Ser drag queen en Lima, en el Perú, es cosa de valientes. En nuestra sociedad, que un hombre se vista como mujer, y que encima de todo exacerbe las características femeninas con tacones inmensos o pestañas imposibles, hace que sea separado del resto de personas. Pero ahí radica el arte de los drags, que no solo tienen fanáticos aquí, sino practicantes que salen de noche con el traje y el maquillaje para cantar, bailar y hablar desafiantes pero también cómplices en un juego que es al mismo tiempo parodia y crítica. Era cuestión de tiempo para que esta forma de vida llegue al cine.
En ese contexto sale “Arde Lima”, documental del cineasta peruano Alberto Castro, quien en años anteriores estrenó “Invasión Drag” (2020), sobre la llegada al Perú de drag queens internacionales, y “Salir del clóset” (2022), donde 10 hombres homosexuales cuentan su experiencia revelando su orientación. En su nuevo proyecto, Castro se introduce en la vida diaria de drag queens peruanas, quienes eligen mostrarse sin los brillos propios de su trabajo. Abren la puerta de su intimidad, de sus casas, para revelarse.
“Las drags de muchas formas imponen respeto a la calle. Porque incluso a las personas homofóbicas les da un poco de risa, las ven en sus plataformas, en sus brillos y dicen ‘ah, ese es un artista, se está yendo a hacer un show’”, cuenta el cineasta, que si bien presenta a 15 drags en su película, se termina centrando en Tani de la Riva, Ernesto Pimentel, Stacy Malibú, Georgia Hart y Cristina Corazón. “El proceso de rodaje fue complicado. Por un lado por temas presupuestales, por otro es que es un universo complicado de llegar. Seguimos siendo una comunidad marginada, una comunidad en la que hay ciertos temores de mostrarse. […] Tuve dificultad de encontrar personajes que quizá estuvieran dispuestos a abrirnos las puertas a otros espacios”, añade. Un punto que marcó la filmación fue el fallecimiento de Stacy Malibú en 2020, lo cual impulsó al director a completar la película.
“Arde Lima” fue una película autofinanciada por el cineasta y que, conforme se desarrolló, obtuvo el fondo Adelante con la Diversidad de la Unión Europea, además del fondo del Ministerio de Cultura para Largometraje en Construcción. Precisamente, hay grupos políticos que ha atacado la película por haber sido parcialmente financiada con los impuestos. “Al final hay un intento de control de las narrativas y evidentemente también un menosprecio, porque al final todos los comentarios son ‘deberíamos hacer películas de los grandes héroes de la nación y no financiar a drag queens’, porque al final terminan diciendo que el drag no es arte, no merece el apoyo, es menos como toda la comunidad, que somos en ciudadanos de tercera categoría. Y eso es bien injusto”, sostiene el cineasta.
A continuación, la entrevista:
―No es lo mismo que un hombre cisgénero se vista de mujer a que haga drag, ¿Cierto?
Sí, no necesariamente. También puedes hablar de travestismo o, como en mi película, hay un chico heterosexual que se llama Cristina Corazón que empezó a travestirse, y tenía que ver con un tema más personal, no con expresar artística o públicamente algo. Creo que el drag tiene que ver con una expresión artística pública. Las drags son artistas. Es crear un personaje y querer decir algo, sea político, de entretenimiento o hacer algo gracioso. El travestismo o las personas transgénero, que ya es un tema más identitario, son cosas diferentes. Igual es bien complicado de entender exactamente; al hablar del espectro, el género, expresión, identidad, de la orientación sexual es tan complejo. Por ejemplo, las drag queens en el Perú en los años 80 y 90 eran transformistas, el término drag no había viajado aquí o no se usaba. Coco Marusix, Javier Temple, Juan Carlos Ferrando: toda esa gente pionera del drag se llamaba a sí misma transformista. Creo que hay muchos matices, es complejo. El drag no es interpretar a una mujer, es cuestionar todo lo que las construcciones sociales del género nos dicen.
― ¿Puede ser el drag hasta cierto punto una parodia?
Sí, de alguna forma es la exacerbación de determinados rasgos. O sea, nadie se va a poner pestañas gigantescas, ninguna mujer cisgénero va a salir a la calle con brillos tan exagerados y se va a maquillar tan duramente la cara. Hay un tema ahí medio de parodiar, remarcar o subrayar cosas de nuestra sociedad, de las reglas que se nos imponen de lo que es ser bello. Creo que hay un poco de eso en el universo drag. Igual decir únicamente que es una parodia le restaría el valor a muchos artistas trans que a través del drag descubren un poco su identidad y terminan por aceptarse. La peruana Carmen Carrera por ejemplo inició en el mundo del drag y ahora es una modelo trans internacional exitosísima.
―El documental presenta a varias drags, pero son cinco las que eliges destacar.
