La decisión de migrar se toma por razones diferentes y se vive también de maneras muy diferentes. En el caso de la fotógrafa Claudia Alva Linares, su viaje empezó a los 40 años, cuando llegó a Madrid resuelta a continuar su vida allí. Pero en su proceso migratorio, sucedió algo que no imaginó que le ocurriría: la distancia la acercó más a su lugar de origen. “Empecé a sentir un arraigo extremo, que es lo contrario que le ocurre a la gente cuando llega a otro país, y en mi caso fue un proceso largo”, explica la fotógrafa sobre el sentimiento que la llevó a empezar una catarsis, primero, de manera personal y, luego, colectiva.
En 2013, Alva Linares, de larga trayectoria como fotoperiodista, retrató la performance de Giuseppe Campuzano y Germain Machuca para la presentación del Museo Travesti del Perú. Los artistas se habían inspirado en la pintura “Las dos Fridas”, de la mexicana Frida Kahlo. Esa imagen volvió a la mente de Claudia cuando decidió empezar un proyecto fotográfico sobre su proceso migratorio. Lo simbólico de la transfusión sanguínea que se aprecia en la pintura conectaba con el tema que quería abordar en su trabajo: el arraigo y la figura madre e hija que se convertiría en el hilo conductor de “Las Ñustas”.
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El nombre lo tomó de un conversatorio online organizado durante la pandemia por la arte educadora María Cecilia Espinoza, la fotógrafa Ana de Orbegoso, la performer Míriam Sernaqué y la curadora Isella Ccoyllo, para hablar sobre personajes históricos femeninos del Perú. Aquella charla se llamó “Las Ñustas”, como las mujeres de la nobleza Inca que, con la conquista, fueron utilizadas para unir mediante el mestizaje a estos dos mundos tan diferentes.
Cuando Alva empieza a retratar a sus ñustas, se encuentra con muchas formas en las que, ya en nuestros tiempos, se da este choque de dos culturas. Dentro de las ñustas, hay casos de una doble migración. Mujeres que nacieron en una región del Perú, que migraron a Lima y luego a España. También encontró procesos parecidos al suyo. Como el de Katherine García Cristóbal, quien, ya estando en Madrid, buscó arraigarse cada vez más al Perú y ahora tiene una escuela de quechua en España y es activista por la preservación de la cosmovisión andina.
“En la mayoría de las ñustas está el sentir de que se han partido en dos al dejar su lugar de origen, más cuando te adaptas a tu nuevo hogar. Pasas a estar con la cabeza en dos sitios, es un sentimiento que no entiendes hasta que lo vives. Una amiga migrante me decía: hay un momento de la migración en el que añoras tanto a tu lugar de origen que sufres. Al primer o segundo año se produce ese ‘llamado’, algo que te dice ‘vuelve’. Yo volví casi después de 4 años a Lima y luego regresé a España, pero la sensación es siempre la de un viaje sin retorno. Ya no perteneces solo a un lugar, sino a dos”, explica Alva, quien hizo sus retratos en lugares que representaban esta dualidad.
“Convoqué a madres e hijas migrantes peruanas acá en Madrid y las retraté inspiradas en esta pintura de Frida Kahlo, en lugares en los que la comunidad peruana se reúne, en lugares con nombre ligados al Perú o la conquista: la calle de Pizarro, la avenida del Perú, el mercado de Los Mostenses”, detalla Alva Linares.
El proyecto comenzó como una serie de retratos, evocando el sentir como migrante de la fotógrafa, pero luego pasó a investigar en la historia de cada una de estas ñustas y a trabajar también el tema de lo que los migrantes dejan al partir. “Empecé a indagar en álbumes fotográficos, en historias y en objetos. Hay quienes han migrado trayendo del Perú mantos bordados por sus madres o abuelas. Una de las ñustas viajó con una muñeca chanca”, cuenta Claudia.
Las migrantes y lo que dejan
Es así que el proyecto “Las Ñustas” pasó a componerse de tres partes: el retrato de las madres e hijas, los objetos que describen lo que se deja al partir y un viaje de retorno que decidió emprender Claudia Alva para conectar a sus ñustas con lo que quedó de ellas en el Perú. “A mí me tocaba regresar y me convertí en la emisaria de las 8 ñustas. Fui a buscar lo que dejaron en todo este tiempo que han estado fuera”, resume la fotógrafa, que se convirtió en la novena ñusta al unir su historia a la de esta narrativa colectiva.
