Cualquiera que haya entrado alguna vez a una cancha sabe que los noventa minutos de un partido de fútbol no son equiparables a los que invertimos en otros menesteres. En ese lapso las leyes del tiempo cambian, la duración -aquel elemento auscultado y diagnosticado de modo genial por Peter Handke- toma un cariz versátil y caprichoso: el transcurrir de las cosas es neutro en el empate, veloz luego de recibir un gol en contra, lentísimo cuando vamos ganando por un angustioso tanto de diferencia. Todo un libro puede ampararse en esa hora y media donde se define el destino individual del héroe o la dignidad de un país entero. La historia de las naciones rara vez sale indemne de un match trascendental. Los peruanos -desde el 6-0 en Argentina 78 al inolvidable enfrentamiento con Nueva Zelanda en Lima- contamos con numerosas pruebas de lo dicho.
El chileno Axel Pickett fue muy consciente de las oportunidades literarias que rodean una lid deportiva de carácter decisorio. En “El partido de los valientes”, cuenta las circunstancias dramáticas en las que se desarrolló el encuentro entre su selección y la soviética en Moscú, el 26 de setiembre de 1973, con el sangriento derrocamiento de Salvador Allende todavía fresco. La situación era tenebrosa: seis de los integrantes del representativo sureño tenían familiares perseguidos por la flamante dictadura; les habían amenazado con nefastas consecuencias si es que se atrevían a hablar de política ante la prensa extranjera. El viaje a la URSS, en esa época sin internet ni globalización, era equivalente a un periplo a Saturno: una tierra extraña y lejana a la que se llegaba después de varias escalas e inconvenientes inverosímiles.
Pickett logra armar un intrincado mosaico con distintas versiones de los hechos por medio de entrevistas a quienes vivieron esa aventura repleta de incertidumbre. Los protagonistas -sometidos a las veleidades de la memoria- en ocasiones contradicen los recuerdos ajenos, en otras coinciden, a veces agregan un detalle más que transforma lo trágico en cómico, la anécdota en símbolo. Celebrado en el monumental Estadio Lenin, el partido acabó con un empate a cero; los locales, ganadores del bronce olímpico y subcampeones europeos, fracasaron en romper la defensa mapuche, conformada por seis hombres y tres recios volantes de contención pegados a la zaga. El encuentro de vuelta en Santiago no se pudo realizar, pues las autoridades soviéticas prohibieron que su selección jugase en un recinto “salpicado con la sangre de los patriotas chilenos”. Fue una clasificación justa, pero amarga como ninguna.
Una epopeya de aún mayor magnitud es la que recoge el argentino Andrés Burgo en “El partido (del siglo)”, donde aborda los entretelones del encuentro jugado el 22 de junio de 1986 en México, durante el marco del Mundial. El partido de la mano de Dios y del gol imposible que motivó la narración surrealista de Víctor Hugo Morales, la del barrilete cósmico. Burgo construye una hazaña sobre otra: la de materializar un libro en que ningún detalle acerca de ese lance quede fuera. Como si de un nuevo Aleph se tratara, el cronista contempla el planeta entero a través de aquellos noventa minutos y así viaja hasta la casa del seleccionado inglés que conserva la camiseta de Maradona, rastrea el pasado del cabalístico Carlos Salvador Bilardo en busca de las claves de su éxito, escruta la pasión del Diego y su éxtasis al levantar el trofeo que consiguió mediante la participación más decisiva que un jugador ha brindado nunca en una Copa del Mundo. La avalancha de datos que se ofrecen no opaca una prosa inspirada que fluye igual a cada gambeta del Pelusa desbaratando a todo hijo de Albión que se le cruce en el camino.
La metáfora bélica que el fútbol contiene cobra en este libro un referente tangible: la guerra de las Malvinas. Aunque en su momento los involucrados fueron muy políticamente correctos con el tema, el reverbero de la tragedia era inevitable y Maradona reconoce que se lo tomó como una revancha colectiva en nombre de los muchachos que quedaron bajo un túmulo en el Atlántico Sur. Ese trasfondo dota a “El partido (del siglo)” de una mirada que va más allá de una jugada impagable.
La ficha
Alex Pickett. El partido de los valientes. Cinco ases, 2015.
Andrés Burgo. El partido (del siglo). Tusquets, 2016.
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