El Bodegón siempre estuvo ahí. En la misma esquina de Miraflores. Siempre fue un lugar tímido a simple vista, en el que se guardaban historias de goles y antiguas fotos de programas de televisión en sus paredes. Con el tiempo fue cambiando de dueño, pero el espíritu supo conservarse y repotenciarse cuando llegó Gastón Acurio y montó su versión de taberna limeña anclada en los ochenta.
El espacio es una pequeña cápsula del tiempo en la que se pueden encontrar aquellos platos tan queridos del repertorio casero, principalmente capitalino, pero puestos al día. La carta corta pero diversa y hasta rotativa anima a seguir volviendo por aquellos clásicos que, a veces, no podemos preparar por la rutina atareada.
Acá están los ‘greatest hits’ reinterpretados, en un principio de la mano de los chefs Bratzo Vergara, Braulio Albino y Martha Palacios (a quienes encontrábamos en la cocina cada vez que íbamos cuando inauguró) y ahora bajo la hábil dirección de la chef Cinzia Repetto.
El locro es un guiso bien logrado de zapallo macre, calabaza y loche que se potencia con rodajas de ají amarillo tostadas para impulsar sus aromas; el milanesón familiar es suave y contundente: un plato para compartir que llega con papas y ensalada; las mollejas estofadas de la abuela son para agarrarles el gusto; y la coliflor almendrada en salsa de ají de gallina es la reivindicación de una hortaliza humilde y bastante asequible que suele sacarnos de apuros cuando el presupuesto es corto (en mi casa se hacía arrebozada con huevo, perejil y arroz).
Atención a los postres para golosos insaciables; a los tamalitos de alcachofa: delicados, con trozos de corazón; a la ensalada de palta, tomate y cebolla blanca: la prueba de que con pocos ingredientes (y buenos) se puede lograr abundancia de sabor; y a esa sopa criolla tan cariñosa con salchicha de Huacho, que sí he tomado dos veces en verano y de noche sin ningún arrepentimiento.
Como habrán podido apreciar, las recaídas en este local han sido varias. Sobre lo que hemos probado del menú, una observación: la huatia de res aún no encuentra sustancia ni carácter y se pierde entre el resto de opciones.
La sala, manejada por la gerenta Daniella Rojas, completa un servicio ágil y amable que podría incluso mejorar si se le prestara más atención al volumen de la música (el espacio es pequeño y cuando he ido –a eso de las 4 p.m.– no se podía ni conversar).
El Bodegón, hace cinco meses, fue ese lugar que supo cómo acompañarme en una de esas tristezas que dura toda la vida. Y esa es quizá su mayor virtud. Incluso más que lo contundente de los platos o la correcta relación calidad-precio: nos regresa a comer al hogar cuando más lo necesitamos y a todo lo que ello implica.
A repensar esos guisos de olla que gozábamos en cada almuerzo a la vuelta del colegio. A las menestras con seco o el puré de espinaca (con papa de verdad y no de caja) con huevo en familia. Porque hemos perdido parte de ese espíritu. Nos hemos alejado de uno de los pilares de la gastronomía de un pueblo: la cocina de casa, y muchos solo nos refugiamos en respuestas rápidas que matan el hambre y alivian el día. Es preciso recuperar los orígenes, volver a cocinar, y esta vez desde cero.
AL DETALLE...
Tipo de restaurante: taberna limeña.Dirección: Av. Tarapacá 197, Miraflores.Teléfono: 444-4704, no se aceptan reservas y suele haber cola en hora punta. Horario: de lunes a viernes, del mediodía a la medianoche; sábado de 11 a.m. a 11 p.m. y domingo de 11 a.m. a 9 p.m. Estacionamiento: puerta calle. Bebidas: refrescos, café, cervezas, vinos, cocteles. Precio promedio por persona (sin bebidas): S/60.Calificación: 17 puntos de 20
Contenido Sugerido
Contenido GEC