Una vez al año, los cuatro principales curadores del MALI se reúnen para escoger las piezas artísticas que contienen tras de sí las historias más escalofriantes, para que formen parte de la “Ruta del Horror”, una visita guiada a puertas cerradas que muestra el lado más oscuro de las pinturas, cerámicos, máscaras y otros objetos que normalmente no se muestran al público.
“No es una casa del terror ni un escape room, sino una visita donde mostramos el arte desde otra perspectiva: una mirada a las historias de muerte, vida, rituales y cosas extrañas”, comenta la creadora de este evento, Patricia Villanueva, quien prefiere no describir esta experiencia como terrorífica. “Por eso usamos el término horror, porque nos queremos referir a ese sentimiento intenso, que no necesariamente es miedo, pero que es causado por algo grotesco, espantoso o muy oscuro”, explica.
Esta nueva experiencia creada en el MALI apareció hace siete años, con una breve pausa durante la pandemia, con el fin de ofrecer una mirada fresca al arte. “La intención es que se vea a las pinturas con un enfoque más profundo, con historias que pueden atrapar a las personas y que se pueden sorprender con lo que se esconde detrás de ellas”, menciona Villanueva.
Desde que surgió el evento, fue creciendo e incorporando nuevos elementos como música hecha con instrumentos de cuerdas elaborados para la ocasión, curadores que, bajo un disfraz temático y una actuación especial, acompañan a los visitantes que esta vez estarán conformados por cuatro grupos de entre 15 y 20 personas que disfrutarán del recorrido.
La figura más destacada del evento, que acostumbra a mantener sorpresas, es la pintura de “La Aparición”, el único cuadro que habla específicamente de un fantasma que se aparece a las personas para aterrorizarlas con su presencia, sacada de otros tiempos. “Es parecida a una novela gótica o a figuras más contemporáneas como ‘La Llorona’, donde los caminantes se quedan petrificados por su figura y no pueden decir ni una sola palabra al contemplarla”, menciona Villanueva.
Horror artístico
Animales devorando humanos, pinturas censuradas por la iglesia, representaciones paganas y extrañas de Jesucristo, manifestaciones históricas de Satanás, el vampiro de una cultura prehispánica, personas con enfermedades incurables, todo se reúne en las diferentes estancias del segundo piso del MALI que alberga más imágenes que van desde la etapa del Perú prehispánico hasta piezas de la colección de arte contemporáneo, todas seleccionadas por los encargados de las diversas áreas en conjunto a la directora del Museo de Arte de Lima, Sharon Lerner.
Por si eso no fuera suficiente, el mismo lugar donde se llevará a cabo la exposición guarda historias macabras que se remontan a la época de la Guerra del Pacífico, cuando tropas chilenas tomaron el actual Parque de la Exposición para ocuparlo como cuartel, saqueando varias piezas de arte y matando a los animales del zoológico que se encontraba en el lugar, comiendo algunos animales y llevándose otros a Chile como parte del botín de guerra.
“Los guardias de seguridad aseguran que aún escuchan sonidos de diferentes animales por las noches”, menciona Villanueva. De igual manera, los espacios internos del MALI también encierran historias de esa época, como su uso como hospital de campaña y banco de sangre durante la guerra. “A veces se comenta entre los que están aquí de noche que se pueden ver a algunos soldados deambulando por las instalaciones”, añade.
Otras historias que albergan las diversas estancias del Palacio de la Exposición podrán ser escuchadas durante el recorrido que se llevará a cabo por la noche y estará destinado exclusivamente a un público adulto debido al alto nivel de inmersión que ofrece. “En años anteriores teníamos una visita guiada para los niños, algo más interactivo y adaptado para ellos, pero en esta ocasión buscamos una experiencia única dirigida a un público adulto’, detalla la gestora cultural”, detalla la también curadora de Proyectos Educativos.
Esta visita inmersiva que se renueva constantemente solo se puede apreciar una vez al año, y esta vez ofrecerá sorpresas que alberga la estructura con más de 150 años de antigüedad. “A diferencia de otros años, esto será una experiencia inmersiva llena de sorpresas y que concluirá de la mejor manera para una ocasión tan especial como esta, con una copa de vino”, concluye.
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