Es la noche del 4 de abril de 1960, y en el teatro Pantagues de Los Ángeles se celebra la trigésima segunda edición de los premios de la Academia. El resultado del voto secreto de sus entonces 2.160 miembros (hoy son el triple) empieza a saberse: John Wayne, de estricta etiqueta y corbatín blanco, anuncia a William Wyler como mejor director por “Ben-Hur”. La actriz Susan Hayward revela como Mejor Actor a Charlton Heston, por el mismo filme. De impecable esmoquin, ‘Chuck’ sube los altos escalones y casi trastabilla. Había ganado el Oscar en su primera nominación. Dice: “Quiero dar las gracias no solo a todos ustedes y a todos ellos, sino a Willy y Christopher Fry y a Sam Zimbalist, que dieron más que cualquiera de nosotros”.
En efecto, podría decirse que el célebre productor de la Metro Goldwyn Mayer (MGM) dio su vida por el proyecto; anunciadas ya diez estatuillas para su filme, la gala llegaba a su fin con el sobre de la categoría Mejor Película del Año. Fue Gary Cooper quien hizo el conmovedor anuncio y fue la señora Zimbalist quien recogió el premio de su esposo, fallecido de forma prematura en Roma, en la última fase del rodaje.
—Historia de un milagro—
Corre el año 30 d.C. en la provincia romana de Judea, en tiempos del emperador Tiberio. Judá Ben-Hur, noble de Jerusalén, es acusado de atentar contra la vida del gobernador Messala, líder del ejército de ocupación y viejo amigo. La cárcel para él y su familia es una venganza por no aceptar ser su mano derecha en el ejército. Luego de pasar años remando en galeras, Ben-Hur consigue la libertad y regresa a su tierra deseoso de venganza. Sin embargo, su encuentro con el Nazareno lo redime. Esa es la historia publicada en 1880 por Lewis Wallace, general del Ejército de la Unión durante la guerra civil. Su “Ben-Hur” proponía cómo, en medio de una crisis política y religiosa, el mundo clama por un salvador. Tras su adaptación al teatro, se rodó en 1907 su primera versión cinematográfica, aunque el primer largometraje fue filmado en 1925 por Fred Niblo, protagonizado por el galán mexicano Ramón Novarro.
—Roma contra la televisión—
Terminada la Segunda Guerra, las epopeyas cristianas daban consuelo a un público aún temeroso. Como señala el crítico Isaac León, un puñado de películas bíblicas tuvo un éxito inmenso, como “Sansón y Dalila” (1949), “El manto sagrado” (1953) y “Los diez mandamientos” (1956). “‘Ben-Hur’ (1959) fue el broche de oro de la década. Permaneció largos meses en la cartelera del cine Metro, que la exhibió con exclusividad en su estreno”, señala.
Los grandes estudios enfrentaban su propia batalla con la naciente televisión. En 1952, la asistencia a los cines en EE.UU. había bajado un 20%, y la MGM había sentido el golpe. Para el crítico Ricardo Bedoya, “Ben-Hur” encarna muy bien esa competencia feroz. “Era necesario colmar cada centímetro de la pantalla con extras, caballos, escenografías de estudio y vestuarios. Hoy, en cambio, la épica es una invención de los píxeles”, lamenta.
La crítica Leny Fernández coincide: “Parte de la industria apostó por aquellas épicas que sabía hacer desde sus primeras décadas, a las que sumó el uso del Cinemascope”, afirma.
—Un rodaje épico —
Tras años de cancelaciones, despidos y renuncias, el proyecto de “Ben-Hur” anunciado por la MGM en 1952 se retomó cuando el aumento de las pruebas nucleares soviéticas despertó viejos temores de guerra y repletaron las iglesias. Recién a inicios de 1957, Zimbalist le encomendó a William Wyler la dirección del proyecto. El cineasta dudó en aceptar, pues se sentía más cómodo con los dramas íntimos, característica que, para el productor, enriquecería el filme épico. Lo convenció con un muy persuasivo sueldo de US$350.000.
