Las postales que regalan los Andes del Perú a sus visitantes son de aquellas que se guardan por siempre en la memoria. Imponentes cerros, valles esplendorosos y personas consideradas exóticas son parte del paisaje evocado, pero que casi siempre corresponde a una mirada foránea, alejada del contexto real que los rodea. Esa desconexión fue el punto de partida para “Andinos: encuentros en Cusco” de Gabriel Barreto Bentín, un proyecto que nació hace más de cinco años cuando el fotógrafo visitó por primera vez la ciudad imperial. Era mayo del 2016 y aquella aventura provocó una serie de cuestionamientos que poco a poco se trasladaron al campo visual, desde una perspectiva antropológica. Para Barreto existe una dicotomía sobre la percepción de los pobladores de esta región. “Por un lado se les ve de una manera romantizada al imaginar que ellos viven como nos contaron en el curso de Historia del Perú. Y, por el otro, se cree que todos los pobladores son pobres y sin educación. Esta dicotomía es negativa por ambos lados porque simplemente no es la realidad”, sostiene. El libro, que resume este trabajo y apunta a descifrar la verdadera identidad de los habitantes cusqueños, es la primera publicación de un peruano en llevar el sello de la prestigiosa Editorial Rizzoli y ha convertido a su autor en el más joven de la firma.
Cusco y su gente
Tras su primera experiencia en el Cusco, el joven fotógrafo se muda a New York para estudiar en la prestigiosa The School of Visual Arts de la ciudad. Es allí que su proyecto empieza a tomar forma y escucha por primera vez el nombre de Richard Avedon, un artista del lente que pasó años retratando a personas del oeste americano utilizando un fondo blanco para descontextualizarlos del lugar en el que habitaban. “Lo que yo hago es adaptar esta propuesta a un contexto contemporáneo. Avedon realiza este proyecto entre los 70 y 80, pero su manejo con la gente es frío. Yo intento construir una relación con ellos”, precisa Barreto sobre las diferencias que lo separan del hombre que inspiró su trabajo. Con esta idea en mente, viaja al Cusco en el 2018 y su estadía se prolonga durante cuatro meses, tiempo en el que convivió -entre tres y cuatro semanas- con los lugareños de las comunidades campesinas de Kacllaraccay, en Maras; Cuyo Grande, en Pisac; Tipón, en las afueras de la ciudad del Cusco; Choquecancha, en Lares; y San Isidro de Chicón, en Urubamba. “Traté de diversificar los lugares en la región, desde los que están a 20 minutos de la ciudad, como Tipón, hasta los que están más alejados, como Choquecancha, que se ubica a más de cuatro horas. Lo hice para poder tomar todos los matices de la vida en Cusco”, acota. Una vez lograda la conexión deseada, Barreto y su cámara se ponían en acción con el objetivo de romper estereotipos y mostrar a las personas tal cual son.
Otro aporte interesante de “Andinos: encuentros en Cusco” es el cuestionamiento a las jerarquías sociales que se desprende de la publicación. El complicado tema es tratado con inteligencia y apela al diálogo entre los mismos cusqueños. Guiado por el antropólogo Francesco D’Angelo, los retratos tomados fueron mostrados a personas de otras comunidades para que respondan básicamente a dos preguntas: ¿de dónde crees que es la persona de la imagen? y ¿a qué se dedica, según la vestimenta que usan? Extractos de estas impresiones enriquecen el libro fotográfico y revelan complejos matices sociales. “Decidimos dejar que ellos sean quienes hablen sobre sí mismos. El resultado revela desde cierto racismo interno hasta su posición frente a lo rural y urbano. En las conclusiones, D’angelo redondea la idea y habla de cómo se entrelazan estas jerarquías sociales para crear lo que es hoy en día la sociedad moderna en el Cusco”, señala Barreto.
Aunque en un primer momento, el autor pensó que terminaría publicando el libro por su propia cuenta, este ya está disponible en las librerías limeñas Babel, La rebelde y Sur. Por su parte, tiendas virtuales como Amazon y Target tendrán a la venta la versión en inglés a partir del 1 de marzo. Al respecto, Barreto cuenta que le hace mucha ilusión la llegada y aceptación de este primer proyecto profesional. “Me emociona poder ayudar un poquito a entender la realidad del Perú y quitar los clichés que existen sobre nuestro país. Publicar con Rizzoli hace posible que este trabajo pueda llegar al mundo”.
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