Hace un poco más de 25 años una película de terror revolucionó el género. Bajo el nombre de “Scream” y traída de mano del gran maestro Wes Craven, la cinta reescribió las reglas tan cansadas que habían regido al horror y el popular subgénero del ‘slasher’ por más de dos décadas, revitalizando la industria en el momento que más lo necesitaba después de años. Este 13 de enero la franquicia vuelve a la pantalla grande, sin su fallecido creador, pero que según las primeras reseñas mantiene el espíritu transformador de sus entregas iniciales.
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Titulada nuevamente “Scream” en una decisión que seguramente confundirá a los espectadores, la quinta película de la saga vuelve a sus raíces, con sus directores Matt Bettinelli-Olpin (“V/H/S”, “Ready or Not”) y Tyler Gillet (“Devil’s Due”) llevándonos nuevamente al suburbio de Woodsboro, California, donde Ghostface ha resurgido para asesinar a un grupo de adolescentes que buscar investigar el pasado de la localidad.
No es el único que regresa y “Scream” también traerá de vuelta a varios personajes de los filmes originales como Sidney Prescott (Neve Campbell), Gale Weathers (Courteney Cox) y Dewey Riley (David Arquette). Ellos se juntan a un elenco de jóvenes actores como Melissa Barrera, Kyle Gallner, Jack Quaid y Mikey Madison en este intento de crear un nuevo hito del cine.
Pero, ¿Qué convirtió al primer “Scream” en algo tan especial? La pregunta ha sido materia de análisis de años y para responderla consultamos con algunos de los directores peruanos que han marcado el género del horror.
El factor Wes Craven
“Scream” inició su existencia como un guion del entonces aspirante a escritor Kevin Williamson bajo el título de “Scary Movie”, nombre que luego sería tomado por una franquicia de parodias del horror. Un amante del género, Williamson colmó el guion de referencias a hitos del género como “Friday the 13th”, “A Nightmare on Elm Street” y “Halloween”, dándole aquella actitud autorreferencial y metatextual que caracteriza a la franquicia.
Pero en el centro del secreto del éxito de “Scream” está indudablemente Wes Craven, un veterano director recordado mayormente por popularizar al personaje de Freddy Krueger, aunque también recordado por otros clásicos del género como “The Last House on the Left” (1972), “The Hills Have Eyes” (1977) y “Shocker” (1989).
Un visionario realizador, Craven ya había buscando deconstruir al género del horror unos años antes con “A New Nightmare” (1994), una extraña y metatextual entrega de la franquicia de “A Nightmare on Elm Street” donde él y los actores de la saga como Heather Langenkamp y Robert Englund son acosados por un demonio que ha tomado la apariencia de Freddy Krueger.
Quizás demasiado abanderado para su época, el filme solo logró US$19,72 millones en taquillas alrededor del mundo, convirtiéndolo en un absoluto fracaso financiero a pesar de las opiniones positivas de la crítica especializada. Lo mismo no pasó con “Scream” que, a pesar de una lenta primera semana en taquilla, logró recaudar US$173 millones mundialmente, garantizando el lugar de la saga en la historia del cine de horror y demostrando que las audiencias buscaban este tipo de películas.
“Scream fue como una suerte de vuelta del maestro Craven, pero además con el mayor desparpajo, generando una especie de comedia de terror”, indicó a El Comercio Sandro Ventura, director de películas como “Poseídas” (2015). “Sin dejar de lado el terror, él se burlaba un poco de los códigos del horror que, por haber sido exitosos antes, ya se habían manoseado demasiado.”
De opinión similar es la de Paco Bardales, director de la cinta “Maligno”: “Wes Craven, que además yo considero es uno de los grandes maestros del terror contemporáneo, plantea claramente que una película como Scream tenía que ser al mismo tiempo una exploración en los subgéneros del terror, que ya se habían dado: no existe Scream sin las películas de los años 70 y 80″, consideró. “Pero solo podría existir Scream a partir de las películas de los 90 y los 2000, a partir de los fenómenos tan específicos de la época.”
