Una serie de 36 piezas nos invita a jugar. Son monotipias distribuidas en tres hileras de 12 cuadros cada una, donde plantillas y tintas serigráficas de colores vivos reproducen con precisión y nostalgia la gráfica de marcas comerciales que para una generación de limeños son referentes directos de los años 80 y 90. Mire bien y adivine: Scala Gigante, Yompián, Dunlop, Faucett, Hogar, Monterrey. Este es uno de los caminos que traza Patrick Tschudi en su “Memorabilia”: un reencuentro nostálgico pero también reflexivo de una Lima añorada, pero que ya fue.
La memoria y su reconstrucción (como si de un rompecabezas se tratara) es la temática que enlaza las tres series que el artista ha trabajado para la muestra que mañana inaugura en la galería Lucía de la Puente. “Para mí es un testimonio que me lleva a cuestionarme cómo ha crecido Lima, por qué no hubo planeamiento urbano y por qué las cosas tuvieron que desaparecer”, explica Tschudi, antes de darnos la pauta de los tres caminos propuestos en su exposición.
–Lima en serie–En “Memorabilia”, Tschudi plantea una primera serie que reúne collages fotográficos impresos sobre acrílico. La huaca El Paraíso, entre los distritos de San Martín de Porres y Ventanilla, no tiene un significado especial para el artista, pero es un símbolo que representa perfectamente lo que quiere comunicar: sobre la gráfica de nuestro patrimonio histórico (también utiliza paisajes emblemáticos) se ha erigido una ciudad que crece y crece sin el menor orden y planeamiento. Toneladas de asfalto ocultan nuestra memoria a una velocidad que nos impide actuar para advertir o revertir el fenómeno.“La ciudad que hoy habito es una contradicción constante: cada vez más grande y reduciéndose al mismo tiempo”, reflexiona el artista, quien no lanza una crítica directa al desarrollo, pero sí a la falta de planificación.
–Los intocables–En una segunda serie, Tschudi regala estampas de colección: 12 piezas realizadas con la técnica del dibujo vectorial, donde sus seres sin identidad departen en espacios emblemáticos. Él se refiere a estos escenarios como “bastiones que resisten el embate del tiempo”: el quiosco de chicles, el restaurante Canta Rana, el café del malecón, las casonas barranquinas, el microbús. “Quizá perduren en el tiempo como 'souvenirs' de una ciudad que nos recuerdan lo que aún creemos seguir siendo”, apunta.
La tercera serie la compone el juego de la gráfica comercial. En cada extracto de logos ochenteros, una frase alusiva a sus eslóganes activará la memoria del observador. “Tiene relación con la pérdida –reflexiona Tschudi–, pues debido a la crisis de los 80 muchas marcas desaparecieron. ¿Qué pasó que de un momento a otro empresas tan grandes empezaron a cerrar?”.
Para el crítico Max Hernández Calvo, reclamo, nostalgia y crítica son miradas que este artista egresado de arte de la PUCP comparte en su obra. “Destrucción y construcción son dos caras de la misma moneda que, no obstante, pueden suponer la pérdida de cosas valiosas y la construcción de otras que no valen la pena”, señala.
MÁS INFORMACIÓNLugar: galería Lucía de la Puente. Dirección: Paseo Sáenz Peña 206, Barranco. Inauguración: miércoles 13, 7 p.m. Horario: lunes a viernes de 11 a.m. a 7 p.m. Sábados de 3 a 7 p.m. Hasta el 12 de enero del 2018.