Puede sonar extraño para un “nativo digital”, para quien tener una plataforma de streaming en su televisor inteligente resulta algo tan natural como la rueda, el papel o el cepillo de dientes, pero es verdad: Netflix es el último capítulo en la historia de la pantalla, un proceso que nace con aquella primera función realizada por los hermanos Lumiére y su cinematógrafo la noche del 28 de diciembre de 1895, en los bajos del Gran Café du Boulevard des Capucines, en París a la que asistieron 33 personas pagando un franco a la entrada.
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Esta perspectiva abarcadora la ofrece el crítico Isaac León Frías en su libro “La revolución de Netflix en el cine y la televisión”, donde el profesor de la Universidad de Lima ensaya, aporta información y sistematiza una historia que inicia en los albores del cine y se instala hoy en nuestro control remoto. “Puede resultar sorprendente y llamativo que sea un viejo el que escriba sobre un tema sobre el cual “deberían” escribir especialistas jóvenes”, comenta. Sin embargo, es justamente esta experiencia la que le permite compartir una mirada abarcadora de un proceso que tiene que ver con la evolución de las pantallas, la producción de series y películas, y la expansión digital. Curiosamente, advierte, no hay ningún libro escrito en lengua española que aborde específicamente el tema del streaming y Netflix.
De repente todos están viendo series...
(Ríe) ¡Algo de eso puede haber! Tengo que reconocer que veo muy pocas series. Ya quisiera tener el tiempo. Tengo que picotear un poquito algunas cosas para a partir de allí informarme. Pero mi concentración mayor está en las películas. Además, debo decir que, como mucha gente sabe, no soy un tipo muy tecnológico que digamos. A la hora de pelearme con mi computadora debo recurrir al auxilio de mis hijas. Por lo tanto, mi rol en este libro es el de un observador, alguien que quiere organizar un fenómeno que se proyecta hacia un futuro incierto.
Es curioso que no haya libros que estudien el fenómeno de Netflix, más allá de los que comentan su capacidad creativa y gestión empresarial, casi libros de autoayuda para emprendedores…
Es comprensible que se aborden esos temas porque no hemos tenido antes nada parecido a estas plataformas que han puesto en jaque la existencia misma de la programación televisiva y la producción cinematográfica. No para acabar con ellas, pero sí para obligarlas a reformularse. Después del estreaming, ambos no puede seguir siendo lo que eran. ¡Sobre todo después de la pandemia!
¿Cuánto ha influenciado la emergencia sanitaria en el consumo de las plataformas de streaming?
Era algo que no se esperaba y ha resultado un golpe tremendo para el cine, no tanto para la televisión, que incluso se ha visto favorecida con una mayor audiencia. Ha habido mucho más contacto con la televisión pública de lo que había antes. El cine, en cambio, ha sufrido un parón a nivel mundial. La producción de películas ha disminuido muchísimo por no hablar de las postergaciones.
En cualquier curso de Historia del Cine, entre los proyectos pioneros que fracasaron se destaca el quinetoscopio de Edison, donde una sola persona podía ver un cortometraje girando una manivela. Se decía que el inventor se equivocó al pensar el consumo del cine de forma individual. Al parecer, la historia actual le da la razón...
Le da la razón en parte. Pero yo creo que el cine va a seguir existiendo. La experiencia histórica nos demuestra que, contra las previsiones que se pudieron hacer, la aparición del cine no terminó ni con el teatro, ni con el circo, ni con los espectáculos de variedades, como en su momento se decía. Hay una necesidad gregaria, social, de participar del espectáculo colectivo. No veo la posibilidad de que esto desaparezca, Más aún, el reforzamiento de las plataformas va a tener como efecto, especialmente de los segmentos jóvenes, de salir de casa y compartir otro tipo de espectáculos. Eso, para mí, le garantiza al cine un futuro relativamente sólido.
Puede ser que se mantengan, pero de lo que hablamos aquí es cual se convertirá en la primera pantalla. si las salas de cine seguirán siendo el lugar que justifique económicamente el estreno de una película o más bien serán las plataformas de streaming las que tengan la primera opción. ¿Cómo lo ve?
Ese es uno de los grandes debates en este momento. Tengo la impresión de que, por lo menos en un plazo mediano luego de la pandemia, el cambio sería inevitable. Tendremos el ‘streaming’ como cabeza de los estrenos. Pero luego de la pandemia los cines van a retomar esa función, especialmente en los grandes espectáculos, en las películas de mayor público. No pienso que eso quede librado al ‘streaming’. Las compañías se resisten a estrenar sus películas en las plataformas de ‘streaming’ y esperan que pase la pandemia para poder lanzarlas en las salas de cine. A mediano plazo, pienso que las cosas van a seguir allí. Ahora, está claro que no se puede generalizar. Eso sucederá con determinado tipo de películas, pero no con todas. Muchas otras podrán tener un estreno simultáneo o exclusivo en el ‘streaming’, que irá ganando zonas de cine, apoderándose de márgenes mayores.
