Cuando Ferran Adrià cerró tres años atrás el restaurante elBulli, elegido durante cinco años como el mejor del mundo, no hubo mucho tiempo para lamentos.
El revolucionario cocinero aseguró que volvería con una fundación dedicada a la investigación gastronómica.
Pero a la iniciativa no le falta polémica.
Aunque tiene el apoyo del gobierno catalán y empresarios de la zona, ecologistas iniciaron una campaña en contra.
La razón es que el proyecto está planeado dentro de un parque natural protegido en el que, en principio, no se puede construir.
Los activistas lograron recoger 75.000 firmas y las presentaron en el Parlamento catalán a principios de septiembre para pedir que no se autorice el proyecto, situado en el parque del Cap de Creus, cerca de la frontera con Francia.
“Ubicación natural”
elBulli1846, como se denomina la iniciativa por el número de platos creados en la historia de elBulli, está planeado como un gran complejo de unos 5.000 metros cuadrados (de los que más de 3.000 serían de nueva construcción) donde se ubicará un centro de investigación y formación en cocina de vanguardia.
El antiguo restaurante se reformará, pero solo se atenderá a 50 comensales en un turno y durante un mes al año.
Adrià quiere empezar las obras en noviembre y abrir en 2016.
El centro tendrá un centro de exposición y un laboratorio creativo y estará ubicado en Cala Montjoi, una playa mediterránea en la costa catalana.
Es el mismo sitio donde siempre estuvo elBulli.
Por eso, los defensores de Adrià mantienen que el proyecto es “indisociable” del lugar y no puede hacerse en otro sitio.
El propio Adrià manifestó el día que lo presentó, en febrero de este año, que había rechazado ofertas cuantiosas para trasladarlo a Qatar o Singapur.
“Elegimos Cala Montjoi para albergar elBulli1846 porque es donde se ha forjado la historia de elBulli”, le explicó Adrià a BBC Mundo por correo electrónico la pasada semana.
El cocinero cree que el parque es la “ubicación natural” para el restaurante y asegura que con la actual ley en la mano, el establecimiento podría ampliarse un 20%.
Pero eso sería mucho menos de lo que pretende Adrià.
Los ecologistas aseguran que las dimensiones no tienen nada que ver con el antiguo restaurante.
También critican que el gobierno catalán haya aprobado una “ley a medida” para permitir el proyecto de Adrià con el argumento de que es una iniciativa “de interés público”, explica Barbarà Schmidt, de la asociación ecologista Iaeden, una de las que ha liderado las críticas.
“Capricho”
Los ambientalistas alegaron que el proyecto no tiene interés público, sino que obedece al “capricho” del cocinero.
“Podrían hacer el instituto de investigación en cala Montjoi y llevar el museo a Roses”, dice Schmidt.
Roses es el núcleo de población más cercano.
A los ecologistas les preocupa el efecto que los visitantes al museo pueden tener sobre el entorno natural.
El anteproyecto ya pasó el período de exposición pública y está pendiente de discusión en el Parlamento.
Adrià dice que está dispuesto a modificar la propuesta inicial.
“La sociedad civil decidirá cuál de los dos proyectos hacemos, si el del 20% o el de mayor tamaño. Por nuestra parte, el consenso debe ser fundamental”, asegura.
El cocinero cree que dotará “al país de un centro único en el mundo, reforzando nuestra condición de líderes” gastronómicos.
Además, donará el patrimonio a la Generalitat (administración catalana).
La controversia dura ya meses con actos de uno y otro lado.
Los defensores del proyecto organizaron una manifestación de apoyo en la misma playa el 21 de septiembre.
A ella acudieron, entre otros, dos de los hermanos Roca, dueños de otro conocido restaurante de la zona, El Celler de Can Roca, elegido el pasado año segundo mejor restaurante del mundo.
Los manifestantes leyeron un manifiesto que defiende que “no tiene sentido” que el proyecto se ubique en un lugar que no sea la Cala Montjoi y sostiene que reportará beneficios a la zona.