Además de retratar a su madre, Magnolia Linares, en la Huaca Pucllana, para una toma que luego uniría a una suya en el Paseo del Prado, Claudia visitó por primera vez la tumba de su abuela, una mujer a la que nunca conoció, pues murió cuando su madre era adolescente y por la que no había sentido curiosidad hasta que decidió indagar en su pasado, como hizo con sus ñustas.
Y es que, en el camino, “Las Ñustas” han ido involucrando un conjunto de sentimientos que, como dice Alva, “no estaban planificados en un inicio”. En esta tercera etapa, por ejemplo, una de las ñustas le entregó a Claudia la foto de su abuela en la maternidad de Lima que tenía un recordatorio de sus compañeras escrito detrás. “Imprimí la imagen y, al llegar a Lima, fui al lugar a hacer una foto con ese recuerdo, con la maternidad de Lima de fondo. La nieta vio la fotografía el día que inauguramos la exposición y se puso a llorar, me dijo que le pareció increíble que haya ido desde Madrid hasta Lima con ese recuerdo y que haya participado de un reencuentro con su abuela. Y es alucinante la conexión que se produjo porque yo también he nacido en esa maternidad”, relata la fotógrafa, que, como esta, tiene varias anécdotas.
“A otras ñustas les pregunté qué habían dejado en Lima, me dijeron que a su abuela Tota, una pintora, y esa fue la primera sesión que hice al llegar al Perú. La señora fallece dos meses después de que la retraté y la muestra la dedicamos a su memoria”, confía Alva Linares, que encuentra un interesante paralelo en el día que develó las fotos en Madrid: “El día de la inauguración todas hemos entrado en una especie de catarsis, entre la alegría y la pena, porque así es como se siente la migración”.
Homologar la migración
Claudia Alva también espera que “Las Ñustas” sirva para generar un debate sobre lo que experimentan quienes deciden migrar desde esta parte del mundo, porque el desarraigo no es lo único a lo que se enfrentan al cruzar la frontera: también hay racismo, discriminación y machismo. “Si bien en un proyecto fotográfico no se puede explicar todo, están los testimonios de estas ñustas. Por ejemplo, una me contaba que en el colegio le hacían bullying por ser marrón, que no se querían juntar con ella. A mí los amigos de mi expareja me hacían la clásica broma de que me iban a deportar. A la primera, era chistoso, cuando ya es frecuente caes en cuenta del trasfondo racista del comentario”, narra la fotógrafa, que destaca cómo, cuando el proceso migratorio es a la inversa, es decir, de Europa a América del Sur, las condiciones son muy diferentes.
“Al comenzar el proyecto, yo me planteo cómo debería ser una migración sana y coherente, una migración justa. Muchas veces tú llegas a un país y te maltratan por el hecho de ser sudamericano, y no hablo de un maltrato físico, siempre hay una especie de racismo, de discriminación: cuando eres migrante sudamericano los trabajos que te dan son para ir a limpiar casas o cuidar niños o ancianos. Cuando la migración es a la inversa: de España al Perú, eso no sucede. Nunca he visto un español o una española limpiando casas o cuidando niños en el Perú. Yo tengo colegas periodistas que llegaron con la crisis en España hace unos años y consiguieron trabajo como periodistas. Cuando llegué acá me decían que yo era fotógrafa en el Perú, pero que en España solo podía ser mi pasatiempo. Yo me preguntaba en qué cambia si yo estoy en la China, en África o en Madrid, yo sigo siendo fotógrafa”, justifica Alva Linares.
Aunque esta exposición no es una denuncia, la fotógrafa la considera “un llamado de atención” en pro de esa migración justa de la que es necesario discutir. “Acá no basta con que sepas o estés preparado, te exigen muchas cosas que, al revés, no se suelen dar”, dice Alva que aspira que, así como se homologan títulos, se “homologue la migración”: “Que seamos tratadas y tratados de la misma forma, buscar ese equilibro. No sé cómo, de repente es un poco soñador, pero es un imaginario, el imaginario de una migración justa”, finaliza la periodista, quien contó con la antropóloga visual Karen Bernedo como curadora de la muestra y con el auspicio del Consulado General del Perú en Madrid.
"Las Ñustas" se exhibió del 4 al 18 de marzo en Abierto Espacio Cultural, con el auspicio del Consulado General del Perú en Madrid. Desde el 25 de marzo hasta el 19 de abril del 2022, la muestra se podrá visitar en La Parcería (Calle Martín de Vargas, 13. Metro Embajadores- Salida Ascensor).
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