¿Incluso si pensamos en el cine peruano?
Así es. Todavía los realizadores locales aspiran, quieren y tienden a hacer sus películas para que se vean, en primer lugar, en la pantalla grande. Ese es el sueño de los cineastas aquí y en todas partes. Pero creo que, poco a poco, la realidad va a ir obligando a que el sueño de la pantalla grande se desplace a otras pantallas como una posibilidad más real. Porque las pantallas grandes, me temo, estarán cada vez más cerradas a ese otro cine. Allí hay un problema que ya se advertía desde antes, y que se viene con mayor fuerza. Ya se piensa construir salas con un sonido más envolvente y pantallas cóncavas, con mayores comodidades. El otro cine no dejará de estrenarse, pero será cada vez más incorporado al ‘streaming’.
¿Eso quiere decir una proliferación de plataformas?
Tal como veo las cosas, todas las grandes compañías van a tener un departamento dedicado a producir para el ‘streaming’. Ya no solamente serán unas pocas como Netflix, Amazon o la misma Disney. Estudios como Fox o Warner van a entrar en la competencia. Ocurre un poco lo que pasó cuando llegó el cine sonoro. Primero lo impulsó la Warner, después la Fox y luego todas las demás fueron arrastradas por este desarrollo tecnológico. Lo constataremos en los próximos años, de eso no tengo la menor duda.
Como sucede en tiempos de crisis, aparecen las peleas y discusiones: Spielberg y Scorsese opinan sobre qué es y no es cine, aparecen debates que antes parecían tan anacrónicos como la pelea de Chaplin contra la aparición del cine sonoro. En medio de la crisis, los directores salen a defender sus fueros, su trabajo, su espacio. ¿Cómo ve las tensiones entre Netflix, Hollywood y los festivales de cine?
Y mira que Chaplin debió aceptar el sonido en sus filmes, no tuvo más remedio. Creo que son tensiones comprensibles en un panorama de transición. Que los franceses del Festival de Cannes reaccionen en nombre de una tradición cinéfila que defiende el cine en pantalla no llama la atención. Ahora, yo no sé hasta cuando eso se va a poder sostener, porque Netflix se va legitimando. La Academia, ante una situación como la pandemia, acepta que algunas películas lanzadas en ‘streaming’ puedan competir por el Óscar, cuando hasta el año pasado no se aceptaba. Pero ha habido muy pocos estrenos en salas de cine y no les queda más remedio. Creo que la fuerza del cambio en estos tiempos transicionales va haciendo que algunas de estas reservas pierdan razón de ser. Que Spielberg haya dicho en algún momento que las películas vía ‘streaming’ deberían pasar por la competencia del Emmy y no por el Oscar, no puede sostenerse en estos tiempos de pandemia. Yo desearía que, de aquí en adelante, muchas de las películas se estrenaran simultáneamente en salas de cine y en streaming, que se de esa opción. Que no se excluya la posibilidad de elegir. Sé que la misma Netflix estaba haciéndose de algunas salas en Estados Unidos, pensando estrenar sus propias películas, para cumplir con la exigencia previa de la Academia de que las películas debían tener una circulación de, por lo menos, dos semanas en las salas de cine. Si eso continúa, en buena hora.
Para cualquier cinéfilo, Netflix depara muchas frustraciones. La plataforma casi no tiene memoria: casi no existen películas anteriores a la década del 70, por ejemplo. ¿Cuál es el criterio de Netflix para su oferta?
Efectivamente, Netflix se ha ido dejando ganar por un gusto mayoritario que no es diversificado. Su oferta es pobre, se agota rapidísimo. Casi no hay clásicos. Lo más antiguo es “Love Story”, del año 1969. Y son contadas con los dedos de la mano los filmes producidos en los años setenta. Su oferta está muy sesgada hacia la expectativa mayoritaria. Y eso se contradice con algunas señales que Netflix ha dado y sigue dando. En relación al rescate de películas del pasado, por ejemplo. La empresa ha financiado el montaje de la película “Al otro lado del viento”, la película inconclusa de Orson Welles. Hace poco anunció que iban a financiar la restauración de varias películas, entre ellas “Napoleón”, filme mudo de 1927 de Abel Gance, que sera reconstruída en su mayor dimensión. Estas señales de apertura a un cine distinto, del pasado, nos podrían hacer esperar de parte de Netflix una mayor disposición por ofrecer una cartera de películas más diversa, pero no lo hace. Efectivamente, resulta muy frustrante encontrar una selección tan limitada. Y eso ocurre con otras plataformas como las de HBO o Amazon, que no tienen mucho más. La misma Disney +, más allá del atractivo de su fondo propio. Hay que buscar plataformas más pequeñas, como Mubi, que en principio surgió para profesores universitarios. No es una oferta gigantesca, pero si la comparas con Netflix, puedes pasarte viendo películas todos los días. La de Mubi es una plataforma selecta para un público cinéfilo. El mercado está segmentándose, y van a ir apareciendo plataformas que ofrezcan materiales para determinados consumidores. Como Retina Latina, por ejemplo, especializada en el cine de nuestra región. Desde especializadas en cine mudo hasta películas del cine independiente contemporáneo, todo eso se viene.