Giros inesperados
Quizás la más clara muestra de la inteligente manera en que Craven logró sorprender las expectativas de sus espectadores fue con la escena inicial de “Scream”, protagonizada por la actriz Drew Barrymore.
Una estrella juvenil en nueva trayectoria ascendente, la rubia y angelical actriz cumplía de lleno los parámetros de lo que se llamaba la ‘chica final’, aquella protagonista que sobrevive los atentados contra su vida del asesino y llega con vida hasta el final de los créditos.
Sin embargo, en los primeros 12 minutos de “Scream” la vemos primero siendo acosada telefónicamente por Ghostface en una llamada también llena de referencias a otras cintas del género para luego ser engañada para salir de su casa para una oportunidad de ser asesinada. La atención entonces se torna sobre el personaje de Sidney Prescott (Neve Campbell), una joven traumatizada por el reciente asesinato de su madre y quien parece ser la siguiente víctima del psicópata.
Asesinar a la aparente estrella de una película no es una artimaña inédita por parte de “Scream” y ya en 1960 Alfred Hitchcock había utilizado un truco similar en la película “Psycho” con la muerte del personaje interpretado por Janet Leigh en los primeros 20 minutos de la cinta. El mismo Wes Craven también había utilizado un recurso similar en la primera película de “A Nightmare on Elm Street” (1984), donde la atención inicial se centra en el personaje de Tia Gray (Amanda Wyss) antes de pasar a Nancy Thompson (Heather Langenkamp) tras su su asesinato en los primeros minutos de la cinta. Sin embargo, en el caso de “Scream” esta escena inicial marcó claramente a los espectadores qué tipo de película sería esta, con reglas de juego diferentes al resto de ‘slashers’.
Hablando del personaje de Sidney Prescott, esta también fue una bocanada de aire fresco en el cine de terror del momento, al mostrar a un personaje femenino inteligente y con altos instintos de supervivencia, los cuales siguió afinando en las siguientes entregas de la saga. Así nos dice Dorian Fernández-Moris, director de películas como “Cementerio General” y “Secreto Matusita”: “‘Scream’ ha sido muy importante en su momento por, entre otras cosas, sumar una protagonista femenina que no es la típica dama en aprietos, sino que toma partido de la acción con determinación y valentía, algo que vemos hoy ya con mucha frecuencia.”
Más allá de los gritos
El terror y crítica social son viejos compañeros de cama y durante años este género ha servido para resaltar problemas sociales durante décadas, desde la paranoia anticomunista de los 50 con “Invasion of the Body Snatchers” (1956), el consumismo rampante en el occidente en “The Stuff” (1985) y “Halloween III” (1982), o las consecuencias de la gentrificación en cintas como “Candyman” (1992) y “The People Under The Stairs” (1991), esta última del propio Wes Craven.
Y a pesar de que “Scream” no descubre la pólvora, parte de la explicación de su vigencia es su ácida crítica a la frivolización del crimen por parte de los medios de comunicación.
“Eso era un tema que en los años 90 estaba muy marcado, con la idea de los realities de crimen y cosas de ese estilo”, afirma Paco Bardales, para quien este problema se ha incrementado a lo largo de los años gracias a las redes sociales y los ‘fake news’. “Eso hace que la premisa inicial de la primera película y sus secuelas sea justamente esa crítica de un mundo donde el personaje de Ghostface termina siendo casi una justificación, un motivo, para que se desarrolle este carnaval del morbo, del fanatismo y la estupidización de una sociedad consumista.”
Para el realizador, el triunfo de películas como “Scream” ha llevado a que esta combinación de comentario social y terror llegó fuerte al nuevo milenio, permitiendo la existencia de una nueva generación de cintas igualmente revolucionarias o exitosas como “Get Out” (2017) y la popular saga de “The Purge”.
El legado
A veinticinco años de la salida de “Scream”, su importancia sigue presente no solo como una de las innumerables franquicias que interminablemente reaparecen en el género del terror y en particular del ‘slasher’, sino como un verdadero hito que cambió la manera en que se veía a un género antes solo pensado como entretenimiento sin profundidad.
