En un cafetín de Miraflores, Luis Urbina, una de las víctimas de los abusos sexuales cometidos en el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), no puede retener el llanto cuando recuerda el día que se enteró de que Jeffery Daniels –su guía espiritual, y quien a los tres días de conocerlo le pidió bajarse los pantalones “como primera prueba de fe y confianza”– había violado a otros menores dentro de esa organización religiosa.A sus 14 años, la vida de Urbina parecía delimitada por una desdicha inacabable. Pensó que el suicidio podría ser la terminación de tanto abuso, pero resistió. En las mañanas, sufría ‘bullying’ en su colegio, donde le gritaban “cholo” y “maricón”; y por las tardes Daniels lo sometía sexualmente, incluso en la furgoneta de los religiosos del Sodalicio. “Yo sabía que Daniels hacía algo incorrecto conmigo. Siempre creí que era un tipo perturbado que quizá se había enamorado de mí. Pero, cuando leí por Internet [en octubre del 2015] que otros ex sodálites fueron violados por él, supe que era un depravado sexual. Me arrepiento de no haberlo denunciado desde un inicio, quizá habría salvado a alguien. Esa es una carga pesada”, se recrimina. El día que leyó esa noticia, Urbina se embriagó y lloró de rabia. Llevaba más de 10 años viviendo en Alemania y los malos recuerdos del Sodalicio los había abandonado detrás de una pared, dice. Pero al leer cada uno de los testimonios contra Daniels, todo volvió a cristalizarse en su mente.Las acusaciones en contra de su guía espiritual se difundieron en el blog de Martín Scheuch, otro ex sodálite víctima de abusos dentro de la agrupación religiosa. “Le escribí a Martín de inmediato y me dijo que de a pocos íbamos a salir de todo esto. Él fue un apoyo enorme en esos instantes”, recuerda. –“Perdóname”–Urbina está acompañado en todo momento por una amiga suya que no entiende ni habla español, pero que lo toma de la mano con fuerza cada vez que él se quiebra y lagrimea al narrar esa etapa de su adolescencia que la califica como un “crepúsculo” en su vida. Después de estar 14 años fuera del Perú, vino esta semana para recorrer el país un par de días. En octubre del 2015 salió a la venta el libro de Pedro Salinas y Paola Ugaz “Mitad monjes, mitad soldados”, que recogió testimonios de abusos de 30 ex integrantes del Sodalicio. En sus páginas, el fundador de esta institución, Luis Figari, era sindicado como un perpetrador de abusos psicológicos, físicos y sexuales. Enterado de todo lo que se difundía en Lima, Urbina llamó por teléfono, desde Alemania, a su mamá, que vive en el Perú, para confesarle que él era una víctima más y que su nombre también saldría en los medios porque no se quedaría callado. “Se le cayó el mundo al piso cuando se enteró, quizá tuvo parte de culpa, también. Cuando mi vieja me pidió perdón, fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. Es maravilloso cuando una madre acepta sus errores. Ella me dejó con ellos [los del Sodalicio] porque no tuvo alternativa. Mi madre se rajaba para mantener a tres varones. Ella lo único que quería era que saliéramos adelante”, relata. Su madre lo llevó al Sodalicio porque creía que, a través de la religión, su hijo podía ser un alumno más aplicado en el colegio, de donde estaba a punto de ser expulsado por malas notas. “No me opuse, yo no quería darle más problemas a mi mamá. Esa mujer se levantaba a las 7 de la mañana y llegaba de trabajar a las 10 de la noche. Si le contentaba que fuera allá, pues fui. Así fue como conocí a Jeffery”, dice. La primera impresión que tuvo de él fue la de un tipo arrogante, gritón, pero que tenía acogida con todos. “Él trataba de impresionarme y eso me gustaba. Necesitaba en ese momento admirar a alguien. Lo veía un poco más por arriba, a mi padre nunca lo vi así”, comenta. Una vez que lo cambiaron de colegio, Urbina recalca que empezó a analizar con mayor madurez lo que había vivido durante dos años en el Sodalicio. Se alejó de a pocos de Daniels, pero dice que no puede librarse de la marca que le dejó en su personalidad: la desconfianza y la inseguridad.
Según el Informe sobre Abusos y Respuesta en el Sodalicio de Vida Cristiana, elaborado por esta institución, Daniels cometió abusos sexuales contra por lo menos 12 adolescentes entre 1985 y 1997. Radica en Estados Unidos, donde está casado con una profesora. En el Sodalicio se lo conocía como ‘El apóstol de los niños’
–Justicia que tarda–El 30 de marzo, la fiscalía reabrió la investigación del Caso Sodalicio, luego de que la fiscal María Peralta archivara la denuncia contra los miembros de esta comunidad religiosa. El último 4 de mayo, la nueva fiscal asignada, María León, emitió un informe en el que consideraba que Figari y otras siete personas debían ser investigadas por los delitos de secuestro, lesiones graves, abusos sexuales y lavado de activos. Pero Jorge Chávez, coordinador de las fiscalías de crimen organizado, informó ayer que se le devolvió el documento a la fiscal porque “no estaba bien sustentado”. El fiscal Chávez aclaró que no se blinda a nadie y que la fiscal debe “hacer su trabajo bien y fundamentar por qué se investigaría al Sodalicio por lavado de activos”.Urbina no ha sido llamado aún por la fiscalía. “La justicia no cree en mí, yo tampoco creo en ella”, sentencia.