Cedro es una institución que trabaja en la prevención del consumo de drogas y que en los últimos años ha desarrollado diferentes estrategias para fomentar estilos de vida saludables que alejen a niños, adolescentes y jóvenes de la llamada “cadena de drogas” que incluye el cultivo, la producción, el narcotráfico, la comercialización y el consumo de estas sustancias.
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A propósito de los 35 años de Cedro, Carmen Masías, directora de la organización, detalla en entrevista con El Comercio cuáles son los principales cambios de la organización y cómo ha evolucionado su mirada con los cambios sociales a los que han hecho frente desde su fundación, el 26 de junio de 1986.
-En estos años de labor, ¿se puede decir que la organización ha trabajado e impactado a una generación?
En estos años tenemos evidencia de estudios que hemos hecho, en donde el Perú tiene un consumo bastante menor [de drogas] que otros países de América Latina. Eso nos dice la importancia de la labor de prevención, no solamente de Cedro, sino también los esfuerzos que se han hecho con otras organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Además, tenemos el orgullo de conocer a personas que comenzaron con nosotros en actividades en la Selva y en Lima y que hoy en día, sus vidas son sanas, de familia y son personas que no se han involucrado en actividades delictivas.
-¿Cómo ha ido cambiando el enfoque de la organización?
Lo más importante, creo, en nuestra evolución fue darnos cuenta de que la prevención va mucho más allá de que las personas no abusen de las drogas o no consuma drogas, si no, también tiene que ver con que se no se involucren en acciones ilegales. Entonces, Cedro empezó a ver que tenía que actuar desde ámbitos que abarquen los sembríos de coca, la producción de drogas cocaínicas, el uso indebido de sustancias, entre otras, y comenzó a desarrollar estrategias de trabajo muy fuerte con las comunidades.
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-¿Cuáles cree que son los principales cambios que ha dado la institución desde 1986 hasta el 2021?
Adaptarse a las dinámicas y a los cambios. Estamos trabajando en la digitalización, que la empezamos antes de la pandemia y la hemos intensificado durante este tiempo. Lo otro es la interdisciplinaridad porque nadie puede hacerlo solo, sino tiene que haber un equipo que ve las diferentes aristas del problema y la ilegalidad, corrupción, informalidad, y, uso indebido de sustancias es un problema de salud pública, comunitario, económico, social y ético.
-La pandemia no solo tiene impacto en la salud física, también tiene efectos sociales, en la economía, trabajo, etc. En el caso de Cedro, ¿cómo han evolucionado los servicios que brindan?
Hoy en día se nos pide más apoyo en el campo específico de la salud mental, pero también en la prevención de uso indebido de alcohol y tabaco. Frente a la ansiedad ha habido un incremento de consumo de estas sustancias. También, la droga ilegal que más se ha incrementado su consumo y que se encuentra en el primer lugar, es la marihuana. Sí, se han dado cambios en la pandemia y hemos ido por varias líneas y proyectos acorde con las necesidades de quienes nos necesitan.
-¿Cómo ha evolucionado el consumo de estas sustancias, durante la pandemia, en la población joven?
Nosotros hemos hecho un estudio clave con adolescentes en edad escolar. Allí, tres de cada diez escolares manifestaron haber recibido al menos una vez una oferta para consumir alguna droga, siendo el alcohol y el tabaco son las sustancias más empleadas. En la opinión de los escolares existe una relación inversa entre la facilidad para conseguir drogas y el peligro al que se exponen para obtener estas drogas sociales.
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-¿Cómo se han transformado las estrategias para abordar estos temas durante la pandemia?
Nuestra estrategia y enfoque nunca es alarmar. Yo creo que con los jóvenes hay que tener equipos que les hablen en su idioma y que no se basen en lo alarmista, sino que se planteen alternativas de acompañamiento y se hable con la verdad. Lo más importante es ofrecerle alternativas y acompañamiento tanto para ellos y para sus familias, con la finalidad de evitar normalizar conductas que no son saludables.
-Usualmente se asocia a Cedro con la prevención, pero ahora tienen otras estrategias que abordan temas como la migración, desarrollo de comunidades, acceso a tecnologías, etc.
Cedro nunca ha perdido su esencia en ser un referente en la prevención del consumo de drogas, que investiga, que hace estudios epidemiológicos para ver el consumo en 40 ciudades del país con más de 25 mil habitantes, etc., pero ha ampliado su espectro en el sentido de promover una vida saludable, en la medida de lo posible, y una vida lícita. En ese espectro de cosas diferentes que no hacíamos hace 35 años es que tenemos nuevos programas de digitalización, mitigación del COVID-19 y sus impactos en la salud mental, migración, albergues de niños y centros de escucha telefónica en donde se ayuda con la prevención, consumo y apoyo emocional.
-¿Cómo ve a la población joven en el contexto social por el que atraviesa el país?
Yo creo que hay una confrontación que va a tener que terminar para el bien de la población. Los adolescentes, los niños y los jóvenes, ven, sienten y palpan todo lo que está pasando. No se tienen que ser un adulto ilustrado para darse cuenta que el país está en serísimos problemas de confrontación, rechazo, odio, insultos. La educación cívica se debe reforzar en las escuelas y debe estar enfocada a cómo manejar conflictos, cómo entenderse y escucharse el uno al otro.