CARINA BARREDA
Para Joel Chirinos, la coctelería es lo que importa. Luego de ganar el primer World Class Perú en 2014, a inicios de agosto de este año tuvo el reto de participar en la primera edición con sede en Perú del concurso internacional de coctelería Angostura Global Cocktail Challenge.
Con la sinceridad y transparencia que lo caracterizan, cuenta que la competencia para él fue estresante, pues tuvo que tomar la rienda de la organización y sufrió la experiencia de coordinar las ajetreadas agendas de sus compañeros concursantes. “Un día antes, muchos me escribieron diciéndome que no podían ir”, recuerda, ahora más tranquilo. Luego de muchas cancelaciones, finalmente cinco permanecieron en pie: Giovanni Bruno, Alejandro Guerra, Juan Carlos Vilca, Alonso Palomino y el mismo Joel. ¿El reto? preparar dos elaboradas bebidas de su autoría, usando los licores de Angostura, en un intervalo reducido de tiempo, frente a sus compañeros y jurado, con especificaciones relativamente complejas.
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Como consecuencia de su participación en la organización, además sus obligaciones laborales, Joel tuvo que hacer malabares hasta conseguir doce horas de paz y trabajar en la producción de sus bebidas de autor. El resultado: dos cocteles ingeniosos con insumos sencillos y una excelente presentación.
Al preguntarle por el nivel de la competencia, fue nuevamente muy honesto: “No fue el nivel al que estamos acostumbrados a dar, yo diría que éramos más bien bartenders regulares presentando cocteles diferentes”. Sin arrogancia, sino más bien con mucho entusiasmo, admite que puede “dar para más” y elevar su competencia, y eso es lo que planea hacer en la etapa regional del concurso, que se celebrará en Panamá.
INNOVACIÓN VS. RENTABILIDAD
“La creatividad ha evolucionado”, dice Joel cuando hablamos de la escena gastronómica limeña. “Ahora hay restaurantes de primera clase que se ponen a prueba cambiando cada temporada toda su carta”. Rápidamente, discutimos sobre los problemas de rentabilidad que podía suponer el ser innovador. Joel reconoce, con una apreciación bastante acertada, que el arriesgarse a crear nuevas experiencias en coctelería –con un trabajo consciente de por medio– puede ser muy lucrativo si se emplea la creatividad, “ser creativo no tiene por qué ser caro”, afirma. Luego, como probando su afirmación, explica sonriente cómo de los restos de todos los limones que exprime en producción, obtiene una infusión para nuevas bebidas.
UN CÍRCULO VIRTUOSO
Tal vez el éxito de Joel se deba a algo más que su dedicación al oficio. Hay puntos claros que dominan su comportamiento laboral, uno de ellos es aprovechar todo lo que puede dar de sí mismo, combinando esto con la mencionada creatividad. El segundo, crear como él mismo dice “cocteles con contenido”. Con esto, más allá de mezclar medidas en un vaso, Joel propone experiencias sensoriales que tengan detrás de ellas historias sostenidas por insumos trabajados con dedicación. Para ello, resalta que “podemos hacer una coctelería increíble respetando la variedad de insumos que tenemos, aprendiendo a dominarlos, antes que trabajar únicamente con productos del exterior”. Tercero, respetando el sentido de ética laboral, pues como bartender se siente obligado a cuidar a sus clientes, “si bien no puedo evitar que tomen malas decisiones, puedo ofrecerles agua, algo de comer, o llamarles un taxi para llegar a casa”.
Finalmente, lo conjuga todo como parte de sus “principios de vida”. Como diría él, procura ser simplemente “una buena persona”, un individuo consciente de sí mismo, determinado a aprender y dominar más su profesión. Al preguntarle qué es lo que lo motiva más de la coctelería, responde sonriente que es el “descubrimiento emocional de sus clientes”, hacia dónde los llevan las experiencias que él, como bartender, les pueda brindar.