En las últimas dos semanas, algunos distritos de Lima están viendo el inicio de un cambio en la manera en la que nos movilizamos en la ciudad. Hay, por lo menos, dos empresas que están ofreciendo scooters o patines eléctricos.
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Utilizando una aplicación, uno puede buscar un scooter cercano y viajar a su destino. Cuando uno termina su viaje, deja el scooter en la vereda frente a su destino.
Este nuevo sistema de movilidad es el primer paso para un cambio mayor en el que, a través de apps como Chipi, por ejemplo, uno puede acceder a una multitud de opciones de cómo movilizarse de un origen a un destino, incluyendo alquiler de bicicletas, servicios para compartir autos y motos (‘car sharing’), servicios de taxis como Uber, caminar y tomar el bus, metro o Metropolitano.
En el caso de Chipi, la aplicación ayuda a empoderar a cada individuo sobre el costo y tiempo estimado de cada viaje, y dónde encontrar las unidades de cada modo de transporte. En el contexto de una ciudad grande y densa, probablemente un scooter eléctrico o una bicicleta sería el modo de transporte más rápido. Además, los scooters complementan y respaldan a los ciclistas en activar las calles con modos sostenibles de transporte, y sobre todo, en hacer usual para los choferes el hecho de que deban compartir la calle con usuarios mucho más vulnerables.
En Lima, los scooters eléctricos son más sostenibles que un taxi o bus, y definitivamente más divertidos. Sin embargo, como ciudad, sería necesario que existan algunas reglas para facilitar la incorporación de este nuevo sistema. Por ejemplo, los scooters, como vehículos, no deben circular por las veredas, donde entran en conflicto con peatones por la diferencia de velocidad. El lugar adecuado sería en la calzada o incluso en las pocas ciclovías que hay.
Por otro lado, hay que establecer unas reglas sobre cómo y dónde dejar los scooters en las calles.
Las veredas en muchas calles y avenidas son extremadamente angostas. Los destinos más frecuentes para los scooters están en calles y avenidas comerciales, donde el problema de tener veredas angostas es agravado por los grandes flujos de peatones. Es en estos puntos donde los scooters ya están generando un estorbo, y en algunos casos, dificultando el paso a los peatones.
En estos lugares, sería bueno establecer costumbres sobre dónde y cómo dejar los scooters.
Con unas pocas reglas, se puede facilitar la adaptación para lo que surja más adelante.