Fue en el 2014, en el Parque Nacional Bahuaja Sonene, que Roberto Huarcaya (Lima, 1959) pudo darle forma al primero de sus fotogramas monumentales. Se embarcó en casi dos años de trabajo antes de que, por fin, consiguiera el resultado que quería en ese papel fotosensible de 30 metros que extendió sobre la selva de Tambopata, durante una noche que parecía propicia.
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“Ya todo estaba dispuesto y yo tenía una cadena de 26 flashes cuando, súbitamente, arrancó una tormenta. Y es la tormenta la que expone la pieza. En ese escenario, yo solo serví de mediador: la naturaleza hizo casi todo por mí”, explica Huarcaya hoy, 10 años después, parado en la galería del Icpna de Miraflores donde ha reunido decenas de estos fotogramas, que ha venido trabajando con admirable constancia y coherencia en esta última década.
La exposición “Ver por contacto. Fotogramas 2014-2024″, inaugurada el último martes 2 de abril, agrupa bajo una iluminación tenue los llamados Amazogramas (aquellos realizados en la Amazonía), pero también sus equivalentes en los Andes peruanos, en el Océano Pacífico, los realizados con cuerpos de danzantes, etc. Experimentos de luces y sombras en los que la naturaleza deja su huella sobre el papel, con sugerentes resultados.
De la selva a los canales
La exposición en el Icpna estaba planificada desde hace un par de años, pero en el interín Huarcaya ganó el concurso para representar al Perú en la Bienal de Venecia 2024, que comienza el próximo 20 de abril. Las constelaciones se alinearon y, entonces, la muestra en Miraflores sirve como un oportuno preámbulo o antesala a lo que Huarcaya llevará a Venecia.
“Cosmic Traces” (“Huellas cósmicas”) es el nombre del proyecto de Huarcaya que se exhibirá en el pabellón peruano de la bienal italiana. Bajo la curaduría de Alejandro León Cannock (también encargado de la muestra en Lima), consiste en una instalación que usará el primer Amazograma del artista y fotógrafo, en conjunto con la escultura de una balsa realizada por el maestro ayacuchano Antonio Pareja y una pieza musical para piano compuesta por Mariano Zuzunaga.
En ese sentido, tanto “Ver por contacto” como “Cosmic Traces” se ofrecen como experiencias inmersivas, que invitan al espectador a intentar desconectarse de la prisa cotidiana y, en su lugar, establecer una comunión con aquellas imágenes procedentes de un origen natural y remoto. “Allá en Venecia incluso intentaremos ser más radicales con las luces, que sean más oscuras”, explica Huarcaya, quien además subraya cómo cada visitante de la muestra responde de manera particular. “Ayer, curiosamente, 4 o 5 personas me dijeron que se sentían en una especie de prueba Rorschach en este espacio. Un mismo fragmento de imagen les detonaban cosas muy distintas”, agrega.
León Cannock resalta otra cuestión importante del proceso de Huarcaya: el no utilizar cámaras. “El uso del fotograma como técnica o proceso creativo, como forma de acercarse a la realidad, prescinde del aparato fotográfico. Y, en ese sentido, intenta ir a contracorriente de las ideologías que, para bien y para mal, este dispositivo técnico ha vehiculado a lo largo de su historia”, destaca el curador.
Puntos de vista
En cuanto a la temática de esta edición de la bienal, que planteó el curador brasileño Adriano Pedrosa con el enunciado “Extranjeros por todas partes”, la elección del proyecto “Cosmic Traces” arrastró también cierta polémica. No faltaron las voces que señalaron que la propuesta de Huarcaya –fotógrafo limeño– no era la más idónea para la ocasión; y que hubiera sido preferible la elección del proyecto que quedó en segundo lugar del concurso, a cargo de la artista shipibo-konibo Olinda Silvano (ver columna líneas abajo).
Sin entrar necesariamente en comparaciones, Huarcaya y León Cannock defienden su proyecto y la forma en que se ajusta a la idea de Pedrosa. “Hay una serie de procesos políticos, económicos, filosóficos, científicos, que implican una ‘otrificacion’ del mundo: una distinción entre aquellos que son como ‘nosotros’, los globalizados, y los ‘otros’: los pueblos africanos esclavizados, los pueblos de América explotados, incluso las mujeres utilizadas como fuerza de reproducción y de trabajo. Y en esa cadena de ‘otrificación’, el ‘otro’ fundamental es la naturaleza. Hay una distinción binaria entre naturaleza y cultura, materia y espíritu, etc.”, afirma León.
Y complementa: “Por esa razón, la reflexión de Huarcaya con sus fotogramas tiene que ver con una forma de acercarse al mundo natural de una manera que no sea extractiva y violenta; sino que, más bien, tenga que ver con una cercanía, con una delicadeza de la relación existente. Hacer un fotograma implica que estés allí, que te hagas disponible a lo que sucede en el lugar, en la comunidad. Necesitas su proximidad física. Hay una temporalidad de comunicación y de interacción que crea vínculos y lazos”.
Opinión: Un año cargado de arte
Alberto Servat, gerente cultural del Icpna
La Bienal de Venecia es, con seguridad, el evento de arte más importante del mundo a nivel institucional. Por esa razón es que, desde el Icpna, nos pusimos en contacto con el Patronato Cultural del Perú para apoyarlos como auspiciadores.
Este año, en la galería de Icpna del Centro de Lima, se presentará a partir de mayo la muestra “Koshi Kené”, de Olinda Silvano y Harry Chávez, curada por Alfredo Villar. Es el proyecto que quedó en segundo lugar del concurso para el pabellón peruano de la bienal.
Además, luego de la muestra “Ver por contacto” de Roberto Huarcaya, nuestra galería de Miraflores presentará dos grandes exposiciones: una con obras recientes del maestro Pedro Peschiera, y otra antológica de la artista peruano-alemana Adriana Ciudad.
La exposición “Ver por contacto” puede visitarse en el Icpna (Angamos Oeste 160, Miraflores) hasta el 23 de junio. El ingreso es libre.
Cosmic Traces”, proyecto de Huarcaya en el Pabellón Peruano de la Bienal de Venecia, se inaugurará el próximo 20 de abril y permanecerá en la Sale d’Armi Nord hasta el 24 de noviembre.
El Patronato Cultural del Perú es la institución que hace posible la presencia de nuestro país en las bienales de Venecia desde el 2016 y hasta el 2034, gracias al patrocinio de El Comercio y Fundación Wiese.
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