Entonces Charlton Heston estaba lejos de ser la primera opción para el rol protagónico. Paul Newman era el favorito, pero tras su fracaso en “El cáliz de plata” había prometido “no volver a actuar en faldas”, avergonzado de sus piernas delgadas en traje de romano. Ni Burt Lancaster, Marlon Brando, Rock Hudson ni Kirk Douglas mostraron entusiasmo. Cuando sonó el nombre de Heston entre los candidatos, Wyler lo tomó en serio, pues acababa de rodar con el actor el western “The Big Country”. Como señala Bedoya, tras adelantarse al perfil de Indiana Jones en “El secreto de los incas” y de hacer contacto directo con Yahve en “Los diez mandamientos”, Heston era pura fibra y contextura atlética, ideal para enfrentar a Messala y posar sin palidecer ante los forzudos italianos que recaudaban millones en filmes de género peplum.
—Un guion complicado —
El guion fue lo que más problemas le trajo a Wyler. Un serio problema tenía que ver con justificar el profundo odio que Massala sentía hacia Ben-Hur. Gore Vidal, uno de los guionistas, afirmó que planteó a Wyler darle a la relación entre ambos un subtexto homoerótico para resolver el problema. Stephen Boyd debía interpretar el rol de un amante despechado por el rechazo, sin mencionárselo al conservador Heston. Así se hizo, aunque años después, Wyler no recordaría aquella conversación con Vidal. Y Heston tuvo más de una reacción furiosa cuando mencionaban aquella posibilidad. Para Hernán Migoya, escritor español afincado en el Perú, tal vez resulte cierto que Heston no viera subtexto homosexual alguno en la amistad entre ambos. “Pero lo que resulta innegable es que el propio Heston ha despertado la homosexualidad en millones de hombres debido a su porte y belleza en esa película. Él, tan sólido en sus principios conservadores, jamás sospechó haber dejado tras de sí una estela de despertares gays”, comenta divertido.
—Pasión de un productor—
Zimbalist murió de un infarto el 4 de noviembre de 1958, dos meses antes de finalizar el rodaje. Difícil imaginar la carga sobre los hombros de un ejecutivo responsable del futuro de la MGM, mientras el presupuesto del filme crecía exponencialmente. Sin embargo, al final Zimbalist no solo resucitó eestudio, sino que, como aprecia el crítico Sebastián Pimentel, su producción sintetizó lo mejor del cine clásico estadounidense. “Es un gran cierre del tipo de películas bíblicas que forjó Cecil B. DeMille, pero también el anuncio de cierto realismo, intensidad y crudeza que vendrán después”, afirma.
Para Isaac León, el gran espectáculo fílmico hoy encarnado por los superhéroes de Marvel estaba representado entonces en esas epopeyas religiosas. “La célebre escena de las cuadrigas es el summum de esa grandeza y espectacularidad”, afirma. Vista 62 años después, el crítico destaca esta secuencia como notable ejercicio de tensión y violencia cinematográficos. Y añade la crítica Fernández: “Hoy, en tiempos de pantallas verdes, pero también de incertidumbre respecto del futuro cercano del cine, ‘Ben-Hur’ se presenta contundente frente a la falsa perfección de lo digital, y como una muestra nostálgica de lo que alguna vez significó sentarse en una butaca para rendirse ante la imagen y la emoción”.
¿Ha envejecido “Ben-Hur”? Quién sabe. Sin embargo, a Ricardo Bedoya nada le parece más vigente en estos días que la escena que muestra a la madre y a la hermana de Ben-Hur en el valle de los leprosos, el lugar donde se confina a los apestados.
- “Ben-Hur” sigue siendo un clásico del cine de Semana Santa. Tuvieron que pasar muchos años para que “Titanic” y “El Señor de los Anillos 3” la igualaran en cantidad de Oscar.
- “Ben-Hur”, la versión de 1925 dirigida por Fred Niblo, costó US$4 millones. La cinta con Charlton Heston contó con 15 millones de dólares como presupuesto final. 147 millones fueron sus ingresos por taquilla.
- “Ben-Hur” fue la segunda película más taquillera de la historia, tras “Lo que el viento se llevó”.
- Charlton Heston recibió el Oscar a Mejor Actor por “Ben-Hur” el 4 de abril de 1960.
- La película está disponible en HBO Max.
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