¿Bajo qué ideales se sostiene nuestra república? ¿Los sueños de libertad de hace 200 años necesitan ser renovados? ¿Es necesario un nuevo paradigma de nación acorde con nuestra diversidad cultural y las nuevas reivindicaciones? ¿Qué rol tenemos las y los ciudadanos en esta tarea? Planteadas a ras del suelo y a boca de jarro son una cosa y otra responderlas desde uno de los lugares más elevados de nuestro imaginario histórico. Por ejemplo, desde la estatua ecuestre esculpida por el valenciano Mariano Benlliure y erigida en la plaza del mismo nombre para conmemorar los 100 años de nuestra independencia.
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Pero la estatua de la que hablaremos hoy es otra. Es una réplica exacta, pero sin jinete. No está sobre un pedestal de granito a 16 metros de altura ni el corcel árabe de gran alzada cabalga flanqueado por el art nouveau del Teatro Colón, el edificio Giacoletti, el Gran Hotel Bolívar ni el Club Nacional; sino en la Bajada San Martín de Miraflores. La idea de la estatua es otra: ser un detonante de reflexiones encontradas. Una palestra que, lejos de perpetuar una lectura única de la historia, accione el mecanismo de la memoria y vaya construyendo tantas interpretaciones como jinetes se suban a ella. La idea central es intervenir el espacio público para profundizar el debate sobre nuestros imaginarios de nación. Y vaya que lo logra.
Libertad bajo palabra
“En realidad, se trata de un proyecto realizado durante el 2018 que se debería exhibir el 28 de julio de 2020 en la plaza San Martín pero que la pandemia postergó. La idea es que, a partir del monumento sin jinete, se genere una discusión ad portas del bicentenario precisamente sobre esos primeros dos siglos y cómo a partir de ellos veíamos la construcción de una república distinta, más equitativa y acorde con nuestra diversidad cultural. Lo particular del asunto es que no enfatiza en el pasado sino en el presente y demanda del espectador un rol menos contemplativo y más activo como forjador de su destino”.
Lo dice Mauricio Delgado Castillo (40), artista visual y museógrafo que desarrolla proyectos a través de la pintura, el diseño, la instalación y la intervención urbana. “La idea de bajar la estructura al llano sin pedestal sintoniza con que el concepto de ‘libertador’ se actualice con cada persona que suba. Por eso siempre digo que esta réplica es un lienzo en blanco puesto a disposición del público. A diferencia del original, es un borrón y cuenta nueva inmerso en una dinámica donde la gente construye y destruye. Tiene algo de performance cuando los protagonistas asumen una postura, de crítica o arenga, y de registro fotográfico cuando se transporta a la posteridad”, añade.
Pensado para exponerse en la misma plaza San Martín, tanto el Covid-19 como el agitado contexto político conspiraron con la idea. Y como después de muchas idas y vueltas con la Municipalidad de Lima finalmente fue imposible, se decidió exhibirlo durante las celebraciones por el bicentenario en la explanada del LUM, el espacio simbólico que invoca las más profundas reminiscencias sobre nuestros procesos más dolorosos. Es sintomática la cantidad de espontáneos que asciende hasta la grupa de fibra de vidrio y se pregunta si los ideales que sostuvieron aquella república auroral son vigentes, necesitan replantearse o directamente abolirse.
Desafiar al monolito
La periodista y presentadora de televisión Sonaly Tuesta (Lámud, 1972), que también se subió al caballo, cree en esto último. “Fue un grupo de privilegiados quienes fundan la república. En esa postal faltan muchos personajes que no han sido valorados ni reconocidos. No solo se han invisibilizado a muchas mujeres sino se ha intentado sacarlas de la historia, como a Matiaza Rimachi, heroína chachapoyana que participó activamente en la batalla de Higos Urco y con su acto contribuyó a la emancipación y construcción de nuestra nación. Es necesario cambiar nuestros paradigmas como nación y tender puentes entre nuestra diversidad cultural”, dice desde allí arriba.
Ocurre, pues, que la idea del contramonumento es precisamente desafiar la fortaleza iconográfica del monolito tradicional. Desmaterializándolo, descarta lo banal para poner en primer plano a las víctimas olvidadas de los acontecimientos más traumáticos de la historia. Lo que Walter Benjamín llamaba “cepillar la historia contra el grano”. Las contra-memorias y contra-historias funcionarán entonces como elementos de desmontaje de las versiones oficiales y hegemónicas. Entonces entrarán en cuestión inclusive conceptos como conmemoración y memorialización, funciones inherentes a la monumentalidad y los museos.
Con experiencia en proyectos de cultura viva comunitaria con el Museo Itinerante Arte por la Memoria, la Brigada Muralista y Más Cultura Más Perú, el artista Delgado es el actual Museógrafo en Casa de la Literatura peruana. Y este “Lxs Libertadorxs. Contramonumento” resultó ganador de los estímulos económicos para la cultura 2019. Razones tiene, entonces, para seguir intentando llevar el caballo hasta la plaza San Martín y estacionarlo junto al original. Como para agudizar contrastes en el mismísimo lugar de los hechos.
Más información
Fechas: Todos los sábados hasta el 30 de octubre.
Lugar: LUM.
Dirección: Bajada San Martin 151, Miraflores.
Reservas: https://bit.ly/3qZlUUt
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