En 2004, a un año de su muerte, el recordado Festival MiraFoto le dedicó un homenaje. En el Museo de Sitio del Parque Reducto, por primera vez, pudo verse el trabajo de la hija de Martín Chambi, nuestro mayor fotógrafo. Celosa guardiana del archivo de su padre y difusora de su fotografía, Julia poco hizo para compartir sus propias imágenes. Mantuvo un perfil tan bajo que, cumpliéndose los 100 años de su nacimiento, poco más sabemos de su trabajo.
Julia Chambi López nació el 27 de mayo de 1919, en Sicuani, capital de la provincia de Canchis, donde su padre había instalado su primer estudio. Era el periodo de tránsito en que Martín se desplazaba de Arequipa (donde residió entre 1908 y 1917, se casó con Manuela López y nacieron sus hijos Celia y Víctor) y Cusco, en 1920, cuna de sus hijos menores (Angélica, Manuel y Mery).
Retratista de todos los estratos de la sociedad cusqueña, Julia Chambi entregó su vida al estudio Chambi, ubicado en la Calle del Marqués, clasificando la inmensa herencia de su padre. Con devoción, fue revelando los negativos y ampliando aquellas imágenes memorables: El gigante de Paruro (1929), Joven Mendigo (1934), el Matrimonio de Julio Gadea Véliz con Olimpia Arteta Gallegos (1926), las series en Machu Picchu, entre otros magníficos registros de un artista casi desconocido entonces. Recién, a inicios de los años ochenta, gracias a la investigación del fotógrafo estadounidense Edward Ranney, la obra de Chambi fuera redescubierta en su país y expuesta al mundo.
En la cronología del libro “Chambi”, editado por Natalia Majluf y Edward Ranney y publicado en 2015 por el Museo de Arte de Lima, son muy puntuales las actividades profesionales de la fotógrafa. En febrero de 1952, presentó una exposición de retratos artísticos en el local del estudio familiar, bajo el auspicio del Instituto Americano de Arte. Tres años después, se crea el Cine Club Cusco, con Julia como miembro fundadora, junto a su padre, su hermana Mery, su hermano Manuel, Luis Figueroa Yábar, Eulogio Nishiyama y Rodolfo Zamalloa. En 1958, ella y sus hermanos Manuel, Mery y Víctor presentan una exposición de sus propias fotografías en homenaje a su padre que cumplía 50 años de vida profesional. En 1961, Julia es nombrada socia del Instituto Americano de Arte del Cusco y asume la comisión de artes folklóricas, y dos años después, presentará una exposición de su trabajo en color. Finalmente, la investigación del MALI destaca su muestra fotográfica sobre Machu Picchu, inaugurada en el estudio Chambi en 1971.
Para su sobrino, Teo Allain Chambi, Julia fue la memoria viviente de la obra del ilustre fotógrafo andino. “Es su única hija fotógrafa. Además de acompañar a su padre en sus periplos fotográficos a través de toda su vida, fue quien condujo y cuidó su incomparable archivo”, señala.
El fotógrafo e investigador explica que el trabajo personal de Julia es de tipo documental, pero los retratos también destacan en su obra. “En los años sesenta, cuando el color en la fotografía era un tanto difícil de conseguir, sobre todo en el Cusco, ella, ”iluminaba“ sus fotos realizadas en blanco y negro con tintes especiales. Con ellos, lograba una gama de colores muy suaves y naturales, logrando efectos muy personales a cada retratado. De esta época dejó una fascinante colección de retratos de niños”, afirma.
En su centenario, el valor de la obra de Julia Chambi aún está por descubrirse. En efecto, como nos explica el investigador Andrés Garay, hasta hoy no se ha hecho un estudio puntual sobre su archivo.
“Por lo que se conoce, pienso que hay una actividad epigonal con respecto al trabajo de su padre, en lo que se refiere al retrato y a los temas de naturaleza, arqueología y costumbres andinas. Sin embargo, lo interesante es que su actividad no fue exenta de la innovación, como fue su uso del color y de una sensibilidad propia, expresada en la ternura de sus personajes y su delicada aproximación al paisaje”, añade.