Como parte de la Colección Bicentenario del Fondo Editorial del Congreso, el economista e historiador Eric Koechlin Febres publicó a fines del 2019 Guía del proceso emancipador, un libro que explora algunos aspectos poco atendidos por la historiografía clásica: ¿cómo fue la conformación de las huestes locales en el bando libertador? ¿Qué se escuchaba y bailaba en aquellos años? ¿Qué nos pueden decir las acuarelas de Pancho Fierro sobre la sociedad peruana del siglo XIX? Sobre estos y otros temas conversamos con Koechlin, quien nos ayuda a entender mejor cómo era el Perú de hace 200 años.
¿Cómo entender la sociedad que participó en la independencia?
Yo creo que la mejor manera de entenderla es a través de las acuarelas de Pancho Fierro. A diferencia de otros pintores importantes de la época, Pancho Fierro dedicó su obra al Perú y a los peruanos, a mostrarnos cómo era el hombre y la mujer de a pie, cómo eran las elites, cómo transcurría la vida detrás de los balcones de los aristócratas. A través de él, vemos a los lustrabotas, al farolero, al mazamorrero, al hombre que tenía su pulpería y vendía todo tipo de cosas. A veces pueden parecer críticas, cómicas o absurdas, pero viendo sus acuarelas uno puede entender mejor cómo era la sociedad de la independencia que leyendo cualquier libro. Después hubo otros artistas, la mayoría de ellos extranjeros, que también eran documentalistas. Hay uno que me gusta bastante como Emeric Essex, un inglés que vivió en Argentina y en Uruguay, quien fue un gran costumbrista. Otros más conocidos son Léonce Angrand, quien fue vicecónsul de Francia en Lima y Johann Moritz Rugendas, un alemán que estuvo en Lima años después de la independencia.
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Soldados de todas las sangres
Otro tema importante es la participación de los peruanos en las campañas bélicas, pues se suele decir que los ejércitos estaban conformados solo por extranjeros.
Lamentablemente, en el colegio nos hacen ver que la independencia se debió a San Martín y a Bolívar, dos personajes que vinieron del extranjero a liberarnos, y que sus legiones estaban conformadas por colombinos, argentinos, chilenos, pero no fue así. En la independencia participaron soldados de todas las sangres, peruanos de diferentes estratos sociales dieron sus vidas por esta noble causa. En 1821, los registros del ejército patriota de Huaura, antes de que San Martín entrara a Lima, indicaban que las baterías siete y ocho de los Andes estaban conformadas enteramente por indígenas humildes y negros manumisos voluntarios, que muchas veces se escapaban de las haciendas para sumarse a los ejércitos con la promesa de ser libres o en otras ocasiones eran enviados por sus propietarios a pelear. Hay que salir de ese viejo paradigma de que en la independencia pelearon solo extranjeros, no es así.
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La participación de las mujeres también ha sido obviada, ¿ese es un tema pendiente de investigación?
Efectivamente. Aparte de las mujeres que menciono en la primera parte del libro (Micaela Bastidas, María Parado de Bellido, Rosa Campusano, Manuela Sáenz) también fue importante la participación de las rabonas. Cada soldado llevaba una o dos rabonas. Eran mujeres que realmente creían en esta causa y acompañaban a estos soldados, les daban comida, cargaban sus armas y municiones para que el soldado no se cansara. Curaban sus heridas y hasta tenían hijos con ellos. Hoy puede sonar extraño, pero era la realidad de entonces, era un Perú completamente distinto al que vivimos hoy.
La música y la jarana
Uno de los aspectos que explican el alma de una sociedad es la música, por las acuarelas de Pancho Fierro se ve que los sectores populares a pesar de las duras condiciones de vida nunca perdieron la alegría.
Así es. Justo ahora estoy trabajando en un nuevo libro sobre la historia de la música peruana. Es un tema amplio y como no existen grabaciones ni partituras, en muchos casos, es muy difícil aproximarnos a cómo era la música en ese entonces. Sin embargo, existía la jarana, un término que tiene diversas acepciones en el léxico criollo, pero en general era una fiesta en la que se tocaba, recitaba y cantaba. En esa época había algo muy parecido a la marinera limeña que se conocía como zamacueca. Sin embargo, lo que hoy se conoce con este nombre es distinto y se trata más de una recreación hecha por músicos afroperuanos como Nicomedes Santa Cruz o Victoria Santa Cruz. Lo que se tocaba en la época de la independencia era algo más parecido a la marinera limeña, era un baile de competencia, donde los cantantes improvisaban versos folclóricos que muchas veces no eran peruanos, sino andaluces. Era muy normal que la gente se reuniera para improvisar versos y competir quién recitaba mejor. La música transcurría en un ambiente festivo, de camaradería, de ahí nacen la música de jarana y la marinera limeña.
El dato: Una canción festiva
La chicha” fue una canción muy popular durante la independencia y fue escrita por José de la Torre Ugarte y José Bernardo Alcedo, los mismos autores del himno nacional, para difundir el sentimiento patriótico entre los criollos. “‘La chicha’ es musicalmente un pasacalle, un ritmo criollo hoy en día algo olvidado, con raíces en el fandango español y la passacagglia italiana, trasladado al sentimiento afroperuano”, se lee en “Guía del proceso emancipador”. En una de sus estrofas dice: “¡Oh, licor precioso, tú, licor peruano, / licor sobrehumano, mitigad mi sed! / ¡Oh, néctar sabroso de color del oro, / del indio tesoro, patriotas, bebed!”
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