El proceso de rodaje fue complicado. Por un lado por temas presupuestales, por otro es que es un universo complicado de llegar. Seguimos siendo una comunidad marginada, una comunidad en la que hay ciertos temores de mostrarse. Tuve dificultad de encontrar personajes que quizá estuvieran dispuestas a abrirnos las puertas a otros espacios. Al espacio familiar, por ejemplo. Las drags son públicas, pero preferirían no mostrarse fuera del drag, ni su familia quisiera involucrarse quizás en las grabaciones de cosas así, o que no tienen apoyo de su familia. Igual “Arde Lima” empieza como un proyecto muy independiente, es una película que se autogestionó desde el 2018 hasta el 2021, que es cuando consigue el fondo de Largometraje en Construcción. Lo que cambia un poco los planes y el foco de todo es la muerte de Stacy. Cuando ella fallece, se vuelve como imperativo terminar este proyecto.
―Justo mencionas a Stacy. ¿Cómo afectó esta tragedia el desarrollo de la película?
Afecta más emocionalmente, quizás. Creo que es importante mencionar el tipo de película que es. Estamos acostumbrados a leer noticias de cómo funciona la industria fuera del país, hay como un planeamiento muy estructurado de cómo funciona el cine; en el caso de las películas peruanas, “Yan Wara”, “La piel más temida”, distintas películas no comerciales también viven procesos largos de búsqueda de fondos. En mi caso fue igual. No es que el fallecimiento de Stacy ni la pandemia haya afectado una estructura, un cronograma recontra establecido. De hecho fue un proceso medio exploratorio que tuvimos todo el 2019, de acercarnos a estos personajes, de empezar a entender un poco sus dinámicas, de convivir con ellos en sus espacios de espectáculos, en sus espacios familiares. Era un proceso exploratorio para lo que iba a surgir luego. Y cuando pasa la pandemia y lo de Stacy, acelera un poco el proceso. Esto es también un homenaje a ella.
―Me quedé pensando en lo que dijo Stacy, que comparó el conservadurismo de Lima con sus rejas. Que somos una ciudad cerrada que no tiene margen para ser ella misma.
Sí. De hecho eso a mí también me marcó un montón. Igual es medio chiste, porque estábamos grabando en su balcón y justo había ahí unas rejas, y ella dice eso. Pero sí, es una sociedad que reprime mucho y de una forma bien rara. Me pasa a mí cuando decidimos hacer la peli, le dije a Renzo Rivas, el director de fotografía, que quería verlas caminar. Creo que un documental muy fácilmente te hace elipsis, estás en tu casa y apareces en la casa de otra persona. Esos tránsitos para mí sí eran importantes, el escuchar la ciudad. Nuestra ciudad es una ciudad muy violenta, y no solo con la comunidad LGBT. Para mí era importante enmarcar en la ciudad de Lima a esos personajes, quienes además tenían distintas facetas, porque tienes a Tani caminando en Miraflores de día y luego se va San Martín de Porras y le gritan; caminando sin ningún tipo de traje. Y de ahí tienes a las drag queens completamente vestidas caminando por la calle de las pizzas y la gente preguntándose si son hombres o mujeres. Para mí la calle era muy importante.
― Que calle fuera su pasarela.
Ni siquiera sé si es necesariamente pasarela, pero es como un pasaje a algo. Porque las drags existen en principalmente los escenarios, pero para mí era importante mostrar ese tránsito de la masculinidad a la feminidad, de la persona privada a la persona pública, de la seguridad de las casas y hacia el espectáculo, hacia el escenario.
―Nuevamente, tú has hablado con una multitud de drags para este documental. ¿Cuál dirías es la experiencia común que tienen todas ellas?
Creo que todas se han enfrentado en algún momento al rechazo. No necesariamente de familias o amigos, sino que en la calle es bastante complicado ser drag. Y creo que la experiencia común de todas es que han tenido que generarse una coraza muy fuerte para protegerse. Por eso es que las drags son muy rápidas. Si tú las insultas o las atacas, te van a responder en dos segundos y te van a dar vuelta con un chiste muy avispado y creo que las drags en general, no quiero tampoco generalizarlo, pero la mayoría son muy graciosas. Tiene que ver con esta armadura que han tenido que construirse.
―Este año hablaba con unos amigos y nos preguntábamos por el caso de Ernesto Pimentel. ¿Cómo se explica que la sociedad peruana, que el diario El País de España ha llamado “el país más conservador de Latinoamérica”, haya aceptado a un personaje drag como la Chola Chabuca?
