acuerdo a los resultados a boca de urna de Ipsos Perú: tiene 16,1% y es seguido por Hernando de Soto (11,9%), Keiko Fujimori (11,9%), Yonhy Lescano (11%), Rafael López Aliaga (10,5%) y Verónika Mendoza (8,8%) en cuanto a los primeros lugares.
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Cerrón, el hombre detrás de Castillo, ha contado a El Comercio que conoció al docente tras la huelga magisterial que este encabezó en el 2017 y que puso en riesgo el año escolar de miles de estudiantes. Pero casi cuatro años después, el hoy candidato presidencial no ha perdido el discurso radical y populista. En su plan de gobierno y su discurso plantea indultar a Antauro Humala, un “Estado socialista” e “interventor”, una “ley que regula los medios de comunicación”, retirar a jueces, desactivar el Tribunal Constitucional, estatizar “sectores estratégicos”, promover una Asamblea Constituyente para una nueva Carta Magna, entre otras medidas.
El nexo entre Castillo y Cerrón, según este último, fue Saúl Arcos Galván, actual consejero regional de Perú Libre en Junín, educador y exsecretario general del SUTE de Chupaca, provincia de la citada región. Este gremio, precisamente, es una de las bases regionales de la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación del Perú (Fenate), encabezada por el candidato presidencial.
“Él es el que me hace el contacto, trayendo a Pedro a mi domicilio, quien me visita gentilmente. Y empezamos las primeras conversaciones desde aquel tiempo. La amistad con Pedro data de unos tres años o más”, detalla Cerrón. El nexo continuó y Castillo se inscribió en Perú Libre recién el 21 de setiembre del 2020, a solo 9 días de que venza el plazo para que quienes quieran postular se registren en un partido político. En el Registro de Organizaciones Políticas (ROP), el docente aparece como afiliado desde el 30 de setiembre.
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Sin embargo, la inicial pretensión de Castillo era postular al Congreso. Aunque el exgobernador regional —en su idea de ser el candidato presidencial— le ofreció la segunda vicepresidencia, su impedimento legal a cuestas lo llevó a plantearle finalmente la postulación a Palacio. Cerrón, en último término, se mantiene en el entorno más cercano del dirigente magisterial como jefe de plan de gobierno.
Estas son sus cifras de intención de voto en las encuestas de El Comercio-Ipsos. En cuanto a simulacros, pasó de 3,7% en el estudio del 10 y 11 de marzo a 7,9% en el realizado el 31 de marzo. Su crecimiento se dio recién en las últimas semanas.
Noviembre 2020 | Diciembre 2020 | Enero 2021 | Febrero 2021 | 10/11 de marzo 2021 | 31 de marzo 2021 |
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2% | 1% | 1% | 2% | 3% | 6% |
Del campo a la ciudad
Lo que vino después del acuerdo con Cerrón y la inscripción de Castillo en Perú Libre fue el inicio de campaña presidencial del último. Ocurrió el 23 de diciembre del 2020 en su natal caserío de Puña, distrito de Tacabamba, provincia de Chota, región Cajamarca. Ante familiares, simpatizantes y amistades, empezó a extender un discurso calificado como populista y radical.
Aseguró que en su eventual gobierno “trasladaremos el poder al pueblo”, planteó un referéndum para instalar una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución y prometió a los jóvenes escolares el ingreso libre a las universidades, iniciativas que ha expresado constantemente y a las que ha añadido su interés en desactivar el Tribunal Constitucional.
“Nosotros siendo gobierno, inmediatamente bajaremos el sueldo de los ministros y los congresistas a la mitad. Recuperaremos la economía del país rescatándolo de esta gran corrupción. El sueldo vitalicio de los expresidentes tiene que ser anulado de inmediato, así como quitarle también la inmunidad parlamentaria a los corruptos […] Sacaremos a los jueces que hoy agreden al país, agreden a las organizaciones”, expresó. Días después, en un video difundido en Facebook, advirtió que, de llegar al poder, indultaría “inmediatamente” a Antauro Humala, quien purga prisión por cinco delitos perpetrados durante el ‘andahuaylazo’ del 2005, entre ellos la coautoría en el asesinato de cuatro policías y el secuestro de 21 personas.
Es precisamente en Cajamarca donde empezó su recorrido por el interior del país el 3 de enero, en el distrito de Santa Cruz, provincia de mismo nombre. No fue un evento muy concurrido, a diferencia del mitin que realizó en la plaza de armas de Cajamarca el 5 de abril, una de sus últimas actividades: cientos de simpatizantes ocuparon gran parte del lugar, generando una gran aglomeración y sin mantener el distanciamiento social. Hasta el último jueves, la región de Cajamarca registraba casi 44.000 contagios y 971 muertos, según cifras oficiales.