“Tras Scream se formó una revaloración del género del terror a nivel artístico”, consideró Sandro Ventura, quien sin embargo lamentó que para algunos todavía “resulta complicado entender que, en el cine, más importante es el cómo que el qué.”
Mientras tanto, Paco Bardales calificó a “Scream” de “un elemento fundamental de lo que llamaría la postmodernidad cinematográfica”.
“No hay nadie más postmoderno en el cine actual que Quentin Tarantino, y justamente su filmografía es, en gran parte, una deconstrucción de diversos géneros en sus película”, señaló Bardales. “Y yo creo que si tuviéramos un símil de lo que se llamaría una postmodernidad del cine del horror, sería justamente lo que se planteó hace un cuarto de siglo con Scream”.
Por su parte, Dorian Fernández-Moris resaltó la influencia que tuvo este “ícono del terror mundial” en muchos cineastas que han “nadado en las aguas del ‘slasher”, revelando que durante la filmación de “Cementerio General” su equipo “debatió largamente sobre la estructura del cine de Wes Craven”.
¿La fórmula mágica?
“Scream” demuestra que no hay una sola fórmula ganadora para hacer una película de terror. En cambio, el género se alimenta y mejora en una continua evolución y exploración de la misma, con experimentos exitosos marcando la tendencia por los siguientes años. Sin embargo, los cineastas antes consultados también nos dijeron algunos elementos que consideran cruciales para una buena película de miedo.
Sandro Ventura resaltó la importancia de que el universo donde ocurran los actos tiene que ser creíble. “Tienen que tener una puesta en escena que de alguna manera lo que tú estás viendo tenga verosimilitud. No tiene que ser realista, pero tiene que ser verosímil para el espectador”, señaló.
“Por ejemplo, el universo de ‘Scream’ plantea sus reglas de juego desde el comienzo, tu sabes que es un horror autorreferencial, que el director está jugando de una manera con el género. Y al saberlo, pues obviamente entras al juego”, añadió.
Otros elementos cruciales que resaltó fueron los manejos de los tiempos y el diseño de sonido, el cual en unos casos se vuelve incluso más importante que la propia música. Como muestra de esto, recordó una escena de “Scream 2″ donde después de un accidente automovilístico, el personaje de Sidney tiene que pasar por encima del asesino que está aparentemente inconsciente. “Toda esta escena del choque del auto es prácticamente en silencio y es de verdad tensa”, opinó.
Por su parte, Dorian Fernández-Moris consideró importante la capacidad de la película de poder sorprender a sus espectadores, algo más difícil en estos tiempos modernos donde el público es cada vez más curtido. “Hoy el gran reto es imprimirle originalidad a tu propuesta”, remarcó.
“Creo que el espectador de terror entra a los primeros minutos de tu película con mucho escepticismo, casi como preguntando: ¿será que este director logrará asustarme?”, agregó. “Es ahí que los primeros minutos tienen que estar destinados a romper estas defensas y a crear una atmósfera lo suficientemente potente para adentrar a los espectadores en tu universo. Si logras este primer gran cometido, las escenas de miedo pueden empezar a fluir con buen ritmo porque el espectador ya está dispuesto a llevarse unos buenos sustos y te dio esa concesión de forma inconsciente.”
Finalmente, Paco Bardales resaltó la importancia de incluir en la historia elementos reconocibles por el público. Poniendo como ejemplo el cine de terror peruano, en particular el de las regiones, señaló cómo estos han utilizado elementos mitológicos y sociales para recrear los miedos más profundos que se puede tener.
“Las películas como el ‘Jarjacha’, las de pishtacos, las que están involucradas con mitologías amazónicas como los yacurunas o en ‘Maligno’, donde aparece un tunche, tienen que ver un poco con estos miedos ancestrales que se van transmitiendo de generación y generación, muchas veces a través de la tradición oral, y que ciertamente llegan a nuestra actualidad con un mensaje que ya está reelaborado a partir de nuestras propias circunstancias”.
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