El pasado 25 de agosto de este año, en la página web de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos medios, (DAFO), dentro del Ministerio de Cultura, se anunciaba el lanzamiento para la candidatura de una película peruana a la edición 35 de los premios Goya. El anuncio no habría sorprendido a nadie, de no ser porque junto al Mincul, aparecía también como institución convocante la Academia Peruana de Artes y Ciencias Cinematográficas, hasta entonces desconocida por gran parte de la comunidad cinematográfica local.
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Así, de la noche a la mañana, los trabajadores del cine se enteraron que tenían un nuevo ente rector. Una institución entre cuyas funciones será seleccionar las películas nacionales que irán a representarnos en premios internacionales como el Goya (España), el Oscar (Estados Unidos), los Ariel (México), entre otras instituciones de derecho privado, un rol que antes correspondía a DAFO. Asimismo, esta Academia inscrita en registros públicos tiene la capacidad de canalizar auspicios y donaciones, así como centralizar inversiones para eventos propios, como una gala para reconocer al cine peruano.
Sin embargo, no son pocos los sectores de la actividad cinematográfica que han cuestionado la sorpresiva aparición de esta institución. Se critica especialmente que un pequeño grupo cuente, de pronto, con aval decisivo del Ministerio de Cultura, sin haber mediado mayor información con la comunidad interesada.
Carolina Denegri, productora cinematográfica y miembro de la Asociación voluntaria de Cineastas (AVC) señala que es justamente la poca transparencia con que aparece la flamante Academia la que ha generado este rechazo. ¿Cuál es el temor? La creación de un lobby local que controle las nominaciones, y que participe de los fondos oficiales sin contar con una merecida representación transparente y plural.
“A diferencia de otros países que cuentan con una Academia, el Perú tiene una industria cinematográfica incipiente, razón por la cual el sector se encuentra aún muy polarizado. No existe una institución que genere consensos, todo está muy atomizado”, explica. En esta coyuntura, la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos medios, (DAFO) había realizado un valioso trabajo para democratizar el acceso a la producción.
“De pronto, se anuncia que existe una Academia en el Perú, conformada por un puñado de personas que pertenecen a la Asociación Peruana de Productores Cinematógraficos (APCP), con relaciones laborales entre ellos. Hablamos de un grupo que no incluye al cine regional, donde no está representado el cine experimental, ni gran parte de las películas que se han hecho en los últimos 15 años. Es lógico que la gente se sienta ignorada y no representada”, afirma Denegri.
Reunión de rechazo
El pasado domingo 30 de agosto, la Asociación Voluntaria de Cineastas convocó un espacio virtual para discutir el papel de la institución. Asistieron 300 personas y un centenar quedó fuera por razones técnicas. Y, como señala Denegri, la actitud de los participantes fue de unánime rechazo. “También asistieron a la reunión miembros de la Academia, que dijeron haber firmado pero sin conocer el proceso”, explica.
“En esta reunión masiva, las personas que pertenecen a la Academia pidieron disculpas. Pero lo sentimos como el clásico “Me disculpo pero sigo adelante”. Lo que muchos esperamos es que esta iniciativa se deshaga. Nos piden que la integremos para reformarla desde dentro, pero borrar la mala imagen de una institución exige mucho más trabajo que crear una nueva. ¿Y por qué tendríamos que hacerlo quienes no empezamos este enredo?, se pregunta Denegri.
La Academia Peruana de Artes y Ciencias Cinematográficas, cuya junta directiva está integrada por los cineastas Augusto Tamayo (“El bien esquivo”), Dorian Fernández (”Cementerio General”) y los productores Natalie Hendrix, Gustavo Sánchez, Roberto Barba y Susana Bamonde, aún no ha difundido mayor información oficial. Mientras que DAFO tampoco ha compartido más información que su sorpresiva convocatoria. “Pienso que DAFO pudo primero cerciorarse de la legalidad de esta empresa y cómo aparece. Porque ante el desconocimiento, el único resultado posible es el rechazo. Para mí, se trata de un error de criterio”, afirma la productora.
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