¿No será que las mismas productoras están en un conflicto con su propia historia? Pienso en las noticias de Disney y su paranoia frente a sus primeras películas, que retira de su parrilla al menor asomo de acusaciones de racismo, un exceso de la corrección política...
No creo que la cosa vaya tanto por ahí. En algunos casos, es curioso que haya sucedido con películas como “Lo que el viento se llevó”, y luego con las películas de Disney. Mi impresión que eso no es tan significativo para las decisiones de estas plataformas. Es un argumento mucho más guiado por las preferencias del público.
Y hablando de las preferencias del público, ¿qué opina sobre el manejo que las plataformas hacen de su Big Data? ¿Es motivo para preocuparnos?
Sí y no. Efectivamente, todo esto favorece y propicia un esquema de dominación comercial, que se aplica al consumo de diferentes rubros ligados al cine, la música, los videojuegos, entre otros. Es evidente que Netflix y las plataformas de ‘streaming’ forman parte de toda una estrategia propia de una expansión trasnacional, asociada también al deseo de conocer cada vez más cuáles son los gustos, las aspiraciones, de los potenciales consumidores. Estamos ante un mercado de consumidores, parte de una colonización cultural digital. Eso es algo que tiene un lado positivo: tener acceso potencial a posibilidades cada vez más abiertas, pero también esta apertura es muy restrictiva, te impone orientaciones, preferencias, aspiraciones para determinados objetos de consumo. Es contradictorio.
¿En la marca Netflix encuentras alguna identidad? ¿Alguna sensibilidad que la caracterice?
Como una agencia programadora y productora de contenidos, la siento muy informe, no tiene una identidad corporativa clara. En Disney hay una marca histórica, ellos tienen una línea de programación, como la tiene HBO. Pero en Netflix no. En algún momento pensé, ante una película como “Roma”, que iban a apostar por películas diferentes. Pero no han seguido apostando por largometrajes. Sus series no se diferencian mayormente de las otras. Netflix no solo produce sino que recoge de unos y de otros. Y el resultado es heterogéneo. Tan vez encontremos su identidad por el lado de los documentales, pero no en sus materiales de ficción.
Otro tema tiene que ver con el “Star System” al que nos habíamos acostumbrado. En el libro señala que en 2018 se produjeron 500 series lanzadas en plataformas. ¿Con tal producción, es posible que el espectador desarrolle empatía con un actor? ¿Las estrellas han perdido su antuguo glamour?
Creo que sí. Ya no se da tanto peso a la participación actoral, sino al peso del guion mismo. “House of Cards” o “Juego de tronos” no atraían tanto por el estímulo de sus intérpretes sino por su propia historia, por el mecanismo de su trama. Aquí puede haber un cierto debilitamiento a nivel de las series. De pronto, a nivel de las películas de largometraje, no ocurre lo mismo. Eso también es una pregunta que nos podemos hacer: ¿El cine que sobreviva le dará a los actores un peso mayor al que puedan tener en el streaming? Es una interrogante para la que todavía no se tiene una respuesta asentada. Por lo pronto, las series están debilitando el estrellato tal como lo entendíamos.
La llegada del ‘streaming’ ha puesto también en crisis a la televisión abierta. ¿Cómo ve el porvenir de las empresas televisivas locales?
El soporte digital de la televisión ha debilitado a la televisión que hemos conocido. No será rápido, va a tomar tiempo, pero creo que ésta se irá desprendiendo de muchos contenidos. Ya lo están haciendo. Y las empresas van a tener que actualizarse abriendo sus propios canales de streaming. Pienso en las grandes cadenas norteamericanas como la CBS, NBC, ABC, la BBC de Londres, van a ser los canales de “streaming”. Tendrán que competir allí. Y la programación televisiva más específica quedará más reducida, probablemente al campo de los canales de noticias. Lo que yo auguro a futuro es que los canales de televisión, tal como los conocemos ahora, pasarán a ser canales de ‘streaming’ con algunas características diferenciadas.
¿El cable se convertirá en una tecnología intermedia, será obsoleto en el mediano plazo?
Podría ser. El cable todavía pertenece a la órbita electrónico-televisiva. Por eso, en estos tiempos de revolución digital, podría ir quedando desfasado, desubicado. Podrá ser absorbido por la nueva tecnología, perderá su autonomía. Hay que ver la evolución de HBO, la propuesta de cable más exitosa y diferenciada, cómo ha entrado al campo del ‘streaming’. Yo sospecho que, poco a poco, el cable irá cediendo posiciones en función del ‘streaming’.
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