Es curioso cómo en el mes que se conmemora la muerte de un personaje inspirador, nace cada año un vino que ensalza su recuerdo. De eso nos damos cuenta al repasar la vida de don Melchor Concha y Toro, nacido hace 180 años y fallecido en julio de 1892, mes que tiene gran significado para la bodega que hace 130 años él mismo fundó y de cuyos viñedos -hace 30 años- nació el vino ícono bautizado Don Melchor.
Lo enmarañado de esta asociación de cifras redondas se aclara a través de lo narrado por el enólogo Enrique Tirado durante una reciente visita al Perú.
Era mitad de año, y el responsable de la marca ultra premium de la bodega Concha y Toro nos confesaba que julio era para él un mes apasionante.
Y aquí empieza la historia: “En 1984, quien era director técnico [de la bodega] Goetz Von Gersdorff, junto con Rafael Guilisasti [de la familia dueña de Concha y Toro], viajan a Francia para hacer un vino de calidad mundial. En Burdeos se encuentran con Emile Peynaud [considerado el padre de la enología moderna], le muestran sus vinos y le piden que los asesore. Él prueba y les recomienda a Jacques Boissenot [su cercano colaborador], quien hace una mezcla con todos esos vinos de distintas parcelas... Desde ese año Boissenot y su hijo Eric trabajan con nosotros para hacer la muestra [de Don Melchor]”.
Tirado dijo que hasta 1997 Boissenot viajaba a Chile para encontrarse con el producto de las 127 hectáreas plantadas con cabernet sauvignon, diferenciadas por siete parcelas (una de ellas es hoy de cabernet franc) en la zona de Palo Alto (sur de Santiago, en el río Maipo), y de cuya mezcla nace cada año Don Melchor.
Pero desde 1998, las muestras viajan a Burdeos. Las lleva el propio Enrique Tirado, quien por tres días se concentra en analizar junto al maestro los 150 a 200 tipos de vinos que arroja el viñedo. El primer día prueban, el segundo combinan, el tercer día se confirma la mezcla. De vuelta en Chile, se replica la fórmula, se pone en barricas francesas por 14 meses, se guarda en botella de un año a año y medio. Y listo, un nuevo Don Melchor sale a la luz.
JOVEN, FAMOSO Y CON FUTUROSumar 30 años no da cuenta de una edad avanzada, pero en el caso de Don Melchor el peso y la fama llegaron porque -dice Tirado- en su momento este fue el estandarte que Chile presentó al mundo para demostrar que podía hacer grandes vinos.
Vinos que persiguen una continuidad, lejos de modas que desvirtúen su identidad. “Hay ligeras diferencias, pero sientes que hay una línea que los une”, dijo Tirado aquella vez que llegó a Lima con algunas cajas de una colección tan valiosa como exclusiva: Don Melchor en añadas 1989, 1995 y 2009, cada una representando una década.
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¿Y cuál es la favorita del enólogo? Tirado dice que la cosecha del 97 fue buena, pero no cabe duda que la de 1989 (la segunda de la marca) es la que más recuerdos gratos le regala.
“Estaba haciendo mi tesis de grado en la universidad cuando me invitaron dos veces a una cata a ciegas de vinos chilenos. Era 1992 y en ambas puse a Don Melchor en primer lugar. Era la cosecha 1989”, reconoce el enólogo que estaba predestinado a trabajar en esta bodega, a la que ingresó en 1993. Fue el año 1997 cuando comenzó con Don Melchor, una amistad que ya suma 15 años.