Hay varios factores. Por un lado, nuestra comedia ha tenido muchos hombres travestidos a lo largo de su historia. Piensa en el gordo Casaretto, en la Carlota. No es raro. El peruano acepta a los hombres travestidos desde el lado de la comedia. Entonces Ernesto iniciando su carrera como comediante no era tan extraño, él mismo lo dice en la película: el problema empieza cuando sale del clóset, cuando él dice que es gay. Ahí empieza el rechazo. Porque al peruano le da risa burlarse de un hombre vestida de mujer, pero cuando él acepta su orientación empieza un poco el rechazo. Creo yo que él había construido una carrera tan cercana al público que de muchas formas lo dejaron pasar. Yo siento hoy, y es algo que tendríamos que investigar, que la Chola Chabuca se ha vuelto un personaje. No es tanto que la gente piense que es un hombre vestido de mujer; es la Chola Chabuca, es como Mickey Mouse. Es un personaje al cual ya no asocian a una orientación o una identidad, una persona o un pasado. Es un personaje que les hace reír y que les gusta y esa separación de todo aquello que incomoda al peruano, que rechazan, no lo asocian a Ernesto. Y es por eso que ahora que pasó la película [“Chabuca”, producida por Tondero] y se ha vuelto a reconectar su universo LGBT, su historia con el VIH, ha generado un rechazo en cierta parte de la población.
―”Arde Lima” no solo capta la realidad, no solo es una mirada de observación. La película toma un rol activo al hacer un videoclip con varias drags. ¿Cómo nació esto?
No siempre lo tuve en mente. Siempre he sido amante de los musicales. Saliendo de la premiere de “Invasión Drag” Tani de la Riva me dice: “linda la película, pero no hay un show final”. Ella no entendía, y no tenía por qué entenderlo, que no podíamos mostrar shows porque estos son con canciones de Thalía, Lady Gaga, Britney Spears, y eso implicaría pagar derechos impagables. Pero eso me dejó una semilla; faltaba un espectáculo con drag y quizás el lugar para hacerlo era “Arde Lima” y eso implicaba escribir una canción. El segundo empujón fue ganar el fondo del Ministerio de Cultura, sin el cual probablemente no se hubiera podido grabar. Es una secuencia bastante costosa.
―El estreno de “Arde Lima” ha coincidido con un documento del Ministerio de Salud que considera a la transexualidad una enfermedad. Llevas años haciendo documentales sobre la experiencia LGBT. ¿Cómo recibiste esa noticia?
Es frustrante e indignante, pero a mí lo que me da un poco de pena es que nos hemos acostumbrado a recibir noticias malas, a vivir en esta en ese constante desasosiego que muchas veces nos impide reaccionar. Me costó un par de días irritarme y frustrarme más, hasta que finalmente llegó lo de la marcha. Pero es triste porque seguimos siendo el país más atrasado de América Latina. Somos junto con Venezuela el último país sin tener ni un solo tipo de legislación de la comunidad LGBT. Y luego cómo el sector conservador, o un sector de derecha, que está tan en pos de empujar a un país, a la economía, a ser potencias mundiales y que debemos no parecernos a Venezuela en ese sentido, terminamos desde el lado social a ser los últimos junto con ellos. Hay algo ahí que no está bien y no solo tiene que ver con los derechos, tiene que ver con todo el sector político peruano. Izquierdas y derechas al final terminan uniéndose en un conservadurismo que nos afecta.
―De igual modo hubo otra coincidencia: tras los ataques a “La piel más temida”, el Ministerio de Cultura anunció que reestructuraría sus estímulos económicos para el cine. ¿Cuál es tu lectura de esta situación?
Es lo mismo que menciono, al final siento que nuestros políticos son conservadores en general; el Congreso con la desaprobación más alta de la historia del Perú quiere controlar la historia. Al final están queriendo dominar las narrativas de lo que se cuenta y lo que se educa. Están tomando la educación y queriendo decir qué es lo que se puede o no enseñar en los colegios, están tomando el cine para decir qué es lo que se puede o no contar o cómo se puede contar. Y claro, “La piel más temida” es una película que invita a la conversación, reflexión, diálogo y polemización si quieres, pero al final el arte te cuestiona. Puedes estar más o menos a favor de una madre que sufre por su hijo o de un terrorista que sale de prisión, pero al final el arte nos permite hablar y pensar. Yo creo que este gobierno quiere que no pensemos, quiere decirnos qué es lo que está bien. Y en esa línea hay muchas películas que han recibido estímulos económicos, pero de las que se han cogido principalmente son “La piel más temida” y ahora “Arde Lima”, con los conservadores diciendo ‘¿por qué estamos financiando una película de homosexuales?’. Hay un intento de control de las narrativas y también un menosprecio, porque al final todos los comentarios son ‘deberíamos hacer películas de los grandes héroes de la Nación y no financiar a drag queens’, porque al final terminan diciendo que el drag no es arte, no merece el apoyo, es menos como toda la comunidad, que somos en ciudadanos de tercera categoría. Y eso es bien injusto.
“Arde Lima” llega a cines del Perú este 30 de mayo.
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