Luego de 39 días del inicio de la vacunación contra el COVID-19 en el país, el proceso avanza a paso lento, con contratiempos y problemas de registro. Solo en la última semana, el promedio de dosis diarias administradas bajó a 22 mil, un 33% menos de lo observado en los primeros días de campaña.
Si bien al cierre de esta edición la meta de 446.443 peruanos por inmunizar con la primera dosis durante la primera fase ya había sido superada, menos de la mitad de estos (42,4%) cuenta con la segunda, según la aplicación manejada por el Ministerio de Salud (Minsa).
Estas cifras ubican al Perú entre los países rezagados de la región. Tras seis semanas de vacunación, solo el 1,8% de la población objetivo ha completado al menos una dosis de la vacuna, según el portal OurWorldinData.org.
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Esta cifra está por debajo de lo alcanzado en Colombia, México, Brasil o Chile, donde el 27% de su población ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra el COVID-19 [ver cuadro].
Factores detrás
Una de las razones que impiden acelerar el proceso es el stock limitado de vacunas. Tras la entrega del millón de dosis del laboratorio Sinopharm en febrero, el Perú aún no recibe un contingente significativo de antídotos. Para marzo se aseguraron solo 367 mil dosis de la empresa Pfizer (250 mil por contrato directo y 167 mil vía el mecanismo Covax Facility); sin embargo, son insuficientes para aumentar el ritmo, al menos en el primer semestre. Rodrigo Parra, analista de datos, señala que la mayor proporción de las dosis diarias usadas aún proviene del lote de Sinopharm.
“Las dosis que han llegado a la semana son de 50 mil o poco más de Pfizer, no ha llegado ni siquiera un millón de golpe. Ayer y anteayer, 18 mil de las 22 mil vacunas aplicadas fueron de Sinopharm. Si se acaban estas y no llega otra vacuna en dosis semanales de 100 mil o más, entonces será muy poco”, explica.
El especialista añade que el sistema del Minsa aún no actualiza la meta de vacunación de la primera fase, pese a que desde hace dos semanas se viene vacunando a los adultos mayores, que suman 4′150.000 personas.
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Proceso incompleto
A la escasez de vacunas se suma la escasa coordinación para aplicarlas y llevar el conteo de los grupos comprendidos en la primera fase. El secretario del Interior del Colegio Médico del Perú (CMP), Edén Galán-Rodas, señala a El Comercio que solo el 67% de sus 74.959 afiliados (50.943 médicos) ha recibido al menos una dosis de la vacuna, mientras que los 24.016 restantes aún no han sido inmunizados. De este grupo, casi 11.700 laboran en hospitales y clínicas y figuran en el padrón oficial.
El directivo también pide al Minsa que autorice la distribución de las dosis para que su institución vacune a seis mil médicos adultos mayores cesantes y otros diez mil que trabajan libremente y que no figuran como personal de primera línea.
La vacunación de este grupo había empezado el 8 de marzo, y se llegó a inocular a 2.635 médicos mayores de 60 años que viven en la capital; pero se detuvo porque no llegaron más dosis.
“Por un lado, no vacunas, pero tampoco permites que otros lo hagan. Tenemos la infraestructura y personal vacunador de Essalud. Es un imperativo priorizar a los adultos mayores. De los 391 médicos que han muerto por COVID-19, el 70% pertenecía a este grupo”, dice.
Fuentes del Minsa informaron a este Diario que el problema de los médicos no inmunizados del sistema de salud estaría relacionado con aspectos que van desde fallas de registro hasta el deseo que tienen algunos de no vacunarse. El ministerio añade que desde el 2020 exigió a todos los establecimientos de salud que actualicen sus padrones, pero algunos no lo hicieron a tiempo.
Tareas pendientes
¿Qué estrategias debe implementarse para optimizar la vacunación? El epidemiólogo Percy Mayta-Tristán, director de Gestión de Proyectos y Promoción de la Investigación de la Universidad Científica del Sur, coincide en que el principal problema es la poca disponibilidad de vacunas, pero añade que, a diferencia de campañas anteriores, la vacunación contra el COVID-19 trabaja con grupos específicos a los que hay que localizar. Esto también impide acelerar el ritmo.
“Todo depende de la calidad de fuentes de información. Probablemente, la más cercana es la que tiene Essalud porque es población que siempre atiende y maneja, pero esto no pasa con los que no están afiliados a un seguro. No está claro quiénes son y en qué territorios están. No solo pasará con adultos mayores, sino cuando tengamos que definir comorbilidades”, explica.
El especialista resalta que el principal pendiente del Gobierno es la negociación de más vacunas con otros laboratorios y tener un cronograma claro de su llegada.