La campaña de Castillo fue de menos a más en las encuestas —creció recién en el último mes—, así como en cuanto a participación de personas en sus eventos. Por ejemplo, inició sus actividades en Lima el 10 de enero con un recorrido no muy concurrido en Puente Piedra —tres días después se supo que había dado positivo a COVID-19 y retomó su periplo un mes después con un viaje a Chimbote—, pero su cierre de campaña en la capital generó gran concurrencia en las plazas San Martín y Dos de Mayo.
La enfermedad fue un punto de quiebre. El Comité Ejecutivo Nacional de Perú Libre diseñó el posterior recorrido, aunque con la incertidumbre de ejecutar el plan ante la convalecencia del candidato. El cronograma planteó una campaña primero en las regiones para ir avanzando a Lima, lo que el analista político Gonzalo Banda llama una “campaña de manual, como la campaña que un antiguo marxista hubiera soñado: del campo a la ciudad”.
“El único candidato que ha hecho mítines, contra las disposiciones sanitarias, ha sido Castillo. El candidato se dirigía a las masas, es el candidato que ha hecho la campaña política más tradicional: la del candidato que llega a la plaza, da su discurso, convence y se va. Y eso lo ha hecho en varias ciudades del centro del Perú al inicio y al final en Cajamarca, Ayacucho, en Chumbivilcas, Cusco. Su estrategia no han sido las grandes ciudades al inicio, sino los grandes distritos rurales del Perú. Y de ahí pasó a las ciudades”, explica Banda.
Tras retomar sus actividades en la quincena de febrero luego de superar el coronavirus, los días de Castillo pasaron precisamente entre recorridos por distintas regiones —en donde daba también entrevistas a medios locales— y algunos encuentros virtuales. Pero su estrategia fue más territorial, marcada además por un ámbito digital, pues eran comunes las transmisiones en vivo de sus eventos a través de Facebook —la red social más usada del país—, así como la difusión de fotos y videos de extractos de sus actividades con un fin viralizador.
Con él viajaba un equipo de unas ocho personas, entre ellos Richard Rojas y Yuri Castro, dirigentes del partido en Lima y cabezas del equipo de comunicaciones y difusión. “La máxima arma que podemos utilizar es el teléfono, es una herramienta. La tecnología ayuda a llevar el mensaje, cuando este es transparente, sencillo”, considera Rojas, quien prestó su camioneta para los viajes —vehículo que quedó varado en Tarapoto y aún permanece en esa ciudad para su reparación— y asegura que hubo un trabajo austero y voluntario. Un aspecto clave fue que en cada región, un comando local de Perú Libre se encargaba de los traslados y la logística. La organización magisterial, para Cerrón, también fue decisiva.
En algunos lugares, la acogida fue discreta, principalmente en el norte del país. Por ejemplo en La Libertad, Lambayeque, Tumbes a fines de febrero, e incluso en la propia Cajamarca durante actos proselitistas del 25 de febrero. “Donde yo veo que ha sido el quiebre, donde salta de menos a más, fue después de Madre de Dios, donde fue detenido”, considera Rojas en referencia a lo ocurrido el 9 de marzo en Inambari, provincia de Tambopata (Madre de Dios), por incumplimiento de las medidas sanitarias contra el coronavirus.
Curiosamente, los hechos se condicen con esa apreciación. Los recorridos por parte de la sierra central y sur tuvieron bastante acogida y se repitió el panorama aglomerador. Por ejemplo en Juliaca (Puno), Chumbivilcas (Cusco), Huamanga (Ayacucho), Huancavelica, Huancayo y Huánuco, respectivamente, el 10, 19, 22, 26, 28 y 31 de marzo.
Cerrón recuerda que la visita de Castillo al norte “no fue agradable del todo”, pero le pidió al candidato que no se desmoralizara, pues el poco respaldo en regiones de esa parte del país “era normal para la izquierda”. Comenta, además, que incluso en Cajamarca había quienes no estaban convencidos de la candidatura presidencial. “Pero eso no fue tan fuerte inicialmente, en casa de herrero… Por ello se decide volver como antesala de Lima”, agrega.
“El despliegue del campo a la ciudad, término marxista coincidentemente, va porque ese tipo de campaña ha caracterizado a la izquierda históricamente, teníamos que reforzar nuestros eslabones de manera personal en los pueblos clasistamente identificados, como el sur peruano que estaba siendo arrebatado por la derecha de Acción Popular y la socialdemocracia de Juntos por el Perú. Sabíamos que en Lima nuestra debilidad tenía que revertirse desde afuera”, concluye.
Vinculaciones al Movadef
Para su campaña presidencial, Pedro Castillo se rodeó de dirigentes de Perú Libre y de integrantes del magisterio, entre ellos algunos que lo acompañaron durante la huelga docente de 2017, que se levantó tras un anuncio realizado el 2 de septiembre de ese año por Castillo en la Plaza 2 de Mayo, en medio de los manifestantes.
Fue en ese contexto en el que el Gobierno —a través del entonces ministro del Interior Carlos Basombrío— lo vinculó al Movadef, una organización de fachada del grupo terrorista Sendero Luminoso. Y es que el 17 de junio del 2017, se realizó la denominada “Convención Nacional de las Bases del Sutep (Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú”, en donde Castillo fue elegido como presidente del ‘Comité Nacional de Lucha’ de cara a la huelga.
El Mininter estableció por entonces que la reunión fue de las bases del Comité Nacional de Reorientación y Reconstrucción (Conare) del Sutep, un grupo disidente que data del 2003. Pero esta organización, el 2009, se había partido: la mayor facción “se va con el Movadef” y quedó un sector minoritario denominado Proseguir. Sin embargo, la citada convención, explicó Basombrío en la Comisión de Educación del Congreso el 21 de agosto del 2017, sirvió para la reunificación tras varios años con Pedro Castillo como una persona: “Él es el punto de acuerdo, de convergencia, que permite la unificación de las dos facciones Conare, de la del Movadef y Proseguir. Él es elegido por las dos facciones de Sendero Luminoso como el presidente de la comisión de lucha”.
Así, para el entonces funcionario, los objetivos de la huelga iban más allá de la lucha sindical. También dio cuenta de que en la convención y huelga participaron excarcelados de Sendero Luminoso y activistas del Movadef. Hoy, Pedro Castillo encabeza el Fenate Perú, apartado también del Sutep.
Incluso más de un mes antes de que culmine la huelga, el Ministerio del Interior denunció a Pedro Castillo y otras 10 personas ante el Ministerio Público, solicitando se inicie una investigación preliminar “contra la presunta organización criminal ‘Los protestantes del sur’, que estaría operando y desplegando sus actuaciones delictivas en diversas regiones y ciudades del país”. Según ha podido conocer El Comercio, el caso fue evaluado en la carpeta fiscal N°41-2017 por la Primera Fiscalía de Crimen Organizado de Lima, pero fue archivado ese mismo año.
Pero si Castillo cojea por serios cuestionamientos —ha calificado de “refrito” sus presuntos vínculos con el Movadef—, para el último tramo de la campaña ha tenido como apoyo incluso al azahar, según coinciden Banda y el politólogo Paolo Sosa. Si bien resalta la dimensión territorial de la estrategia del candidato y la relativa organización del partido, apunta que un factor exógeno hace que no todo sea virtud de la campaña: se trata de una elección con actores políticos muy fragmentados y una fuerte volatilidad que ha generado que aquellas olas que subieron muy rápido se desgastaron en desmedro de algunos candidatos; por tanto, mientras unos caen otro sube hasta que se desprestigie y así sucesivamente. Sin embargo, Castillo ha tenido “la fortuna” de haberse subido a la última ola antes del día del sufragio.
“Pedro Castillo es, hasta cierto punto, quien se ha subido en la última ola de esta tendencia y por eso es que resalta mucho, por su cercanía a sus elecciones. Pero quizás con un poco más de tiempo esto hubiera cambiado. Entones, hay una combinación de virtud y fortuna. Tienes una organización que hace campaña, que tiene esa capacidad, pero al mismo tiempo tienes una dinámica propia de la campaña, en la cual la volatilidad y la fragmentación hace que él sea el candidato que se beneficia al final sin mucha presencia mediática, sino hasta el debate o la detención que ellos mencionan, que le da un último impulso”, sentencia.
El domingo, desde su natal Tacabamba, Pedro Castillo intentó acudir a votar en un caballo, emulando si ingreso al centro de Lima en su cierre de campaña. El animal, en esta ocasión, estuvo algo arisco y el candidato optó por bajar y dirigirse a pie a su local de votación. Aunque en ese pequeño tramo no pudo cabalgar a su gusto, sí parece haberlo hecho durante su campaña. De cara a la eventual segunda vuelta, está pendiente conocer el sendero que seguirá el jinete con sombrero